La escritora y periodista Mónica Pérez visitó este miércoles la librería Matadero Uno de Oviedo. Este jueves hará lo propio en el Toma 3 de Gijón. “Escribo por necesidad”, revela la autora

La escritora y periodista Mónica Pérez Sobrino está de gira por Asturias presentando su libro ‘Madame Nadie’ (Ed. Círculo de Tiza). Ayer estuvo presentándolo en la librería Matadero Uno en Oviedo, acompañada del también periodista y escritor Manuel Jabois, y hoy lo hará en el Toma 3 de Gijón (20 horas).
¿Quién es Mónica Pérez Sobrino?
Soy una persona que empezó a estudiar Derecho, por convicción familiar, y duré seis meses porque me parecía un coñazo absoluto. Quería escribir, así que decidí estudiar Periodismo. Después, todo ha sido una sucesión de casualidades para que termine escribiendo una novela. Jamás lo habría imaginado.
¿Por qué escribe?
Escribo por necesidad. De una forma muy impulsiva y visceral, intento entenderme y encontrar respuestas. El folio es muy catártico, vuelco mis frustraciones y me sirve para comprenderme mejor.
¿La escritura le da la medida de sí misma?
La escritura consigue lo que logran muchos años de terapia. Me ayuda muchísimo y acelera este proceso de autoconocimiento, permitiéndome ponerme ante otras perspectivas.


En ‘Madame Nadie’ combina amor y autodestrucción en un torbellino de excesos. ¿Es difícil retratar esa delgada línea entre pasión y dependencia?
Conviven. Cuando uno está enamorado, hay una parte muy obsesiva y dependiente que no puedes controlar. Esto sucede así, y va muy unido al amor.
Un problema de las rupturas es que se esfuma un futuro.
Tu suelo desaparece. Toda tu vida o todos tus proyectos giraban en torno a una persona que era tu pareja. Cuando se acaba, todo se desvanece. Pero es necesario exponerse y entregarse para vivir una relación plena. Las rupturas suelen ser momentos terribles, pero todo pasa.
El título evoca a Marilyn Monroe y su necesidad de ocultarse, como cuando se registraba en los hoteles. ¿Esa dualidad de ser visible y, al mismo tiempo, invisible le atrae?
Me atrae, creo que a todo el mundo le atrae. Hay momentos en los que todos necesitamos ser invisibles, no estar expuestos. Lo ideal es hacerlo con la familia, con los amigos; pero cada quien busca su cobijo según las circunstancias.
El libro está triunfando y supongo que empezarán a conocerla en la calle. ¿La fama engancha?
Por ahora me divierte y me sorprende. Me parece rarísimo y tremendo estar en una librería, en la cola, y encontrarme con alguien que tiene mi libro en la mano. Imagino que al final es un subidón total, hay adrenalina, y eso te puede enganchar.
La novela transita entre fiestas clandestinas en Formentera y las noches infinitas de Madrid. ¿Es el exceso y lo público enemigos del amor?
Al principio son aliados; en las fiestas conoces gente y se crea un ambiente amable para el enamoramiento. Luego, cuando surgen los problemas y la pareja se empieza a distanciar, ejercen como imán: empujan hacia polos opuestos.
¿Cree en el amor?
Por supuesto. Qué triste sería la vida sin amor. He dejado de creer en él después de cada ruptura, pero he vuelto a creer cada vez que he empezado una nueva relación.
Hay quienes la tachan de pija por los lugares donde ocurre la trama.
«Si quieres ser universal, habla de ti». No quiero decir que yo sea pija, pero por circunstancias, la ciudad en la que vivo y los círculos en los que me muevo me llevan a frecuentar esos escenarios y ese ambiente. Escribo de los sitios en los que he estado y conozco.
¿Siempre hay que escribir de lo que uno sabe?
En mi caso, y por el momento, sí. Escribo desde la experiencia, es la manera de llegar a los lectores y parecer veraz.
Con 55 temas musicales que cierran la trama, la música parece otro personaje. Acompaña y transforma las emociones de los protagonistas.
Así es. Mi obsesión es la música; es una extensión de mi vida. Me despierto con música, me ducho con música, trabajo con música y, por supuesto, escribo con música. Quise hacer extensible esto al libro.
Algunos capítulos tienen tintes autobiográficos y otros son pura ficción. ¿Dónde se dibuja la frontera entre sus vivencias y su imaginación?
Es maravilloso que el lector trace sus propias fronteras e intente discernir. En la parte emocional hay mucha realidad, mucho de mi vida: he sido la persona engañada y también la que engaña.
Al abordar la adicción a la oxicodona y otros excesos, toca una problemática actual. ¿Pretendía transmitir algún mensaje?
No pretendo ser una justiciera ni una gurú, pero sí retratar una realidad y alertar sobre un problema.
¿Estamos normalizando algo tan peligroso como las relaciones tóxicas?
Muchas veces nos confundimos y pensamos que eso es parte del amor y de la pasión. Pero creo que siempre ha sucedido. Quizá antes se hacía de puertas para adentro y ahora se habla más de ello, vamos avanzando.
Entre el deseo de salvar y la autodestrucción, su libro plantea preguntas sobre la culpa y el amor. Si tuviera que elegir, ¿el dolor o la nada?
Elijo el dolor, siempre. Y lo elijo cada vez que entro en una relación. Me entrego al máximo, no entiendo otra manera de vivir el amor. Pero cuando se acaba, siempre salgo magullada.