El hecho de que el Savoy desaparezca para que se abra una hamburguesería, al parecer gourmet, es otros de los motivos que ha generado cierto revuelo. Comer una hamburguesa y pagar 12 euros por ella ha pasado a considerarse, por una parte no pequeña de la sociedad, como algo normal y que mola
Esta semana se ha montado un revuelo muy grande en Gijón con el anunciado cierre del Savoy, ese local de música en directo y muy molón que está/estaba situado en la calle Covadonga. Su cierre viene de la mano, y no es cuestión menor, de la apertura de una hamburguesería. Bueno una hamburguesería, así como chachi. Otra más.
Los motivos que han generado este revuelo son variados y quizá conviene ir dándole una vuelta uno por uno. Por un lado, el cierre en sí mismo de este local de ocio, cuya característica más reseñable era que se trataba de un lugar donde se podía disfrutar de la música en directo. Quizá éste hecho, el de perder un local con licencia para música en directo en Gijón, sea una de las cuestiones más tristes del asunto, dado que deja las opciones para quienes gustan de disfrutar de la música en directo en un local más menguadas.
A este respecto siempre cabe preguntarse si, además de gustarnos que existan locales de este tipo en la ciudad, hacemos uso de ellos, es decir, pasamos de pensar en un tipo de Gijón que nos gusta, o que nos gustaría que fuera, a lo que hacemos en verdad para conseguir que realmente la ciudad sea así. Y la frase no va con moralina, que para eso ya tenemos todos Twitter, sino pensando en que están pasando cosas en nuestra ciudad y no parece que estemos dando respuesta a lo que sucede. O sí lo hacemos, pero resulta que la mayoría lo que quiere es hamburguesas y no solos de guitarra.
Pero si es por hamburguesas, fajitas o comida por el estilo, conviene recordar que, en este local, en el Savoy que ahora cierra, se servía este tipo de comida, y nachos con guacamole, y pollo al estilo Kentucky y estas cosas. Quizá no con el ‘glamour’ en el que ha desembocado el hecho de ir a comer a una hamburguesería hoy en día, pero se servían.
Y esta es la siguiente cuestión. El hecho de que el Savoy desaparezca para que se abra una hamburguesería, al parecer gourmet, es otros de los motivos que ha generado cierto revuelo. No sé muy bien cuántas hamburgueserías tenemos en Gijón, pero mirando un poco el mapa de locales, no son pocas, decenas más bien. Está claro que están de moda, y que comer una hamburguesa y pagar 12 euros por ella ha pasado a considerarse, por una parte no pequeña de la sociedad, como algo normal y que mola. Y esto nos puede gustar más o menos, pero se está convirtiendo en una realidad de la ciudad, como lo es que ha abierto un Starbucks hace unos meses y que los franquiciados siguen colonizando poco a poco nuestra ciudad.
No sé si os acordaréis, pero un poco antes de la pandemia pasó lo mismo con los batidos y los yogures helados, y toda esa historia; que no es que haya pasado a mejor vida, pero sí se ha “relajado”. A lo mejor, con el fervor hamburguesero acabe pasando lo mismo, y acabemos volviendo a la realidad de que es simplemente una hamburguesa, y que, además, no es que sea lo más sano para nuestra dieta. Pero todas estas enumeraciones de cosas que han generado este pequeño ruido social sobre el cierre del Savoy son simplemente cuestiones, o matices, respecto a lo más profundo que nos está pasando con este tipo de noticias y es nuestra estupefacción al ver cómo Gijón se está trasformando en otra ciudad distinta a la que varias generaciones hemos conocido. Calma, sí, este pensamiento en sí mismo es viejuno, lo sé, pero no va el asunto por el lado de recordar nuestra juventud – la de cada cual- como el mejor momento de la ciudad, sino que el cierre del Savoy es un ejemplo más de la transformación de Gijón en una ‘ciudad a la carta’ del turisteo y del flujo del ocio más superficial.
Nos guste esto más o menos, o lo compartamos más o menos. La pérdida en Gijón va mucho más allá del cierre de locales y la apertura de otros. Tiene que ver con el planteamiento de que Gijón se está transformando cada vez más en una ciudad para servir a quien viene de visita y menos en hacer disfrutar al que quiera vivir en ella. Estamos saturados de hamburgueserías porque nos hemos olvidado de que tener y hacer cosas distintas conlleva más esfuerzo, tanto a la hora de crear como a la hora de consumir. Nos quieren quietos y nos están teniendo bien parados. La que fuera ciudad portuaria y comercial es ya una ciudad turística. Está por ver si de ciudad turística pasamos al siguiente nivel de franquiciado y nos convertimos en exclusiva en una ciudad de vacaciones.
Como cliente habitual del Savoy estoy bastante triste por esta noticia pero la hamburgueseria de franquicia no tiene nada ya que los dueños son jóvenes asturianos que se dedican a la venta a domicilio y ya tienen un local en Oviedo.
Pero bueno me imagino que para atacar a la derechona todo vale incluso las mentiras.