Con el país volcado en la celebración del sexto centenario del desembarco de esta etnia en suelo español, sus representantes celebran los avances logrados, aunque claman por más y mejores tácticas para combatir la estigmatización social y las dificultades de acceso a la vivienda y al empleo
Los grandes movimientos de población suelen estar envueltos en cierto halo de misticismo, duda y misterio. Sobre todo, a la hora de acotar con exactitud la fecha de su comienzo. Algo, por otra parte, nada extraño. A menudo, las emigraciones no son movimientos homogéneos y unitarios; muy al contrario, comienzan como un lento goteo de personas que llegan a cierto lugar desde otro para, poco a poco, convertirse en una marabunta más o menos nutridas de gentes en busca de un nuevo hogar colectivo. Desde hace seis siglos España vive su particular debate en esa materia, al respecto del desembarco del pueblo gitano en la Península Ibérica; el consenso está lejos de alcanzarse pero, hoy por hoy, el 12 de enero de 1425 está considerado el día de la primera referencia a la presencia de un gitano en suelo hispano, en Aragón, en la figura de cierto caballero llamado Juan de Egipto Menor. La aritmética es fácil: siendo así, no es de extrañar que, cumpliéndose seiscientos años desde entonces, el Consejo de Ministros haya declarado el 2025 Año del Pueblo Gitano. Para las instituciones es un reconocimiento merecido; para los casi 750.000 gitanos que viven en la nación, una oportunidad tanto de visibilizar todo cuando se ha logrado por su integración, y todo lo que pueden aportar a la sociedad, como de denunciar la discriminación que aún padecen. También en Asturias, donde, como en el resto del país, el deseo compartido es uno y claro: lograr la ansiada consideración social de ciudadanos de pleno derecho.
Si bien no existe un censo oficial, la estimación barajada por entidades como la Fundación Secretariado Gitano (FSG), que bebe directamente de la Estrategia Asturiana para la Promoción Social de la Población Gitana desarrollada por el Gobierno autonómico entre 2021 y 2023, cifra en unas 12.500 personas su expansión en el Principado, con Avilés aglutinando a un 28,97%, y Oviedo, otro 26,65%. La cantidad dista mucho de convertir a la región en un referente, como sí lo es Andalucía, que aglutina a alrededor del 60% de esa masa crítica nacional, pero no deja de ser un total potente. Y la acogida que ha tenido la decisión del Consejo de Ministros ha sido la esperada. «Para nosotros es una alegría, un gesto muy importante», afirma Víctor García Ordás, director territorial en Asturias de la Fundación Secretariado Gitano. No en vano, concede este veterano de la lucha por los derechos de la población gitana en el territorio, supone «valorar nuestra historia, nuestra cultura y esa aportación de nuestra comunidad en torno a la que sigue existiendo un gran desconocimiento». Contribuciones que van mucho mucho más allá del estereotipado nexo del colectivo gitano con el flamenco… Iconos de la cultura como el poeta y catedrático José Heredia Maya, deportistas como el laureado jinete Rafael Soto Andrade, o políticos como el ex diputado de UCD por Barcelona Juan de Dios Ramírez Heredia dan la medida de ello. Claro, que… ¿Cuántos españoles de ha pie son conocedores de sus respectivos logros? Desgraciadamente, pocos.
«Es uno de los objetivos que nos hemos marcado para este 2025: lograr que se incorpore a los sistemas curriculares educativos la historia del pueblo gitano en España«, declara Ordás. La propia FSG, aprovechando la efeméride de este año, está confeccionando un programa de actividades propio que desarrollar hasta diciembre, cuyo contenido completo se conocerá a finales de enero, y que, cabe esperarlo, tendrá en el 8 de abril, Día Internacional del Pueblo Gitano, una de sus fechas más significativas. Ahora bien, las reivindicaciones de este colectivo van mucho más allá de la mera inclusión de su papel en los planes de estudio nacionales… Sólo en Asturias, un 92% de la comunidad gitana se encuentra en riesgo de pobreza, porcentaje que baja hasta el 89% si hablamos de la población infantil, según datos recogidos en el último ‘Informe AROPE sobre el estado de la pobreza‘. A efectos educativos y profesionales, la tasa de inclusión en el mercado laboral se limita al 19%; únicamente el 17% de los jóvenes gitanos han completado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), total que merma hasta el 15,5% en el caso de las mujeres, y la tasa de abandono escolar roza el 86%. Y otro dato esclarecedor: a mediados del año pasado en torno al 63% de la juventud gitana de entre dieciséis y veintinueve años ni estudiaba, ni trabajaba.
