Coordinador técnico del Fondo para la Protección del Lobo Ibérico, reflexiona sobre la realidad de la especie en el Principado y sobre el ingrato papel que le está tocando desempeñar en la liza política

«En el lobo hay una elegancia salvaje, una armonía entre instinto y sabiduría que los humanos hemos olvidado», dice Hélène Grimaud. Es una de las frases destacadas en la página web del Fondo para la Protección del Lobo Ibérico, recién lanzado. Uno de sus coordinadores técnicos es Ernesto Díaz, referencia del ecologismo asturiano. Conversamos con él sobre el vilipendiado animal que se proponen proteger, la armonización de dicha protección con los intereses de los ganaderos y las líneas de trabajo de la campaña.
¿Por qué es preciso proteger al lobo?
La primera razón es ética y moral. Tenemos que proteger a los lobos por la misma razón por la que tenemos que dejar de matar toros en plazas o tirar cabras desde campanarios. No podemos andar a balazos con un animal que hace lo que sabe hacer, que es ser un carnívoro. Se le culpabiliza de matar: bueno, es que los carnívoros matan. El lobo ha evolucionado para ello y juega un rol fundamental en los ecosistemas, como en otras latitudes lo juegan los leones, los tigres o los osos polares. O los tiburones, otro animal demonizado. El papel de los depredadores apicales, que es como se llama a esos carnívoros ubicados en lo alto de la pirámide ecológica que todos aprendimos en la escuela, es fundamental. Y no cabe duda de que nuestra relación con ellos ha sido tortuosa a lo largo de la historia de la humanidad. Producían daños y temores, y hay una teoría muy chula que afirma que los edificios de pisos en altura imitan a las colonias de algunos primates que erigen dormideros en acantilados, para estar a salvo de los leopardos, en África y Asia. Nos ofrece seguridad estar en altura; los resguardos a nivel de suelo son más vulnerables.
Hay cosas atávicas en nuestra relación con el lobo y es normal, pero de ahí a que resolvamos estas diferencias a tiros en 2025… Además, con una saña tremenda por parte de las administraciones en sus manifestaciones públicas, que apuntan incluso a un ánimo de venganza por estos casi cuatro años de protección. El otro día decía Marcelino Marcos, el consejero asturiano: «Nos vamos a poner a actuar ya», como diciendo «perdimos tiempo estos cuatro años y lo vamos a recuperar». Cuando ni los daños se han disparado, ni se ha disparado la población, una cosa que es de sentido común.
Los grandes carnívoros nunca pueden ser muy abundantes.
Claro. Si hubiese dos lobos y un ciervo, ya sabemos lo que pasaría: se acabaría todo en veinticuatro horas. Pero fíjate que, en Galicia, a pesar de que van a sacar también una resolución para matar lobos, el conflicto del lobo no tiene nada que ver con el asturiano. Nada. Es en Asturias donde han aparecido diecinueve lobos ahorcados y decapitados en los últimos diez años, incluso con matanzas de lobos aprobadas. Eso no ha pasado en ninguna otra región: ni en Cantabria, ni en León, ni en Zamora, ni en Galicia, ni en ningún sitio. Solo en Asturias. Y eso es porque se ha creado un clima de descontento, de desatención por parte de los sucesivos gobiernos regionales, que no han atendido a este problema y que lo han avivado.
Ustedes apuntan a que el odio de —algunos— ganaderos a los lobos también es una búsqueda de un chivo expiatorio para problemas más complejos que les afectan como los empresarios que son, en un momento de crisis y vaivenes globales.
