En la tercera sesión del juicio contra el cofundador del partido y ex presidente autonómico, Ignacio Iglesias, miembro de la Comisión Directiva, confirma que el líder tenía «la última palabra en materia económica»; otros testigos afirman que la orden era «pagarle todo»
Una semana después de la revolución mediática que el jueves pasado supuso el testimonio de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, el juicio contra el cofundador de Foro, Francisco Álvarez-Cascos, por la presunta apropiación indebida de más de 181.648 euros de las arcas del partido se ha retomado esta mañana continuando con declaraciones de los restantes testigos convocados. Y, como la semana pasada, han salido a la luz un buen número de relatos que refuerzan la idea de que, a efectos económicos, el mando y control lo tenía en exclusiva el líder. En ese sentido, una de las revelaciones más pintorescas, hecha por Ignacio Iglesias, miembro de la Comisión Directiva de Foro, ha sido la existencia de una clave para referirse a esa autoridad difícil de cuestionar: ‘LQDC’, acrónimo de ‘Lo que diga Cascos’. Un código frívolo utilizado en los grupos de trabajo internos, de forma oficiosa, y que, siempre según las palabras de Iglesias, se habría aplicado «para todo».
En su declaración, Iglesias no ha dudado en calificar la Comisión Directiva como una suerte de «caja de resonancia», toda vez que, en la práctica, «la última palabra en todo, también en materia económica», la tenía el ahora juzgado. En ese sentido, el testigo ha indicado que los datos económicos y previsiones que se trasladaban a la Junta Directiva «se nos cantaban», sin entrar en detalle alguno sobre los mismos. Precisamente por eso ha asegurado desconocer los gastos personales que Cascos pasó al partido, y que ahora son objeto de juicio. Del mismo modo, Iglesias ha negado categóricamente que supiese «de la sede de Castellana», en alusión al inmueble propiedad de la ex mujer de Cascos que, presuntamente, se alquiló para que sirviese de sede de Foro en Madrid. Es más, ha asegurado que el líder era «muy celoso con su localización», hasta el extremo de usar «teléfonos de penúltima generación, para que fuese más difícil localizarle». Por último, ha hecho mención a Rosario Cabal, asegurando que su papel era el de mera contable del partido.
Más allá de lo anecdótico del ‘LQDC’, el testimonio más importante de cuantos se han aportado hoy ha sido el de la mencionada Cabal. La contable de Foro ha asegurado ante el juez que las instrucciones sobre los gastos de Cascos que le dio Teresa Alonso, a la sazón secretaria del partido, eran que «éste los presentaba, y que había que pagarlos todos», razón por la cual ella, «desde luego, no los cuestionaba«. A ese respecto, Cabal ha aseverado que las transferencias que pasaba ya venían firmadas, visadas y autorizadas por Pelayo Roces, mano derecha de Cascos, o por Teresa Alonso, y que ella no ejercía «ningún tipo de control», ni tenía posibilidades de rechazar pagos. «Yo hacía la contabilidad, no tomaba ninguna decisión; durante 2011 y 2012 yo no tenía ningún tipo de poder en bancos«, ha testificado Cabal, detallando que la autoridad la ostentaban «Pelayo Roces, Enrique Lanza y Javier Campo». Un hecho que no impedía que «el partido ya contase con un presupuesto alto y bastante movimiento; entonces me pidieron firmar con Lanza y Roces para la tramitación bancaria».
Con ese panorama en el horizonte, Cabal ha incidido esta mañana en que le habría sido imposible ejercer labores de auditoría, en tanto en cuanto «no podía hacer una auditoría de las cuentas que yo misma elaboraba». Por ello, despachó esos gastos con Pelayo Roces hasta 2015, año en que pasó a hacerlo directamente con Cascos, quien «conocía todo del partido». Ahora bien, la contable sí ha reconocido que en 2013 el partido le concedió un préstamo al líder, y también que conoció el pago del alquiler en Madrid por la oficina propiedad de Cascos y María Porto, teóricamente usada como sede de Foro en la capital española. «A mi nadie me dijo que escondiese una u otra factura. Las facturas llegaban, me las dejaban en el casillero y yo las cogía y las añadía y las pagaba«, ha manifestado. Por último, ha explicado que el partido no tenía tesorero, y que las decisiones económicas las tomaba Pelayo Roces y Cascos; tampoco había ninguna figura de fiscalización interna dentro de Foro, al margen de la del Tribunal de Cuentas.
Una vez Cabal abandonó la sala, el protagonismo recayó en Teresa Alonso. La secretaria general de Foro entre 2011 y 2015 ha declarado que Cascos le pidió firmar el contrato de alquiler de un local en Madrid «porque necesitaba una oficina», si bien ella misma nunca estuvo allí, ni le consta que alguien del partido llegase a pisarla. «Cascos me vino un día a la oficina, a la Secretaría General, y me dijo ‘Por favor, necesito que me firmes este contrato, que voy a alquilar una oficina en Madrid para trabajar, porque no puedo estar recibiendo a gente en los hoteles y, cuando estoy en Madrid, necesito un sitio estable para trabajar’. Yo se lo firmé, por supuesto«, ha explicado. No obstante Alonso ha reiterado que no conocía nada del local, ni de la propiedad del mismo, y que no firmó más contratos al respecto. Únicamente supo dos años después, «en una comisión directiva, en ruegos y preguntas», que «fue el propio Cascos quien dijo que se iba a dar de baja ese contrato».
Igualmente delicado ha sido lo relativo a los gastos personales del presidente. «Pelayo Roces me dijo claramente claramente que se pagaran«, ha alegado, algo ante lo cual nunca presenció discrepancia, si bien «no pagué gastos a nadie más que a Cascos». Hasta la llegada de Cabal al puesto de contable, ha proseguido la secretaria general de Foro, «los únicos gastos que me pasó el señor Cascos eran los de los desplazamientos, los de los viajes. Entonces, el señor Roces me dijo que se le pagaran todos los gastos«. ¿Cómo hacerlo? Por medio de una caja contable «con 500 euros, aproximadamente, para los gastos que podían surgir durante el día; de ahí yo le pagaba a Cascos». Siempre según sus palabras, era Pelayo Roces quien revisaba y volvía a firmar las facturas, dándoles así el visto bueno. Ahora bien, en todo momento ha rechazado conocer que se hubiesen costeado entradas para partidos de la Copa Davis o para la Feria Internacional de Muestras de Asturias. Y ha concluido negando que en algún momento ella misma llegase a erigirse en ‘número dos’ del partido, o que alcanzase una proyección política reseñable.