El artista aprovechó su presencia en el espacio conducido por Xavier Fortes para hacer un alegato contra la intolerancia y la discriminación, para defender las virtudes del ámbito rural, y para promocionar su próximo concierto en Madrid, que ya ha agotado localidades
Haya sido algo deliberado, o no, el tiempo, su propia conducta y los mensajes implícitos en cada una de sus creaciones culturales, intervenciones públicas y reflexiones propias han convertido a Rodrigo Cuevas en un icono transregional. En un estandarte de esa lucha ya dilatada en el tiempo, en ocasiones amarga pero poco a poco victoriosa, a favor de ese concepto que, aún hoy, en determinados ámbitos cuesta asimilar: tolerancia. Y este martes, ante una audiencia no de miles, sino de millones de personas, el artista ovetense revalidó esa condición de paladín de dicha causa. Su presencia como entrevistado en el programa ‘La noche en 24 horas’, emitido en el Canal 24 Horas de Radio Televisión Española (RTVE) y conducido por el periodista Xavier Fortes, brindó al asturiano una tribuna para reivindicar las que son sus cruzadas por antonomasia: la defensa a ultranza del asturiano y de su necesaria protección, la puesta en valor del ámbito rural como alternativa al mundo urbano y, por encima de todo, la llamada al respeto mutuo, a la integración y a la plena aceptación de la orientación de género de cualquier individuo. Tres frentes de rabiosa actualidad, sobre los que versaron buena parte de las preguntas formuladas por Fortes y sus colaboradores, pero que, sin embargo, no impidieron a Cuevas dedicar unos instantes a promocionar su próximo concierto en el Movistar Arena de Madrid, antiguo WiZink Center, fechado para el 25 de enero y que ya ha agotado sus 8.000 localidades.
«Me lo has puesto difícil», reía el artista, aliviado, al término del coloquio. Y lo cierto es que, ya desde el minuto uno, las cuestiones abordadas fueron, como poco, intensas. Fortes, gallego de nacimiento y partidario confeso de la protección de las manifestaciones culturales regionales, dio pie a que Cuevas, en primer lugar, se expresase sobre la situación de la lengua asturiana; el aludido, que aprovechó para ensalzar la validez de la palabra ‘bable’ para referirse al idioma autóctono, no dudó en afirmar, tajante, que en Asturias «estamos discriminados» en ese sentido, ya que «no tenemos derecho a la alfabetización de la lengua materna«. De hecho, hoy por hoy es en el campo donde sobreviven los más sólidos núcleos de hablantes. Un campo al que Cuevas, es bien sabido, está muy vinculado; tanto es así que, en un aparte más frívolo, detalló su día a día en Piloña, localidad en la que ahora reside con su pareja. «Hago mucho trabajo manual; soy un loco del tejer, y el huerto ahora no lo practico tanto, porque lo hace más mi chico, pero tenemos dos burros«, detalló. Por descontado, no faltaron las menciones a la compra, junto con Sergi Martí y Nacho Somovilla, del antiguo teatro de La Benéfica, ahora en fase de restauración, y una apuesta hecha para contribuir a la que es otra de las grandes cruzadas de Cuevas: la dignificación del agro asturiano.
«En el mundo rural falta mucha autoestima colectiva… Y ocio«, teorizó el artista, seguro de que la pedagogía, y la apertura de posibilidades, es clave para revertir ese escenario. Al fin y al cabo, «los jóvenes no deben pensar que se están perdiendo algo por vivir en el campo; están ganado muchísimas experiencias, un ambiente más sano y chulo… Pero si la cultura dominante es decirles que lo que mola es estar en la ciudad…». A ese respecto, piso como ejemplo las amplias inversiones hechas para potenciar los servicios AVE entre grandes urbes, en detrimento de los trazados ferroviarios de Cercanías. «Nos creemos que llenar los pueblos es llenarlos de infraestructuras, pero antes no tenían carreteras, ni luz, ni agua corriente, y estaban más llenos que nunca«, afirmó, antes de confirmar que, en su caso concreto, pocas han sido las expresiones de discriminación por su pensamiento, estética u orientación sexual que ha sufrido en el campo. Un punto ese último que desató el escepticismo del periodista Javier Casqueiro, colaborador del espacio, quien acusó a Cuevas de «forzar mucho la idealización de ese mundo rural», poniendo el caso real recogido por la película ‘As bestas’ como ejemplo de lo peor que el agro de antaño podía llegar a demostrar en término de aceptación social. Frente a ello, el aludido fue tajante: «Cada sitio tiene sus dificultades; en una aldea no te daba una paliza un grupo de neonazis, como sí pasaba en Madrid en los años 80«.
