
La pasión por los toros le llega de familia a la primer arenera de la historia de El Bibio, puesto al que llegó por casualidad por la enfermedad de un compañero cuando trabajaba de acomodadora; Morante es su «emperador» y le gustaría que la «mujer venga a la feria guapa, arreglada, como se venía antes», y ver «mantones»

Margarita García Menéndez, ‘Marga’ para los amigos, es la primera mujer que cogió un rastrillo y salió al coso de El Bibio a arenar el albero. Fue pura casualidad, aunque su historia y la de toda su familia está vinculada directamente a los toros de lidia, de los que habla con pasión y mucha emoción. Vamos a leerla.
Cuéntenos en qué consiste ser arenera.
Cuando termina la lidia del toro y va a llegar el arrastre, salimos siete personas al ruedo con un rastrillo o engazo para poner la arena en su sitio.
Y es la primera mujer de la historia de esta plaza que desempeña ese trabajo, sabiendo que este mundo es muy masculino. ¿Cómo fue esa incursión suya?
Yo era acomodadora por entonces y al no acudir un compañero, estaba enfermo, me dijeron que lo hiciera yo.
Pero para eso tenía que estar por el callejón…
En la familia de mi padre fueron todos areneros, así que el burladero de areneros para mí era sagrado. Al tercer toro siempre bajaba y me metía allí con ellos. Un día me dicen todos serios que había una baja, así que Marga salió a la arena.
Y ya.
No, estuve los primeros tres años de sustituta. En el 2004 mi cargo se hizo oficial. Para mi familia, que trabajo siempre en la plaza, es un honor. Detrás de mí, no hay continuidad.
Porque cuéntenos, ¿quién era su familia, los García?
Los primeros conserjes fueron Dionisio y María.
Y, ¿quién era esa pareja?
Dionisio era hermano de mi bisabuelo Baldomero. Después siguió con el oficio su hijo Miguel. Al fallecer este, se quedó de guardesa su mujer Puri.
Y al fallecer Puri…
Se hace cargo una hermana de Miguel, es decir, una hija de Dionisio y María que se llamaba Eloína, y su marido Pepón.
¿Vivían en la plaza?
Sí, sí, claro, porque ellos tenían que tener el tendido limpísimo, los corrales conservados. Desde cuenta que la plaza también se usaba para tener actuaciones.
Es verdad, pero, ¿ellos también se hacían cargo de eso?
¡Claro! Después de las actuaciones había que limpiar todo bien. Recuerde que eran los guardeses y los últimos precisamente mis padres, Marino García y Loli Menéndez.
Llegamos a ellos.
Estaban de conserjes para conservar la plaza de toros de toda actividad que tuviese lugar allí, la que fuera. ¡Pues no me tocó a mí ayudar a mi madre a limpiar la plaza después de los conciertos! Porque cuando mi padre murió, se quedó de guardesa mi madre.
¿Vivía allí como los anteriores?
No, mi madre vivía solamente de mayo a octubre.
Así que, además de toreros, usted conocerá a todos los artistas que desfilaron por la plaza.
Tenían el camerino donde están ahora las oficinas.
Así que los veía, digamos, en primera persona.
Mi madre jugó al parchís con Miguel Bosé, con Joan Manuel Serrat… Era cuando estaba llevando todo Miguel Acevedo, que es como un hermano para mí.
Y su madre, ¿cuántos años estuvo en este plan, tras las bambalinas?
Pues hasta que se jubiló, aunque luego quedó de guardesa de la capilla, que ahora llevo yo, además de estar en chiqueros.
Pero a usted solo le falta torear…
Llevo cuarenta y dos años en chiqueros.
¿En qué consiste ese trabajo?
En el apartado de los toros. Estoy sentada en un boquete, abriendo y cerrando la puerta para la selección de toros. Llevo treinta y cinco años ahí, justo los que falta mi padre.
Porque estos trabajos son generacionales…
Sí, porque empezamos de críos. Primero limpiando y luego ya en otros cargos.
Lleva toda la vida.
Setenta años.
¿Cómo está ahora la plaza?
Esta plaza es un bombón, está preciosa. Arreglada, pintada… Y mire, déjeme aprovechar para aclarar una cosa.
Adelante.
Esta es una plaza de 1888, de piedra, y estas se desgastan con el paso del tiempo. Al ser un edificio protegido, no se pueden quitar, ni entablar, ni nada por el estilo. Además, no se hunde, es que las piedras se desgastan, nada más. La plaza no va a caer.
¿Qué le pareció que la taparan como si fuera una gran burbuja?
No me desagradó porque así la plaza contribuye con Gijón. El ver actos en ella…
Cuéntenos qué actuaciones vio.
¡Uy! Además de conciertos de Serrat, Julio Iglesias, Víctor Manuel…, he visto patinaje sobre hielo, zarzuela, ópera, teatro, el ballet de Moscú… Me gusta que la plaza se pueda utilizar todo el año.
¿A quién le gustaría ver aquí? Me refiero a algún o alguna artista.
A un Alejandro Fernández sentado en una silla con un micro. Porque a mi preferido no lo podemos ver porque hace años que falleció.
¿Quién es?
Elvis Presley. Soy de la música de los Platters, Johnny Hallyday, Sylvie Vartan… Me gustan mucho las baladas.
¡Uy, qué romanticona! Volviendo a los toros… ¿Ver una buena faena es romanticismo?
Para mí, sí. Cuando ves salir un toro… Yo soy fan de las ganaderías.
¿Y no tiene un torero?
Para mí el emperador es Morante de la Puebla. No es un torero de pases. Si ve que el toro no sirve, lo mata cuanto antes y ya. Hace faenas limpias. Yo eso lo defiendo. Quiero que me hagan llorar. A los toros no los veo como lo hacen los demás. Mire, me gusta el rejoneo, pero hay algo que hacen que me sobra, que es que le pongan un sombrero al toro.
Se está emocionando.
Morante y Juan Ortega me hicieron llorar en Aranjuez este año.
Ya veo que va a más ferias.
Además de Aranjuez, estuve en León, Zamora, Valencia y Valladolid.
Hablemos de un tema más delicado: el mundo antitaurino.
No saben lo que es una lidia, pero, en cambio, luego se comen un chuletón o unes fabes con rabu. La gente confunde un toro con un toro de lidia y no tiene nada que ver. Yo paso.
¿Qué sintió cuando hace unos años nos quitaron la feria?
La mayor injusticia y falta de respeto a la Constitución. La tauromaquia tiene un artículo dentro de ella. Y yo no tengo partido político ninguno, ¡eh!
Vamos despidiéndonos. Pida algo.
Que la mujer venga a la feria guapa, arreglada, como se venía antes. Y que traigan mantones. ¿Cómo se viste un torero? Pues los que asisten igual, sobre todo por respeto al torero, que se está jugando la vida. Y otra cosa, recordar que en Gijón tenemos un quirófano fabuloso, de los mejores.