En 2008 el atleta mallorquín, hoy portada de todos los medios tras anunciar ayer su retirada al término de la Copa Davis, cautivó a la región en sus encuentros con la afición; fue homenajeado, aplaudido e, incluso, entrenó en suelo asturiano
Con independencia de cualquier otro detalle, del modo en que se inicie o del ámbito en que se desarrolle, una trayectoria, cualquier trayectoria, precisa de cierta condición inexcusable para cruzar la frontera de la simple historia, y entrar en el terreno de la leyenda: tener un final. Ayer, en una decisión hasta cierto punto esperada, aunque no por ello menos emotiva, Rafael Nadal Parera o, simplemente, ‘Rafa Nadal’ (pocos fuera de sus círculos más cercanos recuerdan su segundo apellido), escribía con anticipación el que pronto será el cierre definitivo a su espectacular carrera deportiva: el mallorquín, de 38 años, anunciaba este jueves que se retirará del tenis profesional al término de la próxima Copa Davis, fechada en Málaga del 19 al 24 de noviembre. Su decisión acapara hoy portadas a lo largo y ancho del mundo, tanto en el plano deportivo como en el, general, y por todas partes proliferan los elogios a su talento, los aplausos por sus éxitos, los agradecimientos por su carácter y las mil y una anécdotas acumuladas en sus más de dos décadas en las pistas. También en Asturias.
Fue en 2008 cuando Nadal, entonces una estrella de tan sólo veintidós años, recaló en el Principado, impelido por el que ha sido uno de los mayores reconocimientos conseguidos fuera de las competiciones: la concesión del aún entonces Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. Aquel resultó ser un año especialmente memorable para el mallorquín… Con su cuarto Roland Garros bajo el brazo, aderezado con la que acababa de ser su primera Copa Wimbledon, y todo ello marinado con la medalla de oro obtenida en los Juegos Olímpicos de Pekín, Nadal, a pesar de su juventud, era ya una figura consolidada en el terreno deportivo, con una influencia colectiva capaz de multiplicar el interés de los ciudadano por el tenis. Por si fuese poco, ese mismo año creó la Fundación ‘Rafael Nadal’, aún en activo, centrada en la asistencia social a colectivos desfavorecidos y a la cooperación al desarrollo. En fin, factores todos que convencieron a la mayoría del jurado de la Fundación Príncipe de Asturias para que se decantarse por su candidatura.
Furor entre la infancia gijonesa
Nadal desembarcó en la región el 24 de aquel octubre, sólo un día antes de la gala, acompañado de toda su familia. Emocionado y risueño, aunque tímido, su presencia en el Principado estuvo entre lo más comentado de unos Premios en los que compartió cartel con figuras de la talla de la política colombiana Ingrid Betancourt, la escritora canadiense Margaret Atwood o el mismísimo titán de internet Google. Fueron días intensos para el tenista. Con miles de personas ansiosas por saber más de su persona y méritos, su recala en la Universidad Labora del Gijón causó furor entre los niños allí reunidos. Humilde y paciente, Nadal respondió a las preguntas que los pequeños le formularon, en las jornadas siguientes visitó la sede del Club de Tenis de Oviedo, además de acceder a entrenarse en las pistas existentes en La Morgal, en el concejo de Llanera. En un plano más solemne, la de los Premios Príncipe no fue la única gala a la que asistió; Federación Asturiana de Tenis invitó al mallorquín a la suya propia, añadiendo un elemento irrepetible a su ya larga relación de momentos para el recuerdo.
Hoy son muchos los que, por toda Asturias, han desempolvado aquellos momentos, separados del presente por una ventana dieciséis años, pero grabados a fuego en el imaginario colectivo. El impacto social logrado entonces por el pronto ex deportista sobrevive a pesar del transcurso del tiempo, de los sinsabores derivados de sus lesiones y de, imposible eludirlo, la polémica desatada por sus contactos con Arabia Saudí. Pocas sombras y muchas luces para una trayectoria inminentemente legendaria, y que lleva a algunos a preguntarse si, una vez abandone las pistas, el que llegó a ser considerado mejor tenista del mundo tendrá tiempo para retornar al norte y disfrutar, ahora sí que por puro placer, de Asturias…