«Su carrera futbolística fue un tanto atípica. Comenzó a jugar al fútbol de forma federada muy tarde, y lo hizo como defensa central en el juvenil del Atlético León, desde donde fue fichado por la Cultural Leonesa»

Falleció Abel, delantero del mejor Sporting de la historia.
Abel era natural de Boñar e hijo de un suboficial de la Guardia Civil con familia numerosa, nueve eran los hermanos Díez Tejerina. El que llegaría a ser futbolista profesional residió en su localidad natal hasta los nueve años, que fue cuando la familia al completo se trasladó a la capital leonesa, la ciudad originaria de su madre, pero nunca dejó de estar vinculado a la población que le vio nacer. La carrera futbolística de Abel fue un tanto atípica. Comenzó a jugar al fútbol de forma federada muy tarde, y lo hizo como defensa central en el juvenil del Atlético León, desde donde fue fichado por la Cultural Leonesa tras destacar en el Campeonato de España juvenil con la selección Oeste (León, Zamora, Salamanca, Palencia y Valladolid). El joven defensa central firmó un contrato de tres años con la ‘Cultu’, en principio para jugar en su primer curso, la 1971-72, con el filial, y los dos siguientes, con el equipo ‘grande’. Pero lo cierto es que no le fueron bien las cosas.
En el Júpiter tan sólo disputó diez partidos, y solo la mitad de ellos completos. Ni un solo gol, algo tampoco anormal en un zaguero, pero con un descenso a Primera Regional, tras perder la promoción con el C.A. Osasuna Promesas, que lastraría el futuro de alguno de aquellos jóvenes jugadores. Tras ese fatídico primer curso en la entidad culturalista, fue cedido al Real Avilés y comenzó una relación con Asturias que le marcaría para siempre, tanto en su faceta personal como en la profesional. Fue en ese primer año en la ‘villa del Adelantado’ en la que conoció a la que sería su esposa, María Pilar, con la que contrajo matrimonio cuando ninguno de los dos había cumplido aún los veinte años. Además, en ese año cedido cambió su posición en el campo, pasando a jugar como delantero centro. Al finalizar la temporada, en la que el cuadro avilesino salvó la categoría en una agónica promoción contra el Santurce, regresó a León para realizar la pretemporada de la 1973-74 con el primer equipo de la Cultural, y tuvo la suerte de ser descartado por el entonces entrenador del conjunto leonés, el vizcaíno Carmelo Cedrún. Gracias a ello, rescindió el contrato y fichó en propiedad por el Real Avilés, con un compromiso que le ataba para las siguientes tres temporadas.
Fueron años convulsos para el club blanquiazul, con un descenso a la cuarta categoría del fútbol español incluido, pero para Abel, ya entonces consagrado como delantero centro, fueron exitosos en lo personal. Tras un fantástico año con los avilesinos, el último de su contrato, fue el Sporting el que llamó a su puerta, y fue fichado por Enrique Casas para el filial rojiblanco, el Deportivo Gijón. Poco duró en el filial y, en la misma temporada de su llegada, la 1976-77, Vicente Miera le llamó para el primer equipo, haciéndole debutar el 13 de febrero de 1977 en un partido en Castalia frente al Castellón, en el que el conjunto gijonés salió derrotado por 2 a 0. A partir de ahí tuvo una carrera llena de éxitos en el mejor Sporting de la historia. Es cierto que, precisamente, esa situación de equipo legendario en nuestra historia rojiblanca le hizo vivir en una dualidad permanente: tenía por delante a la mejor delantera posible, formada por Morán, Quini y Ferrero, y Abel tuvo que conformarse con un rol muchas veces secundario, destinado a cubrir las bajas que en el ataque sportinguista se produjeran, fundamentalmente como extremo derecha y delantero centro. ¡Y vaya si lo hizo!
Sus números no dejan lugar a dudas. Abel es el máximo goleador copero del conjunto rojiblanco gijonés, 39 goles (uno más de los que erróneamente se le suele adjudicar), y en total contabiliza 277 partidos oficiales disputados con el primer equipo sportinguista, con 82 tantos conseguidos. Además, habría que añadir los 21 partidos jugados en el filial y los 9 goles que anotó como delantero centro del Deportivo Gijón. Unos números de auténtica estrella que hacen justifica a la entrega y buen rendimiento que el futbolista de Boñar siempre regaló a la afición del Sporting. Curiosamente, sus mejores partidos los hizo contra el equipo del que había sido seguidor en su infancia, el Real Madrid. Para el recuerdo del sportinguismo queda su triplete en el Bernabéu, en la victoria por 2 a 3 que dio el pase a los rojiblancos para las semifinales del torneo copero de la temporada 1980-81, aquella de la final contra el Barcelona.
Su marcha, tras ocho años como rojiblanco, vino dada por una oferta de renovación a la baja por una única temporada, que el futbolista rechazó. Perdía un 40% de la ficha, y avisado estaba de que su rol en el equipo pasaría a ser notablemente menor. No aceptó, claro, y se marchó para el Hércules de Alicante, para formar un dúo atacante con la estrella argentina Mario Alberto Kempes. Firmó por un único año, el mejor pagado de su carrera profesional. Y tras su curso por tierras alicantinas regresó al Avilés, claro, a cerrar su círculo como futbolista profesional. Y Abel volvió a rendir a un gran nivel. Poco parecían importarle los años, ni el barro, al de Boñar. Otros dos años en el Real Avilés, con enfrentamiento en partido oficial contra el primer equipo del Sporting incluido. El 17 de septiembre de 1986 la fortuna hizo que el Sporting y el Avilés se enfrentaran en el torneo copero. Venció el Sporting por 0 a 4, con Abel disputando los noventa minutos con la camiseta blanquiazul.
Sus dos temporadas en su segunda etapa como jugador blanquiazul se saldaron con 31 encuentros oficiales disputados y 15 goles la primera, y con 30 partidos y 10 tantos la segunda, en la que el equipo avilesino consiguió el ascenso a Segunda B. Fueron sus últimas campañas como futbolista profesional, aunque aún habría un último equipo, el C.D. San Martín, con el que disputó la segunda vuelta y la promoción de ascenso del curso 1990-91. Lo hizo por la amistad que le unía con el técnico de los de la Cuenca del Nalón, Valentín Piquero, y jugó de forma gratuita. Eso sí, con una pequeña prima por gol conseguido y otra, mayor pero simbólica para un futbolista que había jugado en la élite, de 20.000 pesetas para el caso de lograr el ascenso a Tercera División. Y el San Martín subió tras vencer en la promoción al Astur. En su último club, Abel firmó 3 goles, cerrando su carrera como futbolista con la friolera de 151 tantos.