«Estamos como mucho a tiempo de frenar las peores consecuencias del cambio climático, ni en broma a revertirlo», advierte la bióloga y divulgadora, que estuvo presente en la primera jornada del IX Congreso Forestal Español que se celebra en Gijón hasta el vienres para dar la ponencia ‘El hombre y la Tierra’, «un pequeño homenaje a mi padre»
Se confiesa una enamorada de Asturias, hasta el punto de tener un terreno en Redes donde vislumbra una futura jubilación rodeada de verde y naturaleza, su motor vital. Lo lleva en la sangre, porque su padre fue el amigo de toda un generación a la que cambió la visión sobre la relación entre el ser humano y su entorno. Hablamos de Odile Rodríguez de la Fuente (Madrid, 1973), hija pequeña del naturalista que nos dejó en 1980 a la temprada edad de 52 años por un accidente aéreo en Alaska cuando hacía lo que más le gustaba, quien atendió a miGijón pocas horas después de su intervención ayer como ponente invitada en la primera jornada del IX Congreso Forestal Español que se está celebrando en el Palacio de Congresos del Recinto Ferial Luis Adaro.
El motivo de su presencia en la ciudad es la ponencia que dio este lunes, de nombre ‘El hombre y la Tierra’. ¿En qué se centró?
Sí, en ella quería hacer un pequeño homenaje a mi padre, porque muchos de los forestales son niños de Félix, coger la esencia de ese mensaje. A mi padre lo que le obsesionaba era generar una nueva conciencia de respeto hacia la naturaleza, con una visión en la que el ser humano pueda llegar a tener una relación de armonía con ella.
Tirando de ese hilo, en primer lugar he expuesto cuál es el impacto que hemos causado los seres humanos a nivel planetario y qué nos ha traído también este desarrollo increíble de los últimos 70 años en el campo tecnológico y ciéntifico que nos brinda nuevas herramientas para entender mejor el mundo en el que vivimos. He compartido con ellos algunos de los temas de ciencia de vanguardia sobre el sistema duoplanetario, sobre los animales, sobre los ecosistemas, sobre las plantas, los hongos… Y a partir de ahí, les he hablado de dónde está el ser humano en todo este cuadro.
El objetivo es que nos reintegremos y que dejemos de vernos como una parte separada de la naturaleza; reintegrarnos significa que el ser humano puede gestionar y debe de gestionar, siempre y cuando atienda a las leyes de la naturaleza. Incluso, el ser humano debe de apostar por regenerar los entornos degradados y por producir biodiversidad; que nos convirtamos en una especie clave.
Es importante mantener los ecosistemas como protección contra el cambio climático, ¿cierto?
Exacto, también formaba parte de la charla los servicios que nos brindan los ecosistemas, cómo la naturaleza es sabia, porque lleva cerca de cuatro mil millones de años funcionando y, a través de la prueba y del error, ha generado un sistema planetario que se autoregula y en el que la vida conduce a más vida. Nosotros lo único que tenemos que hacer es observarla, imitarla en muchísimos sentidos, y dejar que la naturaleza nos cuide. Tenemos que contribuir a regenerar todo lo que hemos perdido, por poner un ejemplo el 80 % de los humedales, que son los riñones del planeta, productores de biodiversidad, que tienen muchísimos sumideros de dióxido de carbono, y en este punto de inflexión es urgente recuperar y regenerar naturaleza, y que el ser humano pase tanto a custodiar como gestionar como una parte más de la naturaleza, utilizándola e imitándola.
¿Estamos a tiempo de revertir ese cambio climático?
Revertirlo no, ni en broma. Estamos como mucho a tiempo de frenar sus peores consecuencias. Luego, si hay una cosa que sabemos es que la naturaleza siempre nos sorprende, parece que sabemos muchísimo pero en realidad sabemos una milésima parte de lo maravillosamente compleja y extraordinaria que es y el mundo en el que vivimos: espacios que decías «esto es irrecuperable», resulta que, a nada que uno ponga, tiene una capacidad de volver asombrosa. Quizás nos pueda sorprender si remamos a favor de la naturaleza y no en contra, como estamos haciendo actualmente.
«Espacios que decías ‘esto es irrecuperable’, resulta que, a nada que uno ponga, tiene una capacidad de volver asombrosa. Quizás nos pueda sorprender si remamos a favor de la naturaleza y no en contra, como estamos haciendo actualmente»
¿Quién debe responsabilizarse de propiciar esa modificación del rumbo que estamos llevando?
Es responsabilidad de todo el mundo. Esto es un cambio de conciencia individual que dará lugar a cambios colectivos, desde el ámbito privado, al público, vecinos, municipios… En todos los ámbitos tiene que haber un cambio de conciencia, pero primero tiene que ocurrir a nivel individual, porque si algo te viene impuesto de arriba a abajo, como estamos viendo que está ocurriendo, hay mucha gente que le da la espalda, porque no lo entiende, porque no lo hace suyo. Entonces es muy importante divulgar y seducir a través de la divulgación, más que imponer.
La persona que esté leyendo esta entrevista, ¿qué puede hacer para contribuir a ello?