Y fue precisamente ahí cuando los presentes, incluidos los también colaboradores Alejandra Clements, Marisa Cruz y Juanma Romero, entraron de lleno en el tema más espinoso de cuantos conformaron el coloquio de anoche: el de la aparente pérdida de derechos en ciertas partes del mundo, y el avance a escala global de lo que Fortes calificó como una «ola reaccionaria» que «pone en peligro las libertades», y que tienen su máximo exponente en el inminente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En la memoria de Cuevas están los efectos de la anterior legislatura del republicano, relatados por conocidos suyos que residen en Estados Unidos, y que «la vivieron como una pérdida de relaciones sociales, familiares, de amistad…». Tampoco eludió referirse al efecto de las redes sociales en la victoria de Trump y, por extensión, en el avance de posturas radicalmente conservadoras en otros países; con Elon Musk, dueño de X (red que, por cierto, el artista abandonó), erigido en gran villano de ese ámbito, Cuevas lanzó una idea rompedora: una clausura total de tales plataformas. «Creo que deberíamos cerrarlas todas, decidir que estuvo muy bien el jueguecito, pero que ya«, sugirió, si bien consciente de «que… Claro… ¿Quién va a renunciar a todo ese capital social, con tantos seguidores?«.
En fin, un cúmulo de elementos que, a criterio del asturiano, conforma un horizonte cercano ciertamente sombrío. «Evidentemente, tener a esta gente gobernando la primera potencia mundial es una mierda«, confirmó, sin ambages. Lo es… Con un matiz que Cuevas desveló inmediatamente: que «lo que no saben es que ahora estamos mucho más organizados. No crean que nos van a meter otra vez en los armarios; nos vais a meter antes en los nichos que en los armarios«. Y, de nuevo, volvió a hacer de lo expeditivo su bandera al referirse, en respuesta a una pregunta hecha por Fortes, a la proliferación de pseudo terapias para, presuntamente, revertir la homosexualidad. «Quienes estén dispuestos a hacer algo como eso no son más que delincuentes, porque eso está prohibido. Es como hablar de asesinar a personas; no entramos en ese debate, ¿verdad?», aseveró, consciente de que, «seguramente, habrá expresiones así toda la vida, porque no tienen la empatía desarrollada, pero no debemos enfocarlo como un debate; mi identidad no es una opinión«. Datos todos los anteriores que, concluyó Cuevas, refuerzan la validez de preservar una celebración como el Día del Orgullo LGTBIQ+. «Mientras haya personas a las que se someta durante años a malos tratos psicológicos durante años para que dejen de ser homosexuales, hay que seguir reivindicando«, zanjó.
En fin, en los compases finales del programa, y ya con un ánimo mucho más ligero, el creador asturiano aclaró a Marisa Cruz una de esas dudas en torno a su figura que, desde hace años, han orbitado: no, su apariencia no está inspirada a propósito en la de Freddie Mercury, el, difunto vocalista de la legendaria banda británica Queen. «Escuché mucho el disco ‘A Night at the Opera’ cuando era joven, pero no… Si soy así es gracias a mi madre y a mi padre», admitió, con una amplia sonrisa de oreja a oreja. Y finalizó confesándose a Fortes nervioso, aunque ilusionado, de cara a su espectáculo en Madrid. «Ya hicimos cien romerías este pasado año, pero ahora habrá muchos más bailarines, unas cuantas colaboraciones… Sorpresas. No puedo desvelar cuáles será, pero… Habrá unas cuantas sorpresas«.