Tenemos que empatiza con todas las situaciones. Yo entiendo perfectamente a una ganadera o un ganadero que llega a su finca y se encuentra una oveja patas arriba, muerta por los lobos. Entiendo el quebranto burocrático, emocional y económico. No se trata de decir «¡es que los ganaderos…!». O, como se les ha llegado a llamar, los ganaduros. En la ganadería, también en la extensiva, hay personas de todo pelaje, igual que en el periodismo, en la astrofísica y en el ecologismo. Aquí no se trata de buenos y malos. Por supuesto, hay ganaderos que son unos trepas y que falsifican daños, o incluso pegan fuego al monte, otro de los problemas que padecemos en Asturias. Pero yo creo que la mayoría actúan bien, son profesionales, y tienen muchos problemas. ¿Cuáles? Unos márgenes muchas veces diminutos en los resultados de explotación de su empresa. Tener que recurrir a la compra de piensos o incluso forraje que viene de Castilla o incluso de fuera. La gente dice: «¡Pero si aquí hay hierba!». Pero están entrando todos los meses unos trailers con forraje de fuera. Después, tienen unos enormes problemas en la venta de sus productos. Los ganaderos trabajan para poner en valor sus productos, pero esto se ha perdido en gran parte. El ganadero ya no va a la feria con su xato, ni con su vaca: le viene un intermediario del Alimerka o del Mercadona, o un intermediario de Lérida que se lleva los xatos para engordar allí y que luego los mete en barcos camino de los Emiratos Árabes.
La impersonalización de la economía globalizada.
Sí. Eso también produce un quebranto en las emociones de los ganaderos: ya no lucen sus productos. Van a unos mercados que no conocen, sus productos los consume gente que no conocen, etcétera. Todo eso se junta y produce un desasosiego y un desapego muy grandes. Se sienten parias de una sociedad cada vez más urbana. Y yo me pongo en ese pellejo; en el de alguien de Tineo que cría vacas y que dice: yo al intermediario de Lérida no lo conozco, al consumidor de los Emiratos Árabes no lo conozco, al que me manda piensos desde Argentina no lo conozco, pero al lobo sí, porque lo vi una vez en el monte. Entonces, ¿a quién me cargo? Me cargo al lobo. Si pudiese, a lo mejor tenía una trifulca, verbal aunque fuese, con el de los Emiratos o el de Lérida, pero al único que puedo hacerle algo es al lobo. Efectivamente, es un chivo expiatorio. Yo entiendo al ganadero que caga para el lobo y que se enfada con él. A los que no entiendo es a los políticos de las comunidades autónomas de Asturias o de Cantabria, que han sido los primeros que han salido en tropel a anunciar que van a matar lobos. No entiendo que se dejen llevar por ese juego que es agrotrumpista. Las administraciones públicas son las que deberían preocuparse de señalar que ese no es el problema, que son otros. Mira, el otro día, Mercedes Cruzado, de COAG, en la reunión del comité del lobo dijo claramente: «Yo, desde que tengo mi explotación cercada, no he tenido un daño». ¡Lo dijo Mercedes Cruzado! Es verdad que luego dijo: «53 lobos son pocos»…
Refiriéndose a la cuota de lobos que se va a matar, ¿no?
Sí. «Son pocos, hay que matar más». Claro, tiene eso metido en la cabeza. Pero dijo eso otro delante del consejo. Mi pelea es tratar de que no se maten lobos, pero, al mismo tiempo, aplicar medidas preventivas y de vigilancia que pueden servir para reducir los daños del lobo muchísimo. No sé si has visto el documento del plan del lobo que sacaron. Hay dos fragmentos que son apabullantes.
¿Cuáles?
Uno es referido a la alarma social. La propia Consejería dice: «No tenemos datos de la alarma social, pero si nos vamos a las noticias de prensa, vemos que los daños han aumentado muchísimo». ¡Si vamos a tomar decisiones por lo que sacan determinados diarios regionales alarmistas, con informaciones falsas y escandalosas…! No tiene sentido. Y lo otro es cuando hace referencia a las medidas preventivas que el Principado impulsó en estos tres años y pico del lobo en el listado. Dicen que el Principado ha impulsado cinco cercados en toda la región. Cinco. Eso está en el plan que sacó el consejero el otro día. Hay que tener mucha cara dura para exponer esos datos. Si soy yo, los escondo. Tenemos que meter dinero en prevención, en ayuda, en poner en valor el producto del campo. Llevamos hablando del reto demográfico y de poner en valor el medio rural asturiano toda la vida, pero con muy poco éxito. Aquí no se han hecho cosas como la marca Galicia Calidade, que tuvo mucho éxito y es una marca muy buena porque apela al resultado del trabajo de la gente del campo: trabajamos y sacamos calidad. Eso es lo que quiere un ganadero, como tú y como yo. Yo, cuando trabajo, quiero que de mi curro, más allá de la pasta, me digan: oye, qué curro más bien hecho. Que guste. Pero eso ya no se ve. Antes la gente sacaba pecho por la leche de Asturias, con esa crema, con tal, con no sé qué. Ahora no. Ahora la gente ya ni bebemos leche: bebemos leche de avena o de lo que sea.
