Mientras Zapatero y sus discípulos no condenen abiertamente la actual dictadura, bárbara y mafiosa de Venezuela, no tienen ninguna legitimidad para censurar a ningún dictador muerto hace cincuenta años
Escribo estás líneas solo por la solidaridad, la empatía y el cariño que merecen miles y miles de venezolanos que desde la llegada al poder del chavismo y su innombrable jefe han visto como su país, su ciudad y su barrio se sumergían en la arbitrariedad, primero, luego en la sospecha, en la tiranía más tarde y en la pobreza y la dictadura, finalmente.
Cuando Hugo Chávez vivía, viajé varias veces a Venezuela por motivos de trabajo y en una de ellas me vi escoltado por tres veinteañeros camisas rojas armados con metralletas hasta la bodega del avión que debía llevarnos de vuelta a España. ¿Por qué? Ni yo ni los otros españoles que pasamos aquel desagradable trance sabemos el motivo ya que ni siquiera revisaron el neceser de mi maleta
Nos hicieron pasar un mal trago solo para demostrar que el chavismo no rendía pleitesía a España.
Otro episodio de aquella época fue verme escoltado por un agente se seguridad para recorrer una manzana desde el Hotel de Caracas donde me hospedé hasta la Cámara de Comercio de España. Yo, que no era ni siquiera un alto directivo.
Aquellos tiempos malos dieron paso a la etapa de Maduro, un tipo que debería ser juzgado por la Corte Penal Internacional por sus crímenes contra sus compatriotas, sus conchabeos con el narcotráfico y su enriquecimiento ilícito.
Llegan venezolanos a Madrid que compran pisos en la calle Orense y en el barrio de Salamanca, venezolanos afines a este régimen autoritario e ilegítimo que debería ser borrado de la historia para siempre. Y mientras tanto, más de cinco millones de venezolanos han tenido que exiliarse y buscar refugio en países del entorno sumidos en la miseria y perseguidos por defender la libertad y la democracia.
Llegan también a España venezolanas que no tiene otra salida que la prostitución o buscar trabajos mal pagados o caer en la delincuencia.
Personas en su mayoría honradas, cariñosas y alegres que buscan en España la oportunidad que una tiranía les niega en su país.
Pero lo peor de todo es que nuestro Gobierno, al dictado de un expresidente apellidado Zapatero que solo responde a su interés económico personal gracias a sus cambalaches con Maduro, no lidere con valentía el apoyo Internacional a la oposición venezolana. Este señor debería también responder por esta infamia.
Eso sí, seguimos celebrando la muerte de Franco en lugar de celebrar la llegada de la Democracia y la capacidad de los españoles de uno y otro bando de apostar por la conciliación.
Mientras Zapatero y sus discípulos no condenen abiertamente la actual dictadura, bárbara y mafiosa de Venezuela, no tienen ninguna legitimidad para censurar a ningún dictador muerto hace cincuenta años.
Ánimo a todos los asturianos amantes de la libertad a asistir a las manifestaciones que este día 9 convoquen los venezolanos residentes en Asturias.
Ojalá el presidente electo Edmundo González y la líder opositora, María Corina Machado, logren llevar a Venezuela a la democracia y la libertad.
Los venezolanos se lo merecen.