
«Si preguntamos por estos servicios fuera de Asturias, la sorpresa puede ser mayúscula (….). Puede que no lo parezca, pero Gijón está en una posición bastante adelantada en este tema»

Desde hace relativamente poco, en Gijón convivimos con una oferta creciente de servicios de movilidad compartida. Algunos son públicos (en régimen de concesión), y otros son directamente privados. Hablamos de bicis, patinetes, motos y coches eléctricos que se pueden usar por minutos, sin necesidad de ser su propietario/a. Aunque nos pueda parecer lo contrario, este tipo de servicios, conocidos con palabros anglosajones como bikesharing, scootersharing o carsharing, no son tan habituales como creemos, o al menos como se desarrollan en Gijón.
Mientras que las bicis públicas o los patinetes y motos de alquiler están ya presentes en muchas ciudades de la península, el servicio de coches eléctricos a demanda y la forma en que funcionan estos servicios aquí tampoco es tan común.
Pongamos un ejemplo práctico. Si eres usuario o usuaria de Guppy, probablemente hayas cogido alguno de sus coches para moverte entre ciudades asturianas. Habrás notado entonces una diferencia clave: mientras que en Gijón puedes dejar el vehículo prácticamente en cualquier sitio dentro del núcleo urbano, en Oviedo o Avilés los puntos de estacionamiento están muy restringidos. Este detalle, que parece menor, no lo es en absoluto. Esa libertad de uso en Gijón convierte a estos coches en una opción realmente funcional. En otras ciudades de nuestra región, simplemente no compensa si no te diriges a Gijón o si tu caso no es muy específico y te coincide bien para tu desplazamiento.
De hecho, si preguntamos por estos servicios fuera de Asturias, la sorpresa puede ser mayúscula. Son muchas las ciudades del Estado de tamaño similar al nuestro, e incluso más grandes, en el que este tipo de opciones no existen o son muy limitadas. Así que sí, puede que no lo parezca, pero Gijón está en una posición bastante adelantada en este tema.
¿Qué es exactamente la movilidad compartida?
Cuando hablamos de movilidad compartida nos referimos a la posibilidad de usar medios de transporte sin ser su propietario. La idea no es nueva: lleva décadas existiendo en forma de taxis o autobuses. Pero ahora hablamos de un nuevo modelo, en el que el alquiler se hace a través del móvil, por trayectos concretos y mediante plataformas digitales.
Gracias a la tecnología, empresas relativamente pequeñas pueden gestionar flotas enteras de vehículos en tiempo real. Localización por GPS, pagos online, desbloqueo a distancia… Todo esto ha permitido que usar un coche, una moto o una bici eléctrica sea tan fácil como abrir una app y pulsar un botón.
Esto tiene implicaciones de fondo. La idea de que cada uno de nosotro/as necesite tener su propio coche para la ciudad, empieza a ser cuestionable. Menos propiedad, más uso compartido, menos coches parados ocupando espacio, más vehículos en movimiento y a disposición de quien los necesite. Un cambio de paradigma.
Y, por si fuera poco, estos servicios también generan datos. Muchos datos. Información útil que podría ayudarnos a entender mejor cómo nos movemos por la ciudad: dónde hay más demanda, qué zonas están desconectadas. que intermodalidad es necesaria, qué perfiles de usuarios los usan más, etc.
GijónBici y las fiestas de Cabueñes

