Pedro Paulino Cavielles pertenece a una saga de peluqueros que comenzó en Arriondas en el año 1926, actividad que compaginó durante años con el surf, otra de sus pasiones con la que fue campeón regional, tercero de España y tres veces internacional: «La cultura surfera cambió para bien, antes había gente muy chunga»
Pedro Paulino Cavielles Llamas lleva ya veinte años al frente de su peluquería. Pertenece a una saga de peluqueros que pronto celebrará su primer siglo, siendo el propio protagonista de la entrevista el número seis de una saga que comenzó en Arriondas en el año 1926, donde su bisabuelo, Roodrigo Cavielles, montó el primer negocio dedicado al cuidado del cabello. Años después su abuelo, Ramón Cavielles, continuó con la tradición en la Felguera, era la época dorada de la zona. Mientras, iba aumentando su propia familia con seis hijos.
El pasado 20 de octubre tanto él como su equipo recibieron el distintivo de Cuatro Estrellas en la sección ‘Barberías con Encanto‘ durante la celebración de Fest Quair 2024 en el Salón Look de Madrid. El jurado consideró que su negocio cumplía los más altos estándares de calidad y profesionalidad.
Desde el 2016 Peluquería Paulino, tiene su propia escuela de formación, que en abril también fue destacada con el premio en la feria de Barcelona, de ‘Mejor Escuela de Barbería de España‘, galardones que recoge con su compañera de vida y trabajo, Laura Armendáriz. Pero, mejor que nos cuente él…
– Felicidades por estos distintivos tan importantes.
– No son premios personales, son premios para todo mi equipo, lo que hace que sea aún más importante.
– Y para la tradición de su familia.
– Para toda la familia.
– No me diga más, se dedicaron a la peluquería.
– Todos. Uno la montó en Mieres, otro en el Entrego, otro aquí en Gijón…llegamos a tener cinco peluquerías, de caballero y señora, con el nombre de Paulino.
– Pero en total ¿Cuántas personas de su familia se dedican a esto?
– Treinta, porque añado que mi bisabuelo, el primer Paulino, tuvo once hijos, chicos y sobre todo chicas, y todos con el mismo oficio.
– Y el mismo nombre…
– Sí porque todos los primogénitos hombres, llevaron el nombre de Paulino… Lo que fuera.
– Y no hubo discusión en cuanto al oficio.
– Si no querías que te echaran de la familia, no (se ríe). De todas formas todos nos criamos entre pelos, barriendo las peluquerías y la verdad en mi caso, y en el de todos, lo que nos gustaba era este oficio así que, no hubo mucho que pensar.
– ¿Y cómo fue su proceso formativo?
– No fue el habitual, porque yo no fui consciente de haber aprendido peluquería. Mi padre tenía la peluquería de señoras frente al Alsa y siempre estuve por allí, de hecho, era hasta el punto de reunión con mis amigos.
– Así que su padre era peluquero de señora.
– Le encantaba hacer moños, incluso fue al campeonato de Europa, creo que en el año sesenta y nueve, con mi tío Roberto. Tenemos el diploma de aquella aventura.
– Pero creo que su padre al final se acabó decantando por el estilismo de hombres.
– Sí, pero a él lo que le gustaban eran las señoras, concretamente (se ríe).
– Hablando ahora de su negocio. Ha ido cambiando con los años este espacio.
– Ha ido cambiando con las dinámicas de la moda. Yo abrí la “pelu” por mi cuenta, cuando volví de la Mili porque él no quiso hacer reforma en su local.
– ¿Eso cuándo fue?
– En septiembre de 1996.
«El culpable de que me gustara el surf fue mi padre, fue él quién me regaló mi primera tabla, en contra de la opinión de mi madre que tenía miedo a que me pasara algo»
– Oiga, pero yo no puedo dejar una pregunta en el aire ¿Qué tiene que ver el surf con la peluquería? Porque aquí hasta tiene una tabla colgada.
– Aparentemente nada, pero mire, el culpable, a fin de cuentas, fue mi padre, porque fue él quién me regaló mi primera tabla de surf, en contra de la opinión de mi madre que tenía miedo a que me pasara algo.
– ¡Ay pobre!
– ¡Bueno! También tenía miedo a que anduviera en moto y se enteró que tenía una cuando la puse en venta.
– ¿Nunca supo que tuvo una moto?
– Nunca. Ya le digo, se enteró que había tenido dos años moto, cuando la vendí.
– ¿Y a qué años empezó con el surf?
– Con 15 años y aunque nunca me interesó la competición, con los años, sobre el año 1998, empecé compitiendo en los festivales intercélticos de deportes náuticos. No había todavía ni federación, así que hicimos un club.
