Los dos navíos se han hecho a la mar esta mañana, poniendo proa a Ferrol y con la princesa Leonor a bordo del primero; la Armada anuncia en sus redes sociales que durante la tarde ambas embarcaciones podrán verse desde el litoral asturiano hasta Luarca
Tener a las Fuerzas Armadas, a cualquiera de sus tres ramas, en territorio gijonés es siempre una sensación. Lo es cuando los uniformados llegan, durante su tiempo de estancia en el municipio… Y, por descontado, también cuando parten. Así, la estancia en Gijón del buque escuela A-71 ‘Juan Sebastián de Elcano’ y de la fragata F-103 ‘Blas de Lezo’, iniciada el pasado jueves, ha llegado a su fin. Ambos navíos ya han largado amarras y se han hecho a la mar a las once de esta mañana, poniendo proa hacia Ferrol, donde el primero dará por completado su crucero de instrucción, del que forma parte la princesa Leonor de Borbón. Sin embargo, incluso en la hora de su despedida las dos embarcaciones prometen ofrecer un último espectáculo… Eso sí, desde la distancia. Tal como la Armada Española ha anunciado a través de su cuenta en la red social X, todavía serán visibles navegando juntas entre la costa gijonesa y Luarca a lo largo de la tarde, antes de perderse en lontananza. Será, pues, una ocasión única para que enamorados de lo náutico y simples curioso los observen e inmortalicen al surcar las bravas aguas del Cantábrico.
Terminarán así cinco intensas jornadas en las que tanto el ‘Elcano’ como la ‘Blas de Lezo’ han acaparado buena parte de las atenciones de vecinos y visitantes entre el viernes y el domingo, periodo en el que sus respectivas pasarelas quedaron abiertas al público general. Y, si bien una unidad de combate puntera, como es la fragata, suscitó un interés colectivo nada desdeñable, el grueso de las atenciones lo acaparó el buque escuela, que llegó a sumar la friolera de casi 20.000 visitas. Y eso que el viernes, con motivo de la asistencia de la ministra de Defensa, Margarita Robles, el horario de apertura, inicialmente fijado de 15 a 22 horas, hubo de reducirse sensiblemente, limitado a apenas dos horas… Aun así, las largas colas bajo el sol de justicia del fin de semana fueron una constante frente a ambas naves, con las fotografías tomadas a sus mastodónticas obras muertas, los selfies con miembros de la tripulación y la adquisición de recuerdos como notas imprescindibles y frecuentes.

La expectación se produjo, incluso, fuera de los barcos. En tierra, resultó particularmente comentada la visita que la princesa Leonor hizo para almorzar al conocido hotel-restaurante La Casona de Jovellanos, una elección que a muchos a sorprendido por la conocida humildad y el carácter popular de dicho establecimiento… Pero que, precisamente por ello, resultó muy aplaudida por la ciudadanía. Además, la asistencia de la heredera al trono a dicho negocio incluyó una sorpresa de lo más emotiva: la asistencia de su hermana, la infanta Sofía, con quien pudo compartir unas horas de asueto.