Un ejemplo reciente lo tenemos en las fiestas de Cabueñes. Como cada año, se celebraron en una finca que, por ahora, sigue siendo un prao. Digo “por ahora” porque el Ayuntamiento quiere comprarla para asfaltar y hacer, según ellos, un parking disuasorio. Disuasorio de qué, no lo sabemos, puesto que a 100m tenemos la explanada de Marina, entre otros espacios similares en la zona para aparcar.
Lo interesante es lo que pasó este año. La empresa concesionaria de GijónBici detectó un aumento de demanda en la zona, intuyó que mucha gente iba a querer llegar en bici… y actuó en consecuencia. Activó la posibilidad de dejar las bicis cerca de la pequeña estación cercana al recinto festivo como punto de final de trayecto. Resultado: hasta 45 bicicletas aparcadas allí esa noche. Casi una quinta parte de toda la flota, que ya es escasa de por sí (250 bicicletas).Mientras el Ayuntamiento apuesta por habilitar más plazas de aparcamiento para coches (en una zona donde ya hay cientos de desplazamientos), decenas de personas optaron por la bici pública. Y eso que ni siquiera hay carril bici que conecte bien esa zona universitaria, cultural y sanitaria con el resto de la ciudad. Demanda hay, aunque parece que algunos prefieren no verla.
Guppy y San Xuan
Otro ejemplo: la noche de San Xuan. Por motivos personales, decidí ir al aeropuerto en un coche de Guppy. Lo que me encontré al abrir la aplicación fue curioso: más de 15 vehículos estacionados en Nuevo Roces. No era la primera vez que lo veía.
Este barrio, ya lo saben, es uno de los grandes olvidados en Gijón. Mal comunicado con el centro, alejado y con opciones de transporte público y conexión con la ciudad, más que mejorables. Pero esa noche, muchos vecinos y vecinas decidieron volver a casa con coches compartidos. Una opción rápida, flexible y que, dividida entre varias personas, puede salir incluso más barata que un taxi.De nuevo, un hecho puntual, sí. Pero también revelador. Porque muestra que, cuando se dan alternativas reales, la ciudadanía las usa. Y que las soluciones a la movilidad no siempre pasan por más autobuses o más asfalto. A veces pasan por pensar diferente.
Lo que nos enseña la movilidad compartida

Estos dos ejemplos, las fiestas de Cabueñes y San Xuan, tienen algo en común: son situaciones concretas que revelan tendencias más profundas. Nos muestran que la movilidad compartida no es solo una moda, ni un capricho tecnológico. Es una herramienta útil, real, que resuelve problemas cotidianos.
Nos enseña también que la demanda está ahí. Que muchas personas están dispuestas a moverse de forma distinta, más flexible, también más sostenible. Pero también que para que eso ocurra, hacen falta condiciones. Infraestructura, integración, visión.
Y aquí es donde la administración debería tomar nota. Porque mientras algunas decisiones urbanísticas parecen ancladas en el siglo XX , más coches, más aparcamientos, más asfalto, la ciudadanía ya está dando pasos hacia otro modelo. Más abierto, más compartido, más eficiente.
Tenemos aún mucho que mejorar en términos de conectividad, intermodalidad y acceso a opciones sostenibles en Gijón. Pero, en lo que respecta a la movilidad compartida, llevamos cierta ventaja. Una ventaja que no deberíamos desaprovechar.
Porque cada bici aparcada en Cabueñes, cada coche Guppy en Nuevo Roces, nos están diciendo algo. Que hay otra manera de movernos. Que la ciudad puede ser más ágil, más limpia, más justa. Pero solo si escuchamos lo que nos están diciendo las personas que ya se mueven así. Es evidente, que la movilidad compartida no es el futuro, es ya el presente.
Pues sí, es una muy buena opción. Veo mucha gente usando bicis, sobre todo jóvenes. Les merece la pena cojer una bici para bajar a la playa desde Pumarín o Contrueces… y después la dejan sin preocuparse de robos y candados. Una crítica… no hay estación de bicis en Tremañes, por lo menos donde el campo de fútbol del Veriña.
Quizá con una, tan cerca del polígono Industrial y ahora que en verano apenas llueve y hay menos tráfico, la usaría más gente para ir al trabajo. Aunque sólo fuera los meses estivales….
Los «Guppy» también los veo mucho. No sé exactamente como va, pero lo probaré seguro. Lo que sí hemos hablado en casa es que cuando nuestro coche fallezca (20 años y como un reloj), con el uso que le damos, probaremos el formato «Guppy» antes de ir corriendo a comprar uno.