– ¿Cómo se llamaba?
– El Club Cajuna, pero no tuvo mucho éxito.
– Explíquenos eso.
– Hicimos una reunión para captar socios y fue muchísima gente a la inauguración, pero a la hora de pagar la inscripción pagó solamente uno (se ríe).
– Pero entonces cómo competía sin federación.
– Porque era un mercenario y quería viajar, así que hice un equipo, donde era el capitán y así. Luego empezó con el tema de la federación Hugo Suárez.
– Y ese Hugo ¿ya quitó la melena?
– Él no (supongo que cuando la quite lo hará aquí) pero otros muchos, digamos que tuvieron que cortarla (vuelve a reírse).
– Volviendo al surf, fue campeón de Asturias.
– Correcto, fui tercero de España y segundo por equipos, tres veces internacional en el intercéltico. En Inglaterra, Escocia e Irlanda.
– ¡Mi madre! No sé qué titular le voy a poner a esta entrevista.
– Le cuento más. Cuando íbamos a esos festivales, no podíamos ir muchos surfistas, porque no había presupuesto, así que competíamos los mismos en las diferentes categorías.
– ¿Y cómo eran las fiestas posteriores?
– Muy salvajes. Tengo que decir que la cultura surf cambió para bien, porque antes había gente muy chunga.
«La proliferación de barberías es una adaptación a la moda, antes no teníamos ni un servicio específico de barbería: llegaba el cliente a cortar el pelo y le pasabas la maquinilla por deferencia, aunque yo siempre tuve servicio de barbería como tal»
– Pero si los surfer son lo más, por lo menos esa es la imagen que tenía yo.
– Ya porque era una imagen muy ‘happy flowers‘, pero ya le digo yo que no, antes no era así.
– Y para terminar con este tema, tuvo hasta una escuela de surf.
– Cierto, precisamente con este Hugo del que hablamos. Él sigue con ella en Llanes, es la Escuela Asturiana de Surf.
– Volvamos de nuevo al peine y la tijera. ¿No cree que hay demasiadas peluquerías y barberías ahora? ¿Está de moda montar un negocio de este tipo?
– Eso es una adaptación a la moda. Fíjese, antes no teníamos ni un servicio específico de barbería. Llegaba el cliente a cortar el pelo y le pasabas la maquinilla por deferencia. Le digo más, estaba vinculado más a la política sindicalista y obrera, aunque yo siempre tuve servicio de barbería como tal. Eso fue lo que me diferenció un poco y me dio la posibilidad de comenzar a formar a la gente.
– Veinte años formando.
– Sí, empecé formando por el Norte, Galicia, Cantabria, León. Todo sobre el tema barbería y aunque yo empecé formando antes de que las marcas potentes sacaran líneas específicas sobre barbería, digamos que ellas fueron las que impulsaron más estos cursos, debido al boom hípster.
– ¡La moda hípster!
– Fíjese, tuvo que ver con la moda de peluquería y barbería, con la ropa, arquitectura, mobiliario… Era una mirada a lo antiguo, así que nos puso a trabajar cortes de pelo en degradado, que está muy de moda ahora, pero es un corte de finales de los años 20 a 30 y conlleva muchísimo mantenimiento.
– Y las barbas tan largas.
– El llevar barba larga y pelo degradado daba un estatus, sobre todo después de las crisis del 2008, así que sobre todo en la zona de Serrano en Madrid, el ir con ese look daba prestigio. Eso trascendió al resto de zonas.
– Creando una nueva sección en empresas como la suya.
– Exacto. Para que lo entienda, esa sección salió de la nada, porque yo incluso tenía que pedir productos a los clientes cuando me decían que se iban de viaje a un sitio u otro.
– ¿Esa moda sigue?
– El covid les pegó un hachazo a las barbas. Desaparecieron, pero el que sigan abriéndose tantas peluquerías concretamente, de hombres, es precisamente por el corte degradado.
– Antes de terminar cuéntenos los pasos que hay que seguir para realizar un buen afeitado.
– Mire uno de los muchos eventos que hacemos en este espacio a lo largo del año, es precisamente el enseñar a nuestros clientes a afeitarse y el primer paso es que se fijen en las direcciones del nacimiento del pelo; aplicar toallas de agua caliente para dilatar los poros y aumentar el fluido de sangre a la zona superficial de la piel además de relajar la musculatura; utilizar un buen producto que nutra la piel y afeitarse primero a favor del pelo, para luego hacerlo en contra de él. Y ese es el secreto.