Por encima de todo le diría a la gente en general es que salga más a la naturaleza. Ustedes en Asturias lo tienen facilísimo. Ése es el primer gran paso: asombrarte ante el milagro que implica estar vivo y poder reflexionar, pensar, y darte cuanta que estás aquí; asombrarte ante el mundo en el que vives y la suerte que tienes de estar vivo y rodearte de gente que quieres. Y todo eso empieza ya a generar un vínculo y una sensibilidad hacia la naturaleza que va a hacer que si se va a generar un impacto en tu municipio, tú te levantes y digas «esto no puede ser así». O si te das cuentas que puedes reciclar, lo hagas; no por obligación o porque lo separen luego los camiones. «Yo lo hago porque me sale hacerlo, porque me siento mejor haciéndolo», eso es lo que hay que conseguir, que la gente se dé cuenta de que tener un vínculo con la naturaleza y respetarla les beneficia individualmente, en su estado anímico o de salud, en todos los sentidos. Es algo que tienen que hacer por ellos y luego por todos los demás y por el planeta.
En lo que respecta a los entornos naturales asturianos, ¿qué es lo que más le gusta?
De Asturias me gusta todo, para qué voy a mentir. Me gusta mucho la costa, aunque es verdad que en mi vida he pasado más tiempo en la costa cantábrica, que a lo mejor es más dulce que la costa asturiana, y sobre todo lo que más me ha tirado siempre ha sido el monte de Asturias, y muy especialmente toda la zona del Parque Natural de Redes. Me enamoré desde el primer momento en el que lo conocí y de hecho tenemos ahí un ‘terrenín’ y esperamos ir ahorrando para el día de mañana poder jubilarnos ahí. Tengo muy buenos amigos asturianos y cuando cruzo la carretera, la montaña, y me empieza a venir el olor a boñiga, empiezo a pensar en que me tengo que zampar unos huevos fritos con picadillo y con patatas, que es mi bienvenida. Mis recuerdos de Asturias son siempre maravillosos y siempre he pensado que debo de tener sangre asturiana por algún lado, porque no es normal cómo me siento de bien aquí en Asturias.
Uno de los problemas que vienen afectando a Asturias y al resto de la Península Ibérica en los últimos años, vinculado también al cambio climático, son la proliferación de incendios forestales.
Es un drama en un país como el nuestro, en el que tenemos un porcentaje muy alto de monte, y que va a más; donde hay un cambio climático, suben las temperaturas y se crean condiciones de mucho estrés hídrico en momentos determinados del año que pueden dar lugar a los famosos incendios de sexta generación. Lo que está claro es que hay que hacer una buena planificación con tiempo. No solamente se tiene que invertir en cómo sofocar un incendio, que es clave también, hay que también desbrozar el monte, reactivar la ganadería de extensivo, que es fundamental. Siempre he dicho que si no existieran los ganaderos habría que crearlos, empezar a poner en valor que no solamente están generando carne, sino que están limpiando el monte, generando biodiversidad, están gestionando el entorno de forma tradicional; atesoran cultural y forman parte de nuestra identidad. Hay que dar muchísimo más apoyo al ganadero en extensivo.
«No solamente se tiene que invertir en cómo sofocar un incendio, que es clave también; hay que también desbrozar el monte, reactivar la ganadería de extensivo, que es fundamental»
Los ataques del lobo es quizás el principal caballo de batalla del sector ganadero en Asturias, una especie de la que su padre fue un gran defensor. ¿Cómo ha de gestionarse este asunto?
Yo siempre me voy a poner del lado del ganadero, igual que lo hizo mi padre en vida. Su frase más famosa alrededor del lobo es que «el lobo viva donde pueda y donde deba vivir». Mi padre nunca dijo que no se debería hacer un control, sobre todo de individuos que atacaran de manera reiterada. De lo que se trata es poner las piezas necesarias para que el lobo vaya reconquistando la Península Ibérica, pero no a costa de la ganadería. Cuanto más se apoye, se reconozca la ganadería y se les dé las herramientas para convivir con el conflicto que a veces genera la fauna depredadora, mejor será para el lobo, para el oso y para todas la especies que tenemos que puedan generar un conflicto con la ganadería en extensivo. Apoyar a la ganadería es apoyar también a nuestra fauna salvaje, con mucho sentido común, sin politizar este tema con otros fines que sabemos interesados.
Depués de presidir la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente desde 2004 hasta 2017, sigue centrando su carrera profesional en la divulgación. ¿Es importante educar en estos valores?
Sí, hago conferencias; narraciones, como la que he hecho para una película para cine de Doñana; ahora acabo de sacar un libro, que se llama ‘Somos naturaleza’; una colaboración semanal en Radio Nacional… Multitud de cosas diferentes, pero siempre muy centrada en divulgación. La educación es una de las claves de la transición y por la que menos se está apostando: educación, sensibilización, divulgación…, todo lo que sea empoderar a la ciudadanía con formación e información para que no se nos manipule tanto y no se utilicen políticamente o con fines crematísticos cosas que no deberían de utilizarse. Hace mucha falta formar e informar a la gente.
