Cerca de un millar de personas se sumó a la segunda edición de esta iniciativa, concebida para apoyar el proyecto ‘Apoyo a personas con discapacidad’, y que, como el año pasado, ofreció un recital de buenos momentos, anécdotas e integración
Que Gijón es una ciudad solidaria es una afirmación que, a estas alturas de la historia, pocos serían capaces de discutir. Y ayer domingo ese espíritu volvió a quedar sobradamente demostrado. En su segunda edición, y superando el triunfo cosechado el año previo, más de un millar de personas llenaron las calles y plazas de la urbe asturiana para participar en la II Marcha Solidaria de Cruz Roja, organizada por la Asamblea Local de dicha entidad y que, en esta ocasión, sirvió para visibilizar socialmente, e impulsar económicamente, el proyecto ‘Apoyo a personas con discapacidad’. El mismo al que, de hecho, irá destinado todo el dinero recaudado con las inscripciones, y que estuvo presente en todo momento en las mentes de los asistentes, que ofrecieron un verdadero recital de momentos en aras de la total integración.
No hubo que lamentar incidentes de ningún tipo, y a las once de la mañana, tal como estaba previsto, los participantes comenzaron a partir desde los Jardines del Náutico, distribuidos en los dos recorridos previstos: uno, de 1,2 kilómetros, y otros, más exigente, de 4,5. Adultos y niños, hombres y mujeres, sin contar un buen número de personas con distintas formas de discapacidad, se embutieron en las camisetas rojas identificativas, y echaron a andar a orillas de la playa de San Lorenzo. Entre ellos, no fue difícil identificar rostros conocidos, como el de José María Lana, presidente de Cruz Roja en Asturias; José Ramón González, su homólogo al frente de la Asamblea Local; Celia Fernández, vicepresidenta de la Junta General del Principado; varios concejales de la Corporación municipal, o la mismísima alcaldesa de Gijón , Carmen Moriyón. Y, como en eventos como el de ayer lo importante es participar, y no ganar, todos cruzaron la línea de meta cargados de buen espíritu y un puñado de anécdotas, convencidos, por encima de cualquier otro factor, de haber aportado su grano de arena a una causa tan solidaria como necesaria.
			
			
                                