¿Qué cosas concretas pueden hacerse para armonizar la protección del lobo y la minimización de los daños a los ganaderos?
Por ejemplo, apostar por recuperar, no sé si total o parcialmente, la presencialidad en la vigilancia del ganado. No puedes tener cincuenta vacas en el monte y no ir a verlos. No con xatos pequeños. Las vacas adultas se defienden bien, que esa es otra: yo he visto lobos pasando entre las vacas adultas y las vacas mirarlos como si pasara un murciélago. Pero cuando tienes xatos recentales, mamando, esos son más vulnerables. Se produce una pequeña estampida y ahí ganan los lobos, está claro. Pero si tú tienes perros vigilando, que los hay buenísimos, que se entrenan con el ganado; si tú tienes sistemas de seguimiento del ganado por GPS, que los hay muy avanzados, que puedes saber dónde está el ganado, para dónde se mueve, dónde están los perros… Claro, yo entiendo que un ganadero que tiene sesenta vacas ya no sabe ni cuál es cada una. Las vacas ya no tienen nombres: eso de Pastora, Serrana…, se acabó. Tienen un crotal en la oreja con un número. Es normal: según funciona el mercado, la gente tiene que tener ese número de ejemplares para ir tirando. Pero, al mismo tiempo, eso no hay quien lo gestione. Cincuenta vacas no son fáciles de manejar. Para un paisano que está solo para todo eso, que no tiene ni vacaciones, ni fines de semana, esto del lobo incrementa ese encabronamiento del que hablábamos. Pero la Administración puede incrementar las ayudas para que se pueda contratar gente que participe en esas labores de seguimiento del ganado.
¿Algo así como serenos del monte?
¡Exacto! Pero es que esto se ha hecho en Pirineos. La Generalitat y el Gobierno francés han subvencionado el pastoreo presencial, personas a las que se paga con dinero público en zonas de oso, y ha funcionado bien. Es generar puestos de trabajo en el medio rural y afrontar el reto demográfico: todo son ventajas. Mira, yo conocí por motivos familiares el mercado de leche de Tineo cuando explotaba; cuando se pasó de la ganadería de cinco vaques roxes a tener quince, dieciocho, veinte vacas de leche. Entonces estaba la Reny Picot, la Central, Danone, Lagisa, La Polesa…, comprando leche. Se pagaba bien y la gente pasó de las cuatro vacas roxas a las veinte pintas, a comprar una cuba enfriadora, un silo, un tractor que al principio era un Pascual y luego un Ebro de ciento cincuenta caballos… Empezaron también a plantar gramíneas específicas o tréboles para alimentar al ganado de leche, a comprar piensos enriquecidos, se hicieron unas naves de la hostia, se compró maquinaria. bla, bla, bla. Fíjate qué cambio cultural se produjo. Pero hace veinte años, cambian las tornas, la leche se va a tomar por saco; entra en decadencia en Asturias. Y la gente vuelve a cambiar. Todo ese ganado de leche, ahora nos olvidamos de él y nos vamos al de carne en extensivo; echamos a las vacas al monte y en vez de veinte son sesenta. Todos esos cambios, esas evoluciones, han sucedido en poco tiempo en el medio rural y los hemos abordado con cierta naturalidad. ¿Cómo no vamos a poder abordar este otro cambio de poder convivir con la fauna salvaje de forma que no haya que recurrir al plomo?
