La fiesta no estará completa sin el regreso triunfal del expresidente «Alicia» y bolivariano de pro, José Luis Rodríguez Zapatero, quien, fiel a su estilo, aportará reflexiones sobre «los retos del proyecto socialista», «el viento como patria de todos» y «las nubes como horizonte vital»
¡Qué espectáculo tan digno del teatro político! En un escenario cargado de simbolismo (el Niemeyer de Avilés, templo contemporáneo de grandes gestas como las protagonizadas por el prófugo Natalio Grueso), el presidente Pedro Sánchez hará su aparición estelar para inaugurar el 34.º Congreso regional de la FSA. Viene de «matar» a Franco; eso, sí, a posteriori. A ese dictador, máxima figura de la “fachosfera”, que se murió en la cama sin que nadie lograra removerlo de su puesto de Jefe del Estado.
No es solo un congreso, queridos lectores, es un desfile cuidadosamente coreografiado de sonrisas, abrazos y declaraciones grandilocuentes. Porque, claro, cuando uno respalda a Adrián Barbón, ese faro socialista en el Cantábrico, no se puede escatimar en gestos.
La fiesta no estará completa sin el regreso triunfal del expresidente «Alicia» y bolivariano de pro, José Luis Rodríguez Zapatero, quien, fiel a su estilo, aportará reflexiones sobre «los retos del proyecto socialista», «el viento como patria de todos» y «las nubes como horizonte vital». ¡Como si no tuviéramos ya retos de sobra viendo las incógnitas que rodean la composición de la nueva ejecutiva del partido!
Hablemos claro: lo que está en juego no es solo quién se sienta en qué silla, sino quién tiene el poder real en esta trama política. Barbón, tuerto entre ciegos políticos, de los que algunos son hasta invidentes neuronales, negocia «con máxima discreción» (o eso dicen) la futura alineación del equipo socialista asturiano. Pero no es ningún secreto que la FSA está falta de figuras de peso, lo que, por otra parte, da que pensar acerca de la inutilidad pepera para superar a tan débil contrincante. Ni Rita Camblor ni Noelia Macías han logrado erigirse como líderes indiscutibles. Y mientras tanto, el PSOE asturiano sigue a la espera de un Mesías que traiga estabilidad y visión, aunque esta región está tan acostumbrada a convivir con la mediocridad que, si tal salvador no llegara, al tenderete socialista, apaño de tanto grandonismo como de incumplimientos, no le sucederá nada.
No olvidemos el dilema filosófico del congreso: ¿pueden coexistir los cargos institucionales y orgánicos sin pisarse los talones? Juan Cofiño, con su carga institucional, parece destinado a abandonar el «núcleo duro», pero, ¡sorpresa!, surgen nombres como Guillermo Peláez, consejero de Hacienda y portavoz del Gobierno, que despiertan murmullos de admiración en los pasillos. Un líder en potencia, susurran algunos. Una apuesta de futuro, aseguran otros. Flor de un día en medio de un paisaje yermo, como él mismo sabe. Todo, claro, pendiente de las intrigas del momento.
¿Y Adriana Lastra? Esa eterna hidra de la órbita socialista sigue siendo relevante, pero ya no tanto. Su puesto como delegada del Gobierno le exige jugar un papel más institucional, aunque no quiere dejar de salsear en todos los platos. Es lo que tiene intentar ser muchas cosas a la vez: que acabas siendo una nada.
Y ahora, el lema del congreso: «Asturias gana». ¡Qué contundente! Rita Camblor nos vende el eslogan con entusiasmo: más empleo, más justicia social, más libertades. ¡Toda una lista de deseos navideños! Aunque más parece un mantra de autohipnosis.
En fin, estimados lectores, lo que ocurra este fin de semana en Avilés será una mezcla explosiva de tensión con falsete, negociaciones cansinas y discursos épicos.
¡Saquen las palomitas!
Joaquín Santiago Rubio es miembro del Club de los Viernes