Se enfrenta en los próximos meses a un nuevo cambio de uso en sus funciones, lo que es de celebrar dado que seguirá siendo un edificio útil para la ciudad

Esta semana, en la sección de edificios de Gijón, quiero hablaros del actual Museo Nicanor Piñole. De este edificio, y del que tiene justo al lado, una vivienda unifamiliar a modo de palacete. El primero se enfrenta en los próximos meses a un nuevo cambio de uso en sus funciones, lo que es de celebrar dado que seguirá siendo un edificio útil para la ciudad, para el Ayuntamiento y para todos nosotros como ciudadanos. El segundo, en manos privadas, lleva ya demasiadas décadas en un estado calamitoso del que no parece que vaya a salir en un futuro próximo.
El actual edificio que alberga el Museo Nicanor Piñole fue diseñado en 1902 por el entonces arquitecto municipal, Luis Bellido, a petición del industrial Mariano Suárez Pola, que en su testamento recogía la petición al Ayuntamiento de Gijón de que construyese, con los fondos donados por él, una escuela y espacio de estancia para niños huérfanos. De ahí que se pasase a llamar Asilo Pola. Tras la dimisión de Bellido, la ejecución y remate de este compacto y bello edificio, de estilo ecléctico, recayó en el arquitecto municipal que sustituyo a Bellido, Miguel García de la Cruz, quién parece que le dio un toque un tanto más ‘moderno’ al remate final de las obras. No obstante, de aquello solo queda la piel exterior, dado que en 1991 el antiguo Asilo Pola pasó a convertirse en el actual Museo Nicanor Piñole, espacio en el que se recepcionó la colección de pinturas y dibujos que la viuda de Nicanor Piñole, Enriqueta Ceñal Costales, donó a la ciudad de Gijón, con la condición de que todos ellos estuvieran siempre dentro de un mismo espacio museístico dedicado a recordar el arte de Nicanor Piñole. Artista que vivió, dicho sea de paso, en el edificio que ocupaba la manzana justo enfrente del museo, que delimitan la calle Covadonga, la calle Pelayo y la calle Anselmo Cifuentes. Un edificio catalogado y protegido, al igual que el museo y el palacete, que ha sido derruido recientemente en su totalidad. Pero esa es otra historia.
El actual museo -más bien las obras que conserva- parece que van a trasladarse a un edificio -por construir- anejo a Tabacalera, y pasará a albergar, reforma de un millón de euros mediante, la sede de la Oficina de Igualdad del Ayuntamiento. Un nuevo uso, como decíamos al inicio, que preservará el de este elegante y coqueto edificio. Y es precisamente esta inversión y cambio de uso del Museo de Nicanor Piñole lo que debería abrir la posibilidad a debatir, en el ámbito municipal, la adquisición para uso público del palacete modernista adyacente. Esta vivienda unifamiliar exenta, que representa prácticamente el único caso que queda en el municipio de Gijón de esta tipología y estilo, es obra de otro de los grandes de la arquitectura gijonesa: el gran Manuel del Busto. Construida en 1907, de estilo modernista y repleta de detalles -como su tejado a cuatro aguas y multicolor, o sus fachadas profusamente decoradas, sus detalles de forja y su suntuoso y original interior-, lleva décadas en un estado bastante deficitario que salta a la vista. Sin entrar en el detalle habitual de que los servicios urbanísticos del Ayuntamiento deberían exigir a la propiedad que se encargasen de que un bien catalogado y protegido al más alto nivel del Catálogo Urbanístico gijonés no esté en ese estado, quizá la operación de transformación aledaña del museo podría lograr que la propiedad y el Ayuntamiento llegasen a un acuerdo, y el Consistorio se hiciera con él, o al menos con su alquiler, por varias décadas (al igual que ocurre, por ejemplo, con la Casa Paquet) y poder intervenir en mantenerlo y dotarlo de funciones, que ya vendrían además dadas con las necesidades de espacio que requerirá la Oficina de Igualdad.
Una oportunidad que al parecer ya se le presentó a la actual alcaldesa en 2011, en su primer año de mandato, con una operación bastante cerrada por la anterior corporación, que sin embargo la actual presidenta de Foro desdeñó. Un error que puede ser solventado en la actualidad o, por el contrario, una nueva oportunidad perdida de recuperar valor, historia y patrimonio para Gijón.
Veremos qué ocurre.