
Creadora incansable y artista incombustible, la directora de la veterana compañía teatral diserta con miGijón sobre su trayectoria y la de dicho proyecto… Mientras cuenta las horas para escaparse de vacaciones a Mallorca

La mente de Laura Iglesia, directora de Higiénico Papel Teatro, solo descansa unas pocas semanas al año. Esta es una de ellas, y la toma para desconectar de su mundo de ilusiones y proyectos, que son muchos. Es una mujer multitarea, porque también es profesora de Lengua Asturiana y Española.
Antes de viajar a su habitual destino en Magaluf, punto de referencia familiar desde pequeña, se ha parado con miGijón para contar, con esa sorna que caracteriza casi todos sus guiones, anécdotas de infancia y su día a día, que es de todo menos aburrido y tradicional. Es toda una teatrera.
¿Iglesia o Iglesias? Siempre me pierdo con su apellido.
Iglesia, como la Santa Madre (se ríe).
¡Nah! Empezamos bien…
Ni se preocupe, en Google me busco yo misma con ‘s’ y sin ‘s’.
Así que no le importa que se coman su ‘s’. ¿Qué se come usted?
Todo lo que puedo. A boca llena. Yo siempre digo que sí.
¡Ay, mi madre! Pero… ¿De qué estamos hablando?
De trabajo. ¿De qué vamos a estar hablando (se ríe)?
Estaba ruborizándome.
Pues eso. Siempre me estaba quejando por estar liada… Pero la verdad es que lo estoy porque quiero, porque me gusta, porque me va la marcha.
Admítalo.
Me puse en paz conmigo misma. Ya pararé cuando me muera (se ríe). Ese día ya me pondré en horizontal y descansaré. Dormiré al mañana, la tarde y la noche…
¿Madruga?
Mucho. A las siete de la mañana me encuentra en el Muro todos los días con mi perro, que me saca a pasear. Me gusta la luz, el día. Soy una gran consumidora de podcast de contenido diverso.
Escucha de todo.
Aparte de disfrutar.
Y eso de ser profesora de Lengua…
Soy profe de Secundaria para la Consejería de Educación del Principado desde hace cinco años. Doy clase de Lengua Asturiana y Española. Y soy teatrera de los pies a la cabeza. Higiénico Papel Teatro hará treinta años el año que viene.
De aquella habría pocas compañías.
Sí. Consolidadas, estaban Quiquilimón, Margen, Etelvino Vázquez con Teatro del Norte… Yo creo que esas tres eran las más potentes. De la que empezamos nosotros empezaron Nun Tris, Kamante…
¿Os sentís más protegidos ahora que antes?
Yo ahora, con las clases, estoy un poco más desvinculada del activismo teatral. En eso mi vida ha mejorado mucho, la verdad.
Oiga, pero seguramente que más de una persona, y de dos, se preguntará por qué empezó a dar clases…
Yo estudié filología hispánica. Renegaba de meterme en un aula con veinticinco adolescentes. «¡Antes me muero!», decía. Nosotros hacíamos mucho teatro en asturiano, así que me apunté a los cursos de la Academia de la Llingua e hice un máster. Tenía que conocer la norma de la llingua para escribir los textos de las obras con rigor. Además, el máster te da capacitación para dar clases de asturiano.
¡Bah! Para ocupar el tiempo que le quedaba libre…
Un amigo mío tuvo que dejar las horas que daba clase, así, de repente. Me pidió que las diera yo… Eran unas pocas horas… Y le dije «¡Venga, sí!». Fue antes de la pandemia.
Cerraron los teatros y se quedaron parados.
La pandemia fue como un giro en mi vida. Me hizo ver en firme que tenía que aprovechar mi título de Filóloga. Es mi ‘plan B’ en la vida. Me encanta dar clase.
¿Y sus alumnos la conocen?
¡Bueno, me tiro el rollo! A veces les pongo algún video para ver si conocen a la actriz (se ríe).
