«El presidente popular ha visto claro que era mejor dejar de ser antes de que le clavasen veintidós puñales como a Julio César«
«Una organización que no ha sabido ser alternativa al regionalismo casquista de Carmen Moriyón primero, ni al cesarismo feminista de Ana González después«
En Álvarez Garaya 3 se escucha el ruido de sables. Mariano Marín se va dando el portazo, que es lo más ruidoso que ha hecho desde que fue elegido presidente del Partido Popular de Gijón. Marín se va denunciando amenazas y ha tenido la osadía de comparar a la organización con un circo de fieras y una patética caricatura siciliana. Marín se va rezando a Cherines que pasa los días en el Senado y, como los coroneles, ya no tiene a nadie que le escriba. La derecha ha tenido siempre esta fuerza trágica y dramática, donde la vendetta, el reproche y los cuchillos largos siempre deparan un tercer acto visceral y shakespeareano. Ser o no ser, esa es la cuestión. Pues bien, el presidente popular ha visto claro que era mejor dejar de ser antes de que le clavasen veintidós puñales como a Julio César.
Fernando Fernán Gómez afirmaba que todo actor tiene vocación de protagonista. Mariano Marín nunca ha tenido esa vocación, que es lo que se le exige a cualquier líder político. Sin embargo, como un canto de cisne, su portazo lo ha dibujado como el personaje de esta semana. Mariano siempre ha tenido maneras de contable, miradas de funcionario, andares de monaguillo, un perfil demasiado gris y anodino para los tiempos que corren, pero que no ha dejado de ser también el perfil consecuente con lo que significó el marianismo de Rajoy, un existencialismo de derechas basado en la práctica virtuosa del tancredismo. Marín y Mariano han sido hombres arrojados al tiempo que el propio tiempo fue devorando por inanición o por corrupción, respectivamente. Entre el ser y la nada, se inclinaron por la nada y así andamos.
«Pablo González ya tiene reservado boleto para ocupar el puesto«
Ahora el PP de María Teresa Mallada trata de barrer todo eso en Gijón, intentando reconstruir un proyecto que le permita a su partido ser la alternativa del PSOE y que le devuelva a la organización ese aura que atrajo a casquistas, liberales y una derecha joven y porvenirista tentada en estos momentos tanto por los colores de la bandera enarbolada de VOX como por el color del dólar enarbolado por el viejo capitalismo de siempre. Mallada corre el riesgo de dejarse llevar por la nostalgia política. Sin embargo, creemos que nunca se ha de volver al lugar donde uno ha sido feliz, aunque ese lugar sea una acomodada oposición que ha llevado al PP asturiano hasta la mediocridad.
Mientras Pablo Casado pone a la venta Génova 13, el PP de Mallada pone a la venta la dirección local de su partido en Álvarez Garaya 3. El diputado autonómico y, en otro tiempo, concejal Pablo González ya tiene reservado boleto para ocupar el puesto. De confirmarse esta opción, el economista tendrá por delante el reto de levantar una organización que no ha sabido ser alternativa al regionalismo casquista de Carmen Moriyón primero, ni al cesarismo feminista de Ana González después. Quienes conocen la organización afirman que el objetivo de los próximos dos años será recuperar cuatro concejales y situarse como líderes de la oposición, nunca como alternativa de gobierno. Del proyecto político para los ciudadanos, ni hablamos… En cualquier caso, estaremos atentos.
Víctor Guillot es periodista y colaborador de miGijón
De acuerdo…..
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