El legado de la líder socialista y feminista asturiana, fallecida hace un año, ocupa un papel centra en la gala ‘Memoria es democracia’, celebrada en el Auditorio Nacional de Música para homenajear a veintiuna víctimas del franquismo
Ninguna muerte equivale a una desaparición completa mientras perviva el recuerdo de quienes quedaron atrás. Desde que el mundo es mundo o, más precisamente, desde que los seres humanos habitan el planeta, esa idea ha servido de certeza y consuelo por igual a millones de personas que, por unas u otras razones, han debido encarar la pérdida de un ser querido. Por supuesto, ese recuerdo depende, en buena medida, del legado dejado por la persona fallecida en las mentes y corazones de sus contemporáneos. Y, en el caso de Ángeles Flórez Peón, la incombustible ‘Maricuela’ que fue voz y rostro del socialismo y del feminismo asturianos en los años más duros de la dictadura, dicho legado es inmenso. Tanto que ayer, coincidiendo con el primer aniversario de su fallecimiento, ocurrido a la edad de 106 años, decenas de personas prorrumpieron en aplausos para conmemorar la vida y obra de la activista aureliana. Su biografía fue uno de los pilares fundamentales de la gala ‘Memoria es democracia’, el homenaje a veintiún represaliados del franquismo celebrado ayer martes en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, y que contó con la presencia del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez… Y, mucho más importante, de Joseph Antoine Ruzzada, uno de los dos hijos de ‘Maricuela’.
Fue, de hecho, este último quien recogió el galardón en nombre del conjunto de la familia de la activista, recordándola, emocionado, como «una madre extraordinaria; una mujer valiente y fuerte«. El propio Sánchez depositó en las manos de Ruzzada la placa conmemorativa, acompañado a pocos metros por Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial y Memoria Democrática. La gran ausencia, no obstante, fue la del presidente del Principado, Adrián Barbón, quien no pudo asistir ante el riesgo de que la mala previsión del tiempo degenerase en problemas que requiriesen su presencia en Asturias. Aun así, bastó el testimonio de Ruzzada para dar fe del impacto que la labor de ‘Maricuela’ ha dejado no sólo en Asturias, sino, hasta cierto punto, en España en general. No en vano, durante toda su larga vida mantuvo activo su compromiso con la causa de la democracia y de la plena igualdad entre hombres y mujeres, haciendo gala de esas tres precisas palabras con las que ayer fue resumido su papel en el devenir de la historia: «socialista, humanista y de izquierdas«.