Recuperemos a la teatrera. ¿Cuántas obras hace Higiénico al año?
No sabría decirle… Cincuenta, sesenta… Solemos crear dos espectáculos, con Higiénico Papel. Estamos también en la compañía El Jaleo Producciones.
¿Qué está preparando ahora?
Lo más inminente, que ya está preparado, es un estreno de una obra que se llama ‘El Veloriu’. Es en asturiano, y la va a interpretar una compañía de Candás prestosísima, toda de mujeres. La más joven tendrá sesenta años. Se llama Les Ayalgues. La obra la dirige Gemma de Luis. Yo me encargué de escribirla.
Entiendo que es un velatorio.
En clave de comedia. Son diez amigas que celebran, durante un velatorio, la vida y la muerte.
Esa chispa y sentido del humor que tiene usted… ¿Cómo se le ocurren esos argumentos?
La gente que me conoce reconoce las obras. Es verdad también que hacemos muchas cosas a la carta. Es decir, nos llama un Ayuntamiento y nos pide algo… Lo hacemos. Hace unos años el de Avilés, concretamente la Concejalía de la Mujer, nos pidió una obra en clave de humor para el 8 de marzo, con tres actrices, y que reflejara la problemática de las mujeres contemporáneas.
¿Cómo se llamaba?
‘Lentas pero seguras’. Si nos llaman mañana para hacerla, la resucitamos. Estuvo muchos años en cartelera.
Escribe a la carta.
Total. La de ‘El Veloriu’ también es un encargo. Gemma me dio la idea y, a partir de ahí, escribo el texto.
¿Y en los espectáculos infantiles?
Es simplemente imaginar un espacio, un lugar… Por ejemplo, pienso… En el Polo Norte. Y me vienen los diálogos de los esquimales. Con ‘Frio, frio’ nos adelantamos al calentamiento climático (se ríe). A nuestros esquimales se les derretían los iglús. Decían «del Polo no va a quedar ni el palo».
¡Me meo! Le apasiona…
Ahora estoy más tranquila. El mundo gira, conmigo y sin mí.
Hablemos un poco de la familia.
¡Hmm! Mi hijo, Pablo Dávila, que es bailarín, está preparando ahora un espectáculo que se llama ‘Duetos de la fortuna’. Está muy contento porque le acaban de dar una residencia en El Palacio, que es una residencia de artistas en el Palacio de San Andrés de Cornellana, en Contrueces. Prepara también otro que se va a llamar ‘La Fogera’, y está acabando Pedagogía superior de la Danza en la Universidad de Alicante…
¿Y Carlos Dávila?
Es el padre de mi hijo. Somos una familia súper unida, aunque Carlos y yo no estemos juntos como pareja. En Higiénico somos un tándem. Tenemos un espectáculo que se llama ‘El cocinero del Titanic’. Es un cocinero de la ría del Eo, pero por mil historias entra a trabajar en el ‘Titanic’ y empieza a elaborar menús con las sobras de aquí y allí. Habla un poco del consumo sostenible.
¿Sobrevive?
¡Sí!
¿Qué obra le gustaría hacer? Se lo pregunto por si encajo yo en algún papelín…
Yo soy muy shakespeariana. Me encantaría hacer a mí manera, pero sin tocar el texto, ¡eh!, ‘El Rey Lear’. Es una tragediona de Shakespeare. Mire, cuando hicimos ‘Ricardo III’, se marcó un antes y un después en Higiénico.
¿Cómo le gustaría que la recordaran en este, su mundo teatrero?
Con ‘Yo la quería’, que es tremenda y no tiene nada de humor. Es estremecedora, pero fantástica.
Terminemos. Explíquenos lo de Magaluf, porque esto me trae loca…
Es, junto con Gijón, mi lugar favorito del mundo. Iba de pequeña con mis padres, y era un turismo de élite. Aprendía a nadar. Voy a un complejo que hay a un extremo de la bahía y me cuidan de lujo. Si me pierdo, buscarme en Magaluf.