
El don de la clarividencia no es parte de los atributos de un buen periodista. Quienes nos dedicamos a este oficio no recurrimos, o no deberíamos hacerlo, a la mentira, la invención o la fábula. De ahí que, ante una información que genere dudas, el deber obliga a investigar, contrastar y, en caso de que haya varias posibles respuestas, desplegarlas todas ante el lector, debidamente argumentadas. Y la última foto remitida a esta sección, en esta ocasión por la vecina de La Arena Amalia A. R., obliga a hacer uno de tales ejercicios, así que… Vean, lean, localicen los detalles… Y decidan.
A simple vista, lo que la imagen muestra es obvio: una de las muchas papeleras que pueblan la ciudad de Gijón (en este caso, ubicada en el cruce de las calles Cura Sama y Marqués de Casa Valdés)… Rodeada de desechos que no deberían estar en la acera, sino dentro del recipiente. Y, de esos últimos, llaman la atención tres bolsitas de plástico, de distintos colores, cuyo contenido, por la forma y tamaño, es fácil de intuir: deposiciones de perros. Ni qué decir tiene que la presencia de tales ‘minas’ en la vía pública han indignado a la autora de la foto y a su acompañante. Sin embargo, la gran pregunta es… ¿Cómo han acabado ahí? Es aquí donde se abren dos posibilidades: o bien las gaviotas, en su incesante búsqueda de comida, las arrojaron fuera de la papelera, lo que exigiría la colocación de tapas… O, por el contrario, a la vista de la estratégica disposición de las bolsas, algún vándalo, o vándalos, optó por hacer una ‘gracia’ reinterpretando los privilegios que otorga la expresión dog friendly.
¿Y ustedes, estimados lectores? ¿Qué opinan?
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Pasa a menudo por no tener tapa esas papeleras. En el parque fluvial es muy común en la papeleras próximas a urbanizaciones, en este caso son las urracas. Las hay en gran número y sacan todo día tras día de esas papeleras y queda todo el suelo desperdigado de porquería.