Además del propio entrenador, antes, durante y después del partido contra el Inter de Milán decenas de aficionados del conjunto francés dedicaron un recuerdo a la pequeña, fallecida en 2019, con sólo nueve años

Se cuentan por cientos los instantes para el recuerdo legados por la final de la Champions League que el pasado sábado, en el Allianza Arena de Munich, disputaron el Paris-Saint Germain (PSG) y el Inter de Milán. La aplastante victoria del equipo francés sobre su rival italiano, por cinco goles a cero; el multitudinario recibimiento a los héroes del esférico dispensado por sus compatriotas a su regreso a casa; los inevitables disturbios provocados por las celebraciones en suelo galo, que se cobraron dos vidas… Y Xana. Siempre Xana. No una cualquiera, sino la hija de Luis Enrique Martínez García, fallecida a causa de un osteosarcoma en 2019, cuando apenas contaba nueve años, y, desde entonces, permanentemente presente en el recuerdo del entrenador gijonés. El mismo que llevó al PSG al éxito supremo hace apenas dos días, y que, durante y después del partido, quiso rendir un merecido homenaje a la pequeña. Y no fue el único que lo hizo.
Ya en los momentos previos al encuentro Luis Enrique, en atención a los medios de comunicación, echó la vista atrás, hacia aquella final de la Champions de 2014-15 en la que el FC Barcelona, que entonces entrenaba, se impuso a la Juventud en Berlín por tres goles a uno. Instantes después la pequeña Xana, ataviada con una camiseta ‘rojigualda’, bajaba al terreno de juego sosteniendo una bandera del Barça que su padre, emocionado, le ayudó a colocar. «Tengo el deseo de poder hacer los mismo con el PSG; no estará mi hija físicamente, pero estará espiritualmente«, admitió el sábado el asturiano, instantes antes del inicio del duelo con el Inter. Y así fue. Nada más concluir el encuentro con los italianos, y con las grada francesa exaltada por el triunfo, Luis Enrique se atavió con una camiseta negra decorada con un original dibujo de aquella estampa, ocurrida casi una década atrás, aunque cambiando los colores del conjunto catalán por los del PSG.

Ahora bien, los homenajes a Xana no se limitaron al que fuese su padre. Varios aficionados galos desplegaron una gigantesca pancarta recreando el icónico momento, y no faltaron los gritos de ánimo y recuerdo emitidos por la afición del PSG. Por su parte el gijonés, agradecido, se confesó «muy contento por el detalle, que es muy bonito», aunque aprovechó para hacer un tierno matiz largamente repetido: «No necesito ganar un trofeo para sentir a mi hija. Ella está todos los días conmigo«.