Después de dos años de la renovación de la cúpula política en Emulsa, nada se ha aclarado sobre el controvertido caso del acosador. Nunca fue condenado, pero su jefe sí fue sancionado por la empresa. Huele a poca limpieza y, encima, se quiere cerrar el punto limpio ferial. Los síntomas de contagio debieron llegar al PP de Oviedo, que rechazó celebrar un mitin de Feijóo en el Tendayu. Imposible, se adujo: unos días antes había intervenido allí Abascal. Veto total

Se lo enseñan a los niños/as desde su más tierna infancia: es necesario jugar limpio. Y la cosa no va de llevar impoluta la vestimenta al saltar al terreno de juego. Va de otros valores que poco tienen que ver con la victoria o la derrota. Va, en suma, de la justicia, de repartir equidad, de no tirar balones fuera cuando amenaza tormenta. El medio ambiente, su defensa, siempre ha estado muy presente en el recinto ferial. Ya a principios de siglo, en tiempos del recordado Guillermo Quirós como presidente de la Cámara de Comercio local, el por entonces jefe de mantenimiento del recinto, Miguel García Barro, puso en marcha el punto limpio ferial y logró una cualificación internacional para la FIDMA por sus desvelos en pro de eso, de la limpieza y del reciclaje, senda mantenida por el eficiente Juan Bautista, que tomó el relevo tras la jubilación del bueno de García Barro. Aquel punto limpio que, por cierto, inauguró Francisco Álvarez Cascos, ya con servicio abierto al público, en sus tiempos de eclosión política, no fue un capricho.
El recinto necesitaba, y necesita, un lugar anexo donde depositar sus residuos, que son muchos, y no sólo durante la Feria, sino todo el año, véase Agropec y certámenes similares. Levantado en terrenos del Consorcio, en la actualidad lo gestiona el ayuntamiento y, digamos, su estado es bastante mejorable, por no decir que está casi abandonado. Nada puede extrañar cuando ahora trasciende la intención de clausurarlo, al menos para el servicio público en general. Otra cosa muy diferente es cerrar ese lugar de acopio, recogida y reciclaje de basuras para la atención del propio recinto ferial, para lo que en realidad fue creado en sus inicios. Dicho de otra forma, igual el citado punto limpio vuelve a sus orígenes y queda para atender, de manera exclusiva, las necesidades propias y no ajenas. De ser así, que parece lo más razonable, se frustraría alguna idea peregrina de destinar esos centenares de metros cuadrados a ser utilizados como ampliación de la feria, es decir, para cubrir, al menos en parte, lo que en su día se perdería con el pretendido nuevo vial por el parque de los Hermanos Castro, si es que se llega a llevar adelante, algo más que dudoso. No haría falta nada más que derribar un par de muros para ganar terrenos expositivos, pero la Feria se quedaría sin un lugar donde depositar sus decenas de toneladas de residuos y sería necesario volver, como el pasado siglo, a externalizar ese servicio, con el coste pertinente. Es obvio que el cambio, aunque muy goloso, no sería positivo. Por todo ello, es de desear que impere el sentido común y no se destroce lo creado con mucho esfuerzo y dedicación hace un cuarto de siglo. Pero mientras todo este enredo se dilucida en los despachos, el recinto está limpio de basura y esa imagen, aunque pueda pasar inadvertida, se agradece por parte de la legión de visitantes. Y la cosa tiene mérito, porque para todo ello tampoco es que se disponga de una cuadrilla muy numerosa de operarios.
Nada que ver con la Empresa Municipal de Limpiezas (Emulsa), que concentra una plantilla muy próxima a la de cada vez más menguante nómina de Arcelor. Emulsa asea y purifica casi de todo, pero, en ocasiones, da la impresión de que, además, guarda muy bien sus propios, digamos, trapos sucios. Hace dos años, tras las elecciones municipales de mayo de 2023, hubo el lógico relevo en su cúpula directiva, al calor de las nuevas mayorías municipales. Podría parecer que, entonces, saldrían a la luz detalles y datos ocultos del controvertido caso de un capataz acusado de acosador por varias trabajadoras. Fue acusado y expulsado de la empresa con una liquidación o indemnización nunca aclarada, porque los papeles han desaparecido o no ha habido interés en buscarlos. Acusado, pero nunca condenado, porque el juicio, previo acuerdo de las partes, no se llegó a celebrar. Sin embargo, pese a ello, su jefe directo sí fue sancionado, mediante expediente administrativo, que no judicial, con meses de empleo y sueldo por, supuestamente, encubrir unos hechos, como queda dicho, no fijados ni probados en sentencia alguna. En determinados medios sindicales y en sectores de la plantilla aún escuece tan anómala decisión. Se preguntan si en este caso la empresa jugó limpio. En realidad, se lo preguntan, pero ya conocen la respuesta. Nadie de la nueva cúpula político-técnica de Emulsa, ahora con el PP al frente, levantó la alfombra para pasar el aspirador de la verdad.
Y es que ya se sabe aquello de la paja en ojo ajeno y la viga en el propio. Es más, en su momento la Fiscalía abrió diligencias, pero tuvo que cerrarlas de manera obligada porque nadie, pese al enorme escándalo público y político organizado al respecto, ni las presuntas acosadas, ni la empresa Emulsa, ni el ayuntamiento como tal, ni asociación feminista alguna, se presentó como acusación en la causa. El asunto se enterró y nunca más se supo, ni se sabrá. Claro que ejemplos faltos de pulcritud los hay sobrados, algunos llevados hasta el esperpento. ¿Quieren un ejemplo que, además, tiene que ver con la Feria? En la primavera del pasado año, el líder nacional del PP tenía programado un acto electoral en Gijón. La primera idea de las mentes pensantes de la sede central del partido en Oviedo fue clara: el Tendayu del Pueblