El presidente de la entidad solidaria detalla los entresijos de su labor, y hace un llamamiento a la incorporación de más personal, admitiendo que «necesitamos socios»

Ignacio Blanco Rodríguez es el presidente en funciones de la Asociación Gijonesa de la Caridad, la Cocina Económica. Este profesor de matemáticas jubilado ocupa todo su tiempo libre en continuar con la labor de su antecesor, el fallecido Luis Torres. Aquí nos cuenta las necesidades con las que se enfrentan día a día tanto él como los voluntarios y trabajadores que atienden a esta gran comunidad de la caridad, y que conecta con una red de asociaciones del mismo carácter, todas ellas apoyadas por la Fundación Municipal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Gijón.
¿Cuándo tendrán lugar esas nuevas elecciones?
No nos urge, por eso no tenemos fecha. Porque, operativamente, seguimos funcionando. Además, estamos haciendo una reforma de los estatutos, entre otras cosas, y eso es la prioridad.
Tienen demasiadas cosas urgentes, ¿verdad?
Pues sí, y lo de hacer elecciones es una mera formalidad. Nos centramos en lo urgente.
Ahora mismo el director es Rafael Piñera.
Eso es. Él es el director del personal y el responsable de la gestión profesional de la casa. Yo, como presidente, lo que hago es coordinar el trabajo de la Junta Directiva, en la que somos todos voluntarios.
¿Cuántos son?
Ahora mismo, catorce.
Como curiosidad… ¿Qué hace un profesor de matemáticas coordinando la Cocina Económica?
Mire, yo a Luis Torres, el anterior presidente, lo conocía porque les daba clase a sus hijos en el Colegio ‘Los Robles’. Ahí establecimos una relación de amistad; él era presidente de la asociación de padres del colegio. Colaboramos mucho en infinidad de aspectos.
Le pasó el testigo.
¡Bueno! Digamos que Luis andaba buscando un relevo. Ya estaba muy mayor, y me planteó que pasara por aquí a echar una mano, sin más.
Y aquí está.
(Se ríe) Sí, más o menos. Pero le digo que es un trabajo apasionante.
Y de fondo…
El mensaje que dejó Torres es el de buscar colaboradores, y eso hice desde un principio.
¡Ya! Porque, realmente, la ciudad conoce la entidad por ser un comedor social, pero el conjunto abarca muchísimo más. Esto es como un pueblo en el centro de Gijón…
Y, fíjese, el primer sorprendido fui yo mismo cuando llegué aquí. El comedor social es la actividad que más gente atiende, pero es una parte mínima de todo lo que aquí se gestiona. Los recursos residenciales son importantísimos.
Háblenos de eso.
Aquí viven cincuenta personas, de media. Tenemos un centro de primera acogida para personas que están en proceso de desintoxicación y a las que acompañamos las veinticuatro horas del día. Contamos con una residencia de media estancia, donde viven casi veinte personas. Familias en emergencia; sobre todo, madres con niños pequeños.
Y cuentan también con cuatro apartamentos.
En ellos viven temporalmente, sobre todo, madres con niños pequeños, que están en riesgo.
Sin ahondar en el perfil de nadie, ¿de qué tipo de riesgo estamos hablando?
Maltratos, personas con enfermedades mentales, madres amenazadas…
Con necesidad de protección.
Eso es. Los periodos de acogimiento son, mínimo, de seis meses. Y lo mismo para las demás personas que le he dicho que viven temporalmente aquí.
¿Cómo les ayudan?
Pues con asesoramiento, para que encuentren un trabajo, y también con un proceso educativo, con la trabajadora social con la que contamos, para que puedan rehacer su vida.
¿Hay gente que viene con trabajo?
También, aunque suelen ser trabajos inestables y precarios. Y le digo que en la mayoría son de aquí.
Esa puntualización es muy importante, porque parece que esos problemas solo atañan a los inmigrantes.
Pues no. La gente que acude a estos recursos sociales es porque realmente lo necesita. Hay unas historias sociales tremendas. Le digo que el primer sorprendido fui yo, al llegar aquí por primera vez. Que nadie pienses que está libre de necesitar algo similar…
Es curioso, la vida a veces da estas lecciones y, fíjese, desde fuera parece que solo dan comidas o cenas.
Por eso agradecemos tanto la difusión que se nos dé. Esto no es solo un comedor social. Tenemos un ropero donde todo el que quiera puede traernos ropa. Y quiero destacar que, gracias a un matrimonio de odontólogos, Salvador Alonso y Soledad Espías, contamos con una clínica dental.
¿La cedieron?
No, solo nos donaron toda la instalación. Vienen a atender a quien lo necesite gratuitamente, dos días a la semana. Y a ellos se han unido más profesionales del sector; concretamente, tres dentistas.
Quedando claro esto, cuéntenos cuantas comidas y cenas dan a diario, para que la gente se haga una idea.
Unas trescientas comidas y doscientas y pico cenas. Como dice el director, “damos todos los días tres bodas”.
¡Madre mía!
Por eso necesitamos, sobre todo, socios.
Pues este es su momento, como presidente de la Asociación Gijonesa de la Caridad.
En nuestra página web (Asociación gijonesa de caridad. Cocina económica. Colabora con nosotros) pueden hacerse socios y aportan lo que quieran, porque lo que realmente necesitamos es saber con lo que contamos cada mes. Es decir, tener ingresos fijos.
La Cocina Económica necesita dinero.
Correcto. A pesar de tener casi mil socios e infinidad de voluntarios, necesitamos, repito, saber con lo que contamos cada mes.
Pues, gente solidaria de Gijón, ya saben dónde y cómo colaborar con este emblema de la ciudad.