La instalación, ya en marcha, se centrará en los recipientes de desechos orgánicos y de la ‘fracción resto’; paralelamente, se contratará a cinco oficiales de primera extra para el servicio de residuos sólidos urbanos, y se adquirirá un nuevo camión lavacontenedores

El ‘enemigo invisible’ de Gijón no es la radiación, como en la ucraniana Chernobyl, ni algún que otro gas en suspensión, como en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial… Es la peste. No la enfermedad, sino el mal olor que desprender no pocos de los contenedores que la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (EMULSA) mantiene desplegados en la ciudad. Y con las quejas vecinales sucediéndose, la citada compañía ha decidido tomar cartas en el asunto, y destinar refuerzos a la lucha contra ese problema que ya se libra mediante baldeos y lavados periódicos, tanto empleando medios propios como externos. ¿Qué refuerzos? Pues hasta 1.500 placas antiolor que se colocarán en los recipientes destinados a desechos orgánicos y a la llamada ‘fracción resto’, y que, en estos momentos, ya han comenzado a ser instaladas. Paralelamente, se ampliará el servicio de recogida de residuos sólidos urbanos contratando a otros cinco oficiales de primera, y se adquirirá un nuevo camión lavacontenedores.
Por lo que se refiere a las placas, la totalidad de ellas ha requerido un desembolso de 84.796 euros, aunque en esta primera fase de colocarán 240, concentrándolas en aquellos recipientes en los que se han detectado peores olores, y más persistentes; la demás se emplazarán en una segunda fase. No obstante, desde EMULSA recalcan que las placas en cuestión no son ambientadores al uso, ni tan siquiera desodorantes, sino neutralizadores químicos que, mediante una reacción química, actúan en el interior del contenedor, eliminando los compuestos químicos causantes del hedor. Adicionalmente, cuentan con elementos específicos que sirven de repelentes para insectos, fundamentalmente moscas y mosquitos. Huelga decir que no será la panacea, y que no erradicará esos indeseables aromas al 100%, pero sí «los reducirá significativamente», aseguran.
Ahora bien, los responsables de la empresa gijonesa sí hacen un matiz importante: buena parte de esos malos olores se deben a la mala práctica de los ciudadanos, arrojando basura fuera de horario o eludiendo la correcta separación de residuos. De ahí que se pida la colaboración de los vecinos para paliar el problema, y se recuerde que los detritus deben almacenarse por separado en bolsas de plástico bien cerradas, arrojándolos entre las 21 y las 23 horas para evitar la acumulación diurna y, así, facilitar a los técnicos de EMULSA el vaciado y posterior lavado nocturno.