Es uno de los tres coordinadores técnicos del Fondo para la Protección del Lobo Ibérico, recién lanzado. Están recaudando fondos.
Arrancamos con un primer fogonazo esta primera semana. Ya estamos en los veinticuatro mil euros a pesar del apagón de veinticuatro horas sin operaciones. El objetivo es pasar de los doscientos mil euros. Hemos recibido más de quinientas donaciones, y hay más de treinta entidades de los dos países que apoyan la iniciativa.
¿Solo españolas, o españolas y portuguesas?
De España y Portugal. Ayer nos entró una petición preciosa de una compañía de teatro portuguesa que quiere hacer una obra benéfica en mayo, a beneficio del proyecto. Hay un técnico portugués en el proyecto, Duarte Cadete, que es biólogo de seguimiento de lobos allá.
¿Cuáles son, serán, sus líneas de trabajo?
El objetivo es destinar casi el cincuenta por ciento del dinero al capítulo jurídico y legal. Tenemos a uno de los mejores abogados ambientales de España, Jaime Doreste, que estuvo metido en dos casos muy sonoros: el primer pleito climático contra la falta de ambición del Estado español en materia de reducción de emisiones y el del Algarrobico. Estamos iniciando ya todos los trámites para meternos a distintos recursos y vamos a ir a anunciando cosas en estos días. El otro cincuenta por ciento del presupuesto se va a destinar a acciones de comunicación, educativas y de mediación social.
Los conflictos se resuelven con mediación social. Hace treinta años, había un trastazo en un semáforo entre dos coches y era habitual que dos paisanos se enzarzasen a insultos y a hostias, pero yo no me acuerdo de la última vez que vi una tangana de estas. Se inventó el parte amistoso de accidentes y hubo una campaña pública de la DGT: el papelín azul para usted, el amarillo para el otro y el blanco para la aseguradora. Eso es mediación social. El éxito de nuestra campaña va a residir en que seamos capaces de impulsar esas acciones para resolver el conflicto de forma amistosa. Esto va al largo plazo, ¿eh? No se cambia de hoy para mañana. ¿Y quién hace eso? Lo tienen que hacer expertos: sociólogos, psicólogos sociales, gente que sabe resolver situaciones de conflicto. Y para eso hace falta pasta, porque las consultoras, pues cobran, como todo el mundo. Como los ganaderos, como tú, como yo, como todo dios.
Luego, hay otra serie de gastos destinados a educación ambiental. Vamos a intentar crear una bolsa de treinta mil euros para ayudar a pequeñas entidades locales ecologistas, pero también a ganaderos, a que hagan acciones de defensa del lobo. Porque los hay, ¿eh? Hay algunos ejemplos. En fin, yo soy optimista. El trabajo es monumental. Y mira, aunque ahora empiecen a matar lobos, la guerra contra el lobo la van a terminar perdiendo, ya sea en los tribunales o por fuerza de la propia insistencia de la naturaleza. Llevamos cuarenta años matando lobos en Asturias, y antes muchos más, y los lobos, esto no sé si es bueno decirlo, pero es así: aguantan. Aguantan tiritando, claro. Quedan unas pocas manadas nada más. Pero el lobo como especie aguanta y los lobos van a sobrevivir a Barbón, a Marcelino Marcos y a María Santísima, igual que las cucarachas a una bomba nuclear. Nosotros le vamos a ayudar a aguantar. No queda otra: hay que mandar a esta gente a casa. Os vamos a mandar a casa: por violentos y por inútiles.
Este individuo vive de los lobos, pero seguro que el no pone un euro para pagar los daños del lobo, los ingresos de ganaderos, juntas vecinales por los ingresos que para estas juntas supone el coto de caza, están siendo eswuilmados por los lobos.
Si tanto beneficio le Dan a el los lobos que pague equipos de captura y les lleve a Cataluña, Andalucía, Canarias y todas aquellas comunidades que no tiene lobos. Jeta que eres un jeta y vividor.
Primer troll 🙂
Si has leído la entrevista, está claro que no has entendido nada, o no te interesa entenderlo.