«Bailar para no dejar a nadie indiferente»: la emoción del flamenco llega a Gijón bajo la luz de las velas

Este sábado 19 de abril, la Colegiata de San Juan Bautista se convierte en escenario de un viaje emocional y artístico desde Andalucía hasta el norte del país con Velas & Candelas, un espectáculo íntimo y lleno de duende. En un enclave histórico que se transformará en un verdadero templo del flamenco, la bailaora Sara Luque invita a vivir una experiencia única, cargada de improvisación, tradición y sentimiento.
“Es un sueño traer una pieza creada en mi tierra, Écija, y poder compartirla con el público gijonés”, cuenta emocionada. Con un repertorio cuidadosamente elegido para reflejar todas las caras del flamenco —desde su raíz más jonda hasta su lado más pintoresco—, Luque busca tocar el alma de quienes se acerquen a disfrutar del taconeo, las palmas y la magia de un arte que no deja indiferente.
¿Qué significa para ti participar en un espectáculo como este, con un formato tan especial e íntimo como el de las velas?
Formar parte de este ciclo de Velas & Candelas supone para mi una ilusión y un reto nuevo en mi carrera. Es mi primera vez actuando en esta tierra y el hecho de poder hacerlo a través de este formato es una verdadera maravilla y para mi supone un regalo poder expresarme y bailaros de esta manera.
¿Cómo ha sido el proceso de selección de los palos flamencos (Sevillanas, Soleás, Bulerías, etc.) que vais a interpretar en este concierto?
Tras conocer el entorno donde íbamos a actuar (pieza clave a la hora de estructurar la actuación), había diversos factores que, en mi opinión, no podía pasar por alto a la hora de elegir el repertorio de palos flamencos: qué carácter de los palos era más apropiado para entorno, qué quiero que se lleve el público, también quería mostrar una variedad dentro de todas las posibilidades y el amplio abanico que ofrece el flamenco y por supuesto, poder mostrar y ofrecerle al publico gijonés una estructura tradicional de tablao donde el flamenco esté presente desde su estado mas jondo al más pintoresco y singular.
En definitiva, poder mostrar en 60 minutos, un espectáculo flamenco en todos los sentidos y variado, sin caer en la estereotipación y el cliché, factor muy importante para mi. Que la gente conozca el flamenco en todas sus facetas: su parte elegante, la parte que sufre, el flamenco que ríe y el flamenco que llora.
¿Hay alguna pieza del repertorio que tenga un significado personal especial para ti?
Si, concretamente el primer baile, es una coreografía inspirada en mi pueblo, Écija, ciudad de bandoleros y leyendas. Para mi tiene un significado especial porque es una coreografía creada para representarla en la Noche Flamenca Ecijana, un festival flamenco de gran renombre y además es una pieza con la que he conseguido varios premios. El poder traerla aquí Gijón es un sueño para mi.
Además, creo que la estética y el carácter de la pieza, y en este caso del palo que es una caña, concuerda mucho con el entorno y el evento y sinceramente creo que no dejará a nadie del público indiferente.
¿Cómo se adapta tu forma de interpretar al espacio tan particular de la Colegiata de San Juan Bautista?
Pues afortunadamente he podido bailar en muchos lugares y algunos de ellos bastante singulares, el hecho nómada de esta profesión hace que nos tengamos que adaptar a cualquier entorno y estemos reinventando coreografías para poder adaptarlas a la magia y el encanto de cada lugar en cuestión. La Colegiata, según lo que he podido ver, tiene un aura especial y tengo muchas ganas de ver cómo el cuadro flamenco suena en este espacio, creo que se va a crear una energía única y todos tenemos muchas ganas de sentirlo. También he de mencionar a Jose Muñoz como organizador en este caso del evento que ha contactado conmigo y que me lo ha puesto muy fácil. Ha confiado plenamente en mi y me ha ofrecido todo lo que tienen a su disposición, un gran profesional que sin duda facilita todo a la hora de trabajar y poder adaptar el espectáculo flamenco al lugar.
¿Qué papel juega la improvisación en una actuación como esta?
