Marcelino Llopis Pons
Si queremos instituciones que realmente sirvan a los ciudadanos, necesitamos líderes que valoren la autocrítica y tengan el compromiso de mejorar. En lugar de gobernantes que buscan excusas, necesitamos aquellos que analicen sus decisiones, aprendan de los errores y rindan cuentas de forma transparente
Este año, el FC Barcelona ha dado un salto de calidad con una plantilla similar a la del año pasado. El cambio no fue en los jugadores, sino en el liderazgo. Con un entrenador que no se escuda en excusas, el equipo ha demostrado una mejora evidente. Esta transformación subraya una gran verdad: no son las excusas las que llevan al éxito, sino la capacidad de analizar los propios errores y trabajar para superarlos. La autocrítica no solo es crucial en el deporte; es una cualidad fundamental en cualquier ámbito donde se espera responsabilidad y resultados, especialmente en la política.
Desafortunadamente, esta autocrítica parece brillar por su ausencia en el panorama político actual. La mayoría de los líderes evade responsabilidades, señalando factores externos como culpables de los problemas, en lugar de asumir su papel en ellos. Este enfoque resulta en una cadena de errores que se repiten y en una cultura que enseña que siempre hay una excusa a mano. Pero esta postura no solo afecta al liderazgo en sí, sino que envía un mensaje preocupante a la sociedad: que no hace falta mejorar, ni aprender de los errores, y que es más fácil culpabilizar a otros que revisar las propias decisiones.
Un ejemplo de autocrítica efectiva lo encontramos en la industria de la aviación, donde la seguridad ha mejorado gracias a investigaciones minuciosas y a la implementación de cambios preventivos en cada incidente, sin importar su gravedad. En España, en cambio, los organismos públicos rara vez se someten a auditorías independientes, y cuando lo hacen, a menudo ignoran sus recomendaciones. Esto asegura, lamentablemente, que los mismos fallos se perpetúen en lugar de resolverse.
Si queremos instituciones que realmente sirvan a los ciudadanos, necesitamos líderes que valoren la autocrítica y tengan el compromiso de mejorar. En lugar de gobernantes que buscan excusas, necesitamos aquellos que analicen sus decisiones, aprendan de los errores y rindan cuentas de forma transparente.
Al final, la responsabilidad no solo recae en los líderes, sino en nosotros, los ciudadanos, quienes debemos exigir un liderazgo con vocación de mejora continua, transparencia y, sobre todo, compromiso con el servicio público.