El acuerdo político en torno al soterramiento y la estación intermodal en los alrededores del Museo de Ferrocarril ha sido roto de manera unilateral por Ana González
Me gusta pasear por Sanz Crespo. Es una buena metáfora de lo que pudo ser y no ha sido, como los viejos amantes que no volvieron a verse hasta que pasaron 40 años, como el amor en los tiempos del cólera. Siempre nos queda un recuerdo de los besos que no nos dimos, el verbo que no pronunciamos y todos los proyectos en común que se fueron por el sumidero del desencanto. Algo así sucede con el soterramiento de las vías, con la estación intermodal, con la centralidad metafísica e intangible que abruma los discursos políticos de los partidos.
La alcaldesa de Gijón ha roto el consenso de 2019. El acuerdo político que congregaba la unidad de todos los partidos en torno al soterramiento y la estación intermodal en los alrededores del Museo de Ferrocarril ha sido roto de manera unilateral por Ana González. Dice la regidora que la situación económica tras el comienzo de la pandemia no es la misma que la de entonces y que el ministerio propone que nos ahorremos unos cuantos millones de euros ampliando la que hasta ahora ofrece sus servicios de forma provisional.
La provisionalidad en Gijón suele ser muy relativa y como ya dijimos entonces, aquella estación pequeña y pobretona vendría para quedarse por los siglos de los siglos. Uno cree que la estación es la menos importante de nuestros problemas. Lo que vivimos como una condena es la brecha que separa La Calzada y el Natahoyo del resto de Gijón. Gijón se comporta en muchas ocasiones, cada vez más, como dos ciudades con vidas paralelas.
«Hablar, hablar y hablar más hasta comprometer a todos los partidos en un proyecto que redefina este Gijón invertebrado»
Pero el consenso se ha roto y creemos que es grave. La gravedad se sustancia en el deterioro de nuestras instituciones, en la escasa credibilidad de las decisiones que adopta, en la provisionalidad de sus normas, gestos, propuestas y eso, definitivamente, repercute en la sentido que aportamos a la política que, en Gijón, de manos de la alcaldesa, no resuelve problemas, al contrario, parece que los amplifica. No hay un solo partido, salvo el que gobierna con ella, que apueste por las dos propuestas del Ministerio de Ávalos. El valenciano que se paseó por la plaza mayor, megáfono en mano, asumiendo y garantizando la viabilidad del Consenso de 2019, hoy ni está ni se le espera para dar el mismo tipo de explicaciones. Los hiperliderazgos tienen esto.
Pero la jugada es maestra, porque tanto la Alcaldesa como el Ministro nos están colocando contra la pared. O yo o la nada. No parecen tener en cuenta que quienes pierden no son solo los ciudadanos, sino la política en sí. Con una alcaldesa tan envalentonada para tantas otras cosas, quizá debería Ana González convocar a todos los partidos y redefinir las prioridades de la obra atendiendo a las nuevas circunstancias, si es que la realidad, tan terca, nos obliga efectivamente a ello. Hablar, hablar y hablar más hasta comprometer a todos los partidos en un proyecto que redefina este Gijón invertebrado desde el convencimiento de todos. A lo mejor, a falta de compromisos, habría que buscar otras formas de salvar la ropa, y aquí la ropa es nuestra democracia local, sometiendo a referéndum la continuidad del acuerdo firmado hace dos años o la nueva normalidad urbanística que se pretende desde Madrid. Qué decida el sentido común de nuestros vecinos. Veremos.
Humillante para Gijón. Da mucha vergüenza lo que se está haciendo
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