¿Dónde está el origen de ese problema? El rastreo realizado desde la Fundación permite hallarlo, en buena medida, en las formas de discriminación que todavía imperan en la sociedad actual. «Sigue apareciendo mucho rechazo a la hora de acceder al empleo y a los bienes y servicios por parte de la comunidad gitana, ya no digamos al intentar alquilar una vivienda; a menudo basta con leer el apellido del solicitante, identificarlo como gitano, y ya empiezan a cerrarse puertas», se lamenta Ordás. Y eso que, de justicia es admitirlo, se han dado paso importantes. La ya mencionada Estrategia Asturiana para la Promoción Social de la Población Gitana, desarrollada por la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar, da prueba de ello; sobre todo a la vista de que «no todas las comunidades cuentan con una». Ahora bien, incluso en ese flanco quedan tareas pendientes. Al fin y al cabo, el resultado de dicha iniciativa, que permitió identificar con precisión las necesidades del pueblo gitano y actuar sobre los focos más críticos, «debería haberse evaluado en profundidad a lo largo de 2024, pero no se llegó a hacer. Y es importante que no se demore demasiado esa tarea. Será la manera de poder darle una continuidad, de que siga aportando frutos».
Con independencia de los actos específicos para homenajear esos seiscientos años desde la llegada a España del pueblo gitano, la Fundación se ha decidido a continuar en 2025 los programas que, de forma independiente o en conjunción con las Administraciones, desarrollada en Asturias. Es el caso del Proyecto ‘Promociona’, focalizado en aumentar la escolarización en ESO de los jóvenes de doce a dieciséis años; o de su homólogo orientado al empleo ‘Acceder’, desarrollado mano a mano con el Fondo Social Europeo, y que ha abierto las puertas del mercado laboral a decenas de gitanos en la región. Y, por encima de todo, Ordás y su equipo se han marcado ahondar en la faceta de la percepción social, probablemente la cruzada más dura, pero una de las más relevantes, que quedan por librar. «Pasa, incluso, en la prensa, en los medios; seguir asociando situaciones negativas a una determinada etnia cuando se redactan noticias repercute negativamente, da una imagen estereotipada de la comunidad gitana, y globaliza y generaliza unas situaciones que crean un estigma entre la la opinión pública«, aclara el máximo responsable de la Fundación en el Principado.
Por ello, hace un llamamiento a la tolerancia y al respecto, a la apuesta por la inclusión y al rechazo de aquellos usos u costumbres que, a lo largo de los años, han contribuido a lastras las posibilidades del pueblo gitano. Una ambiciosa y amplia petición desglosada por la FSG en una serie de puntos concretos, recogidos en el manifiestos que se leerá este domingo con motivo de la efeméride, y que abarcan desde el reconocimiento institucional de la propia identidad gitana, y la adopción de políticas activas para combatir el antigitanismo, hasta una cada vez mayor inclusión de personas gitanas en cargos de responsabilidad pública, y un futuro en igualdad de condiciones educativas y profesionales. Y es que, recuerdan en la Fundación, independientemente de la determinación, adoptada por las Naciones Unidas, de que los Estados protejan la identidad de las minorías asentadas dentro de sus fronteras, que esa noble misión se haga realidad no es posible únicamente desde el interior de los despachos. Muy al contrario, compete al total de la sociedad.
Y eso, sí o sí, es tarea de todos.