Ambas fueron rescatadas tras asesinar un cazador furtivo a su madre. Corría el año 1989, y las oseznas se convirtieron en un estandarte de la conservación de este animal en la Cordillera Cantábrica

Mediante un escueto comunicado, la Fundación Oso de Asturias (FOA) comunicaba este jueves el fallecimiento de Paca, una de las osas cantábricas que desde hace décadas vivía en el cercado de Santo Adriano (Proaza) bajo el cuidado de la Fundación. La muerte del animal se debió a una eutanasia, aplicada para evitar un mayor sufrimiento del ejemplar, y que fue autorizada por el Principado de Asturias, a través de la Consejería de Medio Rural y Política Agraria tras evaluar el último informe veterinario, que revelaba un importante deterioro irreversible de su estado físico. Paca tenía 36 años, una longevidad inusual para un oso pardo, especie que rara vez supera los 20 años de vida en estado salvaje, y desde hace meses sufría una artrosis severa, una patología común en ejemplares de edad avanzada. Su estado había empeorado progresivamente en los últimos días.
La historia de Paca está estrechamente ligada a los esfuerzos de conservación del oso pardo cantábrico y es ya parte también de la historia de Proaza. Junto a su hermana Tola (fallecida en 2018) fue rescatada en 1989 tras quedar huérfana por la acción de un cazador furtivo. Tenían apenas cinco meses de vida cuando fueron localizadas por miembros del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. Fue una operación compleja, con secretos e informaciones de boca en boca, que culminó con el hallazgo de las oseznas escondidas en una vivienda particular. Dos personas fueron entones detenidas acusadas de haber matado a la madre de las oseznas.
Tras su recuperación en centros de otras comunidades autónomas, Paca y Tola volvieron a Asturias en 1996, donde permanecieron desde entonces en el recinto de Santo Adriano, viviendo en un entorno de semilibertad y siendo atendidas por el equipo de la FOA dada la imposibilidad de su reintroducción en la naturaleza. Durante más de tres décadas, ambas se convirtieron en una referencia en la educación ambiental, así como en el emblema de los esfuerzos institucionales por recuperar al oso pardo en la Cordillera Cantábrica. Ahora, y tras la muerte de Paca y el cierre de un capítulo de la historia, solo queda un ejemplar bajo custodia en el cercado: la osa Molina, nacida en 2013.