La Asociación Vecinal decana del barrio gijonés lamenta haber tenido que renunciar a la celebración amplia por su pugna con ‘Esto ye Ciares’, aunque celebra la gratitud y el compromiso demostrado por los habitantes del lugar

No son las fiestas que habrían querido tener… Pero, al menos, la Asociación Vecinal ‘La Cruz de Ceares’ no dejará a Santiago Apóstol sin su homenaje anual. Mientras los rescoldos de su conflicto con su homóloga ‘Esto ye Ciares’ todavía arden, manteniendo enrarecido el ambiente en el barrio, la entidad social decana en el lugar ultima los preparativos de unos festejos que, en esta ocasión, se limitarán al responso, la misa, la procesión y la corderada que se ofrecerán este fin de semana, sin incluir sus habituales grandes despliegues en el parque de Los Pericones. Todo ello, marcado por una mezcla de disgusto por esa suerte de guerra civil que aún persiste desde su trinchera -desde ‘Esto ye Ciares’ han declinado entrar en la polémica-, y de ilusión a la vista de la buena acogida que, afirman en ‘La Cruz de Ceares’, su postura está obteniendo.
El programa previsto es escueto, y arrancará el sábado, a las 12 horas, con el tradicional responso y ofrenda por los difuntos ante la cruz del barrio. Una vez consumado ese gesto, habrá que esperar al domingo para que, a las 11, las calles se vean recorridas por la procesión, acompañada por el grupo de baile asturiano, y la banda de gaita y tambor de Ceares. Finalizado dicho pasacalles, a las 13 horas se oficiará una misa solemne, en compañía de La Coral, y a las 15 horas comenzará el plato fuerte de la velada: la gran corderada, que se servirá en la pista polideportiva del Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) ‘Los Pericones’, y a la que será posible sumarse a un precio por comensal de 36 euros. El menú incluirá ensalada, tarta de almendra, pan, bebida… Y cordero, por supuesto.
«Es una pena tener que dejar de hacer una fiestas después de tantos años, pero estamos contentos por el apoyo que estamos recibiendo«, asegura Pilar Ruiloba, presidenta de la entidad vecinal en cuestión. Y es que, desde que se anunciase su voluntad de no organizar las fiestas en firme, con el doble objetivo de reponer energías y demostrar la importancia de las mismas mediante su ausencia, el asunto ha estado en boca de no pocos lugareños. «Cuando se les explicó el tema se disgustaron, claro, pero lo ven razonable«, detalla Ruiloba, especialmente apenada por «los bares de alrededor, que son los que más lo sufren, porque hacen un colchonín económico para el resto del año con lo que sacan en las fiestas, y no lo van a tener«. Por ello, su esperanza ahora es que el mal trago de este verano sirva para corregir la situación de cara al próximo. «No es plato de buen gusto que venga alguien después de cuatro años, y pase lo que está pasando; hay muchas fechas en que podrían haber hecho su fiesta, pero en fin… Es lo que hay».