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Flor Ortea: «El cachopo dejó de comese y, de repente, otra vez»

Teté Balseiro por Teté Balseiro
13/08/25
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En Linares Rivas, primero, y en Corrida, en los últimos años, esta guisandera de La Felguera que pasó sus primeros años de vida en Australia acumula cientos de historias y anécdotas junto con su marido Julio, otro gran viajero, al frente de Casa Baizán

Ortea, en el exterior de su restaurante, Casa Baizán, situado en el barrio de El Carmen. / miGijón

La hostelera Flor Ortea es más que conocida en la ciudad y también allende los mares, ya que hemos descubierto durante esta charleta que lleva viajado más que el baúl de la Piquer. Adorada por ese toque perfecto que da a sus pucheros, estos días está dejando los restos en los fogones de la cocina de su restaurante. Ella y Julio Baizán, su marido, forman uno de los tándems más conocidos del barrio de El Carmen. Dejémosla que nos cuente.

«Culo inquietu» desde pequeña.

Ya le digo. Nací en La Felguera, pero con dieciséis meses me subieron a un barco rumbo a Australia.

No lo había más cerca…

Acababa de marchar una tía mía. Decía que era un país muy guapu, modernu… Y mi padre decidió ir p’allí. Iba con un contrato de trabajo. Volví a los cinco años a España, porque antes de afincarnos de nuevo en La Felguera, la familia vivió en un montón de sitios.

No se acuerda de nada, ¡claro!

Tengo muches películes de esos momentos. Sí que las veo de vez en cuando.

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Oiga Flor, tengo entendido que como hostelera comenzó en Oviedo.
Teníamos un chiringuito en El Antiguo.

Habla de “teníamos”. ¿Ya estaba con Julio?

(Se ríe) Llevo cuarenta y uno con él.

¿Y trabajando también?

Sí. Llevo toda la vida con él. Casi desde que nací.

¡Vaya mérito, amiguina! ¿Cómo lo conoce?

En las noches de Oviedo, de vino y rosas (risas). Él ya tenía un pub allí.

¡Acabáramos! Esta es la típica historia: moza que conoce a hostelero y acaba haciéndose ella también hostelera

Yo tengo tradición. Mi familia de Llanes eran hosteleros, conocidos por ‘las casas Morán’. Estaban repartidas por toda la zona del oriente. También tenían las líneas de coches de caballos. Eran muy emprendedores porque mi abuelo de joven también estuvo en México un tiempo.

¿Cuándo se establecen Julio y usted en Gijón?

Dejamos la noche (de vino y rosas…) y nos establecimos en Linares Rivas y Ruperto Velasco, que el local daba a dos calles. En ese local había una especie de asociación asturianista de la que formábamos parte…, y ahí nos quedamos con el primer restaurante.

¿Quién la enseñó a cocinar?

Pues mire, los primeros meses llamaba por teléfono a mi madre y a mí tía, ¡claro! Yo sabía hacelo todo de pequeño… O sea, pa pocos.

Y en uno de esos años, comienza la Semana Negra…

Y nos preguntan si les podemos dar de comer, porque ellos se quedaban en el Hotel Don Manuel. Ya no recuerdo si fue Taibo el primero que se acercó al restaurante. Comían el menú, sin más.

Tiene un libro de esa época.

Con muchos escritos, dibujos… Téngolu bien guardáu. Tien coses muy precioses de Ángel González, de Taibo padre, de Vázquez Montalbán…

No le voy a preguntar donde vive, para no comprometer esa joya. Seguimos. Cambian de local hace doce años.

Sí, porque se nos acaba el contrato y ya. No hubo manera de negociar. El contrato traía que después de veinte años perdíamos todos los derechos sobre el arrendamiento, y todos los derechos perdimos.

Tengo mucho interés en saber cómo era la hostelería antes y cómo es la de ahora.

Antes no teníes hora. Abríes y hasta lo que fuera… Ye mucho mejor ahora.

¿Qué comía antes la gente?

Yo sigo teniendo fabada, pote, carrillera, callos… Comida muy tradicional.

¿Y cachopo?

Al final tuve que poner en carta el cachopo. Fíjese, cuando empezamos en Linares Rivas ya ponía el cachopo de carne y el de merluza. De repente, dejó de comese. Desde haz unos siete años, empezaron con el rollu del cachopo. Yo en un principio me negué, pero…

Lo más extraordinario de un menú en un banquete, cuando yo era pequeña, era el cachopo de merluza relleno de gambas.

A alguien se-y ocurrió. Yo lu hacía de una manera distinta. Hacíes el cachopo y luego echabes por encima una salsina con champiñones.

Lo hace así.

¡Home, no me atrevo! No vaya a ser que no lo entiendan… Ahora en cualquier platu mándente quitar el pimientu, les aceitunes… ¡En fin! O haces un pescao a la plancha y te dicen que no eches el refrito… Yo no entiendo nada. O mahonesa con les croquetes…

¿Qué fue lo más raro que le pidieron?

Quesu cabrales con mahonesa. Y tuve un cliente, que el probe ya murió, que me pedía tocinillo de cielo con quesu cabrales.

Cambiemos. ¿Cómo ve Gijón?

A tope. Mire, no estoy de acuerdo con les viviendes vacacionales. Lo que genera trabajo son los hoteles, que necesiten gente pa facer les cames, limpiar, mantenimiento…

Otra cosa, Flor, que no quiero pasar por alto. Hace unos años tuvieron un disgusto muy gordo por el accidente de uno de sus trabajadores.

¡Ay, Libio! Nos acordamos de él todos los días, mucho. Llevaba con nosotros diez años, mucha pena.

Bueno la vida. Dejemos el tema y acabemos con algo más alegre: el secreto para hacer una buena fabada.

Tienen que ser buenes fabes, que no sean ‘pelleyones’. Frótense entre les dos manos, como si fuera arena de la playa. Si caen, son buenes.

¿Alguna cosa más que decir?

Que volveremos a Huelva a descansar, en cuanto podamos.

Eso es cerca para ustedes…

¡Ay! Esa Ruta 66 que hicimos en el añu 2022. Salimos de Chicago, en un coche que alquilamos…, y ¡hala! Eso sí, muchos sitios de avistamientos de OVNIS, pero no vimos ninguno.

Comentarios 1

  1. Ferrero el mejor says:
    2 meses ago

    Qué desaparezca de la cocina asturiana el cachopo!!!!!

    Responder

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