
Entre todos hemos conseguido que Gijón sea declarada ciudad “amiga de los perros”. Y no lo es porque tenga censados unos 40.000 sabuesos, que también; ni porque que cuente con una escalera de la playa que pueden usar los canes todo el año, que también. Lo es porque muchos hoteles admiten perros acompañados o en casi todos los bares y restaurantes con terraza les aceptan y les dan golosina

Queridos lectores: A los que tuvieron la gentileza de leer mi anterior columna (y los que no, pueden hacerlo en este enlace) les hablé de los desafíos que encara la nueva junta del Partido Popular de Gijón, con Andrés Ruiz a la cabeza. Hoy les propongo un giro total en mi columna: Quiero hablar de héroes. Porque lo son: héroes de cuatro patas. Como saben -y si no, aquí estoy yo para contárselo-, hace unos días se incendió una vivienda en La Calzada. Afortunadamente las dos personas que residían allí salvaron la vida. Y lo hicieron gracias a los ladridos de su perro, que las despertó. Desgraciadamente, el animal que las ayudó no pudo sobrevivir al fuego y falleció. Un héroe de cuatro patas que ojalá no quede en el olvido.
A raíz del hecho he preguntado a expertos en conducta canina: ¿Siguió el perro su instinto? ¿Era consciente del riesgo que corría? Pues no y sí. Como cualquier ser vivo su instinto le llamaba a abandonar el incendio y salvarse, como ustedes y yo. Al contrario: se puso a ladrar hasta que despertó a sus cuidadores. Y sí: por supuesto que sabía el riesgo que corría, y aún así lucho primero por la vida de la madre y la hija, y murió en el intento. Héroe de cuatro patas. Ahora permítanme una confesión: de guaje, de camino desde mi casa a los Jesuitas, pasaba por Begoña a eso de las 8,30 de la mañana. Allí veía a muchos perros con sus familiares (me niego a llamarles “dueños”, y menos aún “amos”) y pensaba: “No, eso de madrugar para sacar al chucho no lo haré jamás”. ¡Qué equivocado estaba!
Porque hace unos 15 años apareció en mi vida Tara, una bóxer que me cautivó desde el primer momento. En esa época su cuidadora estaba muy ajetreada, así que pude disfrutar de ella unos cinco preciosos años. Me levantaba a las 8, a las 7 e incluso a las 6.30. Y feliz; dábamos un paseo, leíamos el periódico en la terraza de un bar -yo un café, ella una llambiotada que le ponían amablemente los camareros- y volvíamos a casa los dos, como dos buenos colegas. Y solo le ponía la correa cuando cruzábamos una calle. Antes y después, mano a mano, como los dos colegas que éramos. Se dice que los bóxer, a pesar de su apariencia feroz, son perros que tratan con enorme cariño a los niños. Permítanme una anécdota: la hija de un muy querido amigo quería llevarla a jugar en el cole con sus compañeras -y presumir, claro está-. Pongan ustedes que eran 30 o 40 niñas de 10 años alrededor de ella. Y le hicieron todo lo imaginable y más: subirse a caballito, tirarla del rabo, jugar a correr todas contra ella… Y, cuando la recogí, mi amigo me dijo: “Bernardo, esta perra es excepcional; era ella la que quería jugar con mi hija y sus compis”. Desde luego, algo fuera de serie.
Pero hace unos días, recordándola -es más que probable que por edad ya no esté en este mundo-, caí en la cuenta de una de sus actitudes más curiosas: cuando iba a hacer sus necesidades (que, naturalmente, yo recogía), se giraba hacia mí sin perderme de vista. ¿Saben por qué? Porque estaba protegiéndome ante cualquier peligro. Estoy convencido de que Tara nos mira desde el Cielo, porque un Paraíso sin tus seres más queridos no es un Paraíso. Actualmente tenemos a Duque, un beagle grande, adoptado de una chica que no lo podía cuidar y que bien podría definirse como “un ser que come”. De hecho Gonzalo, su veterinario, ya nos lo advirtió; tiene que bajar no menos de 5 kilos de los 30 que pesa. Misión imposible: lo primero que hace al levantarse no es hacer pis; va directo a la cocina a buscar cualquier alimento que se pueda comer. Y desde el desayuno a la cena se pone al lado de nosotros implorando un trozo de pan, una galleta, un poco de carne… La otra opción es aún peor: Si lo metemos en otro cuarto rasca las paredes, llora… Así que le pregunté a Gonzalín sobre la posibilidad de hacerle una reducción de estómago, y su respuesta fue contundente: “Bernardo, comería y comería hasta reventar todas las costuras de su aparato digestivo”.
Esa es su principal “virtud”, pero también tiene un “defecto” grave: en cuanto abrimos la puerta se echa sobre nosotros como si no nos hubiera visto en un año. Se sube a los pantalones, corre, mueve el rabo como un molino… Dan ganas de salir más veces de casa y volver. Y sí: cuando voy a por el periódico me vuelve a recibir de la misma forma: carreras, juegos, saltos… Además de Duque hemos adoptado a Kayla, una bichón maltés a la que unos cuidadores salvaron de su vida de esclavitud, dedicada solamente a parir y parir dentro de una jaula. Ya de paso, los negociantes le cortaron el rabo para facilitar el trabajo; unos… (pongan aquí lo que opinan; yo me abstengo porque les cogería y les haría… Les cortaba…). Y claro, eso es delito, aunque mucho menor que el de sus explotadores.
Kayla también se comporta de forma curiosa; lo primero que hace es estirarse cuan larga es encima de nuestros pantalones. ¿Saben qué dicen los expertos sobre que significa esta conducta? “Te quiero”. Ni más ni menos. No quiero terminar este artículo sin felicitarles y felicitarme: entre todos hemos conseguido que Gijón sea declarada ciudad “amiga de los perros”. Y no lo es porque tenga censados unos 40.000 sabuesos, que también; ni porque que cuente con una escalera de la playa que pueden usar los canes todo el año, que también. Lo es porque muchos hoteles admiten perros acompañados; Porque en casi todos los bares y restaurantes con terraza les aceptan y les dan golosinas; Porque (y esto es extraordinario) MUCHOS TAXIS LES PERMITEN VIAJAR EN EL COCHE. Yo ya lo hice. Escuchas a la operadora decir: “Cliente pide un taxi. Lleva perro”. Y en un plisplás tienes un vehículo en la puerta. ¿Se dan cuenta de lo que todo eso atrae a un turismo familiar que ni puede, ni quiere, dejar a su mascota en un albergue durante sus vacaciones? Creo que nuestras autoridades deberían potenciar ese hecho en sus campañas de promoción de nuestra ciudad.
A todos ustedes, si me han leído hasta aquí, muchas gracias. Les espero.
Y lo de tener un vecino con unos perros que te despierten a las 4 de la mañana??
Y lo de las calles destrozadas por meadas??
Y lo de tener la playa San Lorenzo abarrotada de perros más allá de la escalera 8??
Y lo de los ataques de perros peligrosos a personas??
De veras queremos ser una ciudad dog friendly??? Queremos ser el cagadero de toda España???