El arzobispo de Oviedo se suma a la marea de muestras de preocupación surgida en todo el mundo en los últimos diez días, tras el ingreso del Sumo Pontífice en el Hospital Gemelli de Roma, y recuerda que la enfermedad «pudiera ser terminal»
No es necesario profesar la fe cristiana, ni mucho menos ser practicante de la misma, para estar al corriente de las últimas e inquietantes noticias que, desde hace hoy diez jornadas, mantienen en vilo a medio mundo. Ese día Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, ingresaba de urgencia en el Hospital Universitario Gemelli de Roma, aquejado de una crisis asmática propiciada por la neumonía bilateral que padece, a la que ayer domingo se sumaba una insuficiencia renal leve. El hecho de que esta última parezca controlada, y que el Sumo Pontífice, de 88 años, haya pasado «una buena noche», según sus cercanos, no ha mermado en exceso el temor de la comunidad creyente, máxime a tenor de que el estado de salud general de Francisco sigue siendo «crítico». De ahí que por todo el globo se hayan alzado, y lo sigan haciendo, voces rogando por un feliz desenlace, invocando el poder bien de las deidades de los diferentes panteones, en el caso de los devotos, bien de la ciencia o de la suerte. Y entre ellos no ha faltado Jesús Sanz Montes.
El arzobispo de Oviedo se ha valido de su cuenta en la red social X, en la que es persona muy activa, para hacer pública su inquietud personal, y para trasladar a Bergoglio su propio mensaje de ánimo. «Seguimos pendientes de la salud del papa Francisco«, comienza el texto, utilizando un plural con el que el asturiano abarca a «los cristianos», en general. Aquellos, en definitiva, que devoran cada novedad sobre la evolución clínica del Sumo Pontífice, «con el afecto preocupado por esta circunstancia» que, sí recuerda Sanz Montes, «pudiera ser terminal«. Sobra decir que el arzobispo de la capital asturiana ha sido de los pocos que se ha atrevido a jugar con la posibilidad de ese fatal desenlace, aunque, para tratar de espantarlo, ha pedido la ayuda del mismo Dios… Y de una figura muy arraigada en el Principado. «A la cabecera de su cama, con nuestras oraciones y cariño ante el Santo Padre, pedimos a Dios que le ayude, y a nuestra ‘Santina’, que le proteja«, concluye.