La improvisación es un hecho latente y constante en una actuación de flamenco. Siempre hay algo que se deja a la improvisación, a lo que el momento ofrezca, y eso creo es una de las cosas más mágicas que tiene el flamenco. Cada uno de los que estamos actuando es uno mismo en el escenario: ofrecemos y recibimos y todas las propuestas son escuchadas en el momento y se improvisan. La forma de entendernos en el escenario es muy singular, nos parecemos a los músicos de jazz en ese sentido y creo que el público lo va a pasar muy bien con la actuación y hace que el disfrute sea mayor.
¿Cómo descubriste tu vocación por el flamenco?
Esto es una anécdota que siempre cuento. En realidad yo no sabía que quería bailar, mi madre me apuntó a clases de sevillanas -que es lo que normalmente se empieza a aprender antes de flamenco- porque estaba mi mejor amiga en la academia. Una vez allí, mi amiga duró dos meses más y yo siempre tuve claro que yo seguí bailando gracias a mis maestras, que me metieron ese veneno del flamenco en vena y una afición que yo no tenía hasta entonces. Luego, yo siempre lo había visto como mi afición hasta que ya más mayor, con 15 años le dije a mi madre que yo quería bailar más y que quería descubrir más danza, ya que solo había hecho flamenco, y ahí comenzó realmente si puede decirse, mi carrera profesional como bailarina.
¿Qué artistas o referentes han marcado tu estilo?
Para empezar, siempre mis maestros, en especial Lola Soria y Ana Moya, para mi han sido dos columnas claves en mi baile. Luego por supuesto, como aficionada y bailaora me nutro y me encanta ver a grandes maestros como Manuela Carrasco, Carmen Amaya, Concha Vargas, Rafael El Negro o Manuela Vargas y maestros actuales como Jesús Carmona, Eva Yerbabuena, Mercedes de Córdoba o Belén Maya.
Además, creo que no solo mi estilo lo ha ido marcando el flamenco, creo que la danza en sus diversas disciplinas (escuela bolera, danza estilizada, folklore, contemporáneo y danza clásica) ha ido también creando surcos y marcas en mi manera de bailar a medida que iba practicándola y siempre estaré eternamente agradecida por ello.
¿Qué emoción o mensaje intentas transmitir al público cuando estás en el escenario?
No trato de transmitir nada concretamente, yo bailo y siento en función al entorno y lo que mi cuadro me ofrece para poder expresar, lo extrapolo al público y lo que si intento es que este no se quede indiferente. Eso es lo que más miedo me da: un público que ha visto una actuación y no ha sentido ni pensado nada.
Creo que como bailaora lo que más me gusta es el efecto que mi baile provoca en dos personas distintas: cada una lo percibe de una manera y le da que pensar a su forma, y yo feliz de que cale en el público y que algo se mueva dentro de ellos.
¿Crees que espectáculos como este ayudan a acercar el flamenco a nuevas generaciones o públicos que no lo conocen?
Por supuesto. Lo que más tristeza me da es que ya no solo nuevas generaciones, sino el público nacional en general cada vez va menos a ver flamenco. No se a qué puede deberse, quizá al estereotipo creado en el imaginario popular. Ahora están de moda las experiencias y eventos de este calibre y creo que hacen una labor importantísima acercando la cultura a todo tipo de públicos. Estoy muy agradecida de que hayan contado con el flamenco para este evento y rotundamente creo que es una manera súper acertada de poder acercar al público un poquito de flamenco, una de las músicas más importantes e influyentes en el mundo.
¿Qué diferencias notas entre actuar en un teatro convencional y hacerlo en un espacio tan histórico y acústicamente especial como este?
Como he dicho antes, creo que va a tener un aura especial, ya no solo por el sitio sino porque se está organizando todo con tanto mimo y encanto que estoy segurísima de que va tener una energía bonita y única. Nosotros estamos deseando disfrutar en este entorno y que nuestro disfrute llegue al público.
Animo a todo el público de Gijón a que venga a disfrutar con nosotros, estoy segura de que va a ser una noche inolvidable donde entregaremos toda nuestra energía para irnos con ella más cargada aún.