La falta de conservación abre la puerta a derribos que favorecen operaciones urbanísticas más rentables

El pasado sábado, parte del revestimiento de madera de la fachada del edificio situado en el número 31 de la calle Instituto, en pleno centro de Gijón, se desplomó sobre la vía pública. No hubo que lamentar heridos, pero el incidente ha vuelto a poner el foco en el deterioro progresivo de algunos inmuebles protegidos del casco urbano.
Se trata de un edificio residencial construido en 1909, incluido en el Catálogo Urbanístico del municipio con Nivel 1 de Protección Integral, el más alto contemplado por la normativa. El catálogo lo describe como un ejemplo típico de la “tradición regional”, una tipología edificatoria que se consolidó en Gijón entre 1880 y 1920. De raíz popular, esta corriente arquitectónica se caracteriza por fachadas rectilíneas con distribución simétrica de vanos —en su mayoría balcones—, miradores y corredores acristalados, así como por muros revocados en color rojo oscuro y edificios de cuatro o cinco plantas.
El inmueble, ubicado en una de las calles más destacadas del Plan de Mejoras de Jovellanos, está construido entre medianeras, con muros de carga y estructura interna de pilares y forjados de madera. La fachada principal presenta paños chapados en cerámica imitando ladrillo caravista, mientras que la posterior, hacia la calle Merced, está enfoscada y pintada. Las decoraciones de huecos, impostas y pilastras están realizadas en mortero.
Pese a que el edificio sigue en uso, el catálogo ya advertía de un estado de conservación precario en las fachadas, con grietas, desprendimientos en los elementos ornamentales y una pintura muy deteriorada. Además, señala como elemento negativo que “la carpintería es incorrecta”, lo que contribuye a la pérdida de valor patrimonial y al deterioro visual del conjunto.
Desde la asociación ‘Apadrina un Edificio’ se alerta del riesgo que corren muchos inmuebles similares: “Tienen un problema grande y a la vez muy apetecible: las plantas son de unos 200 metros cuadrados y permiten sacar tres pisos por planta. Son un caramelo para reformar… o para dejar caer”, lamentan.
El Ayuntamiento exige, a través del catálogo, que se conserven elementos originales como el cortavientos del portal y se recuperen otros, como el casetón del bajocubierta. Sin embargo, los vecinos denuncian la falta de actuaciones preventivas y reclaman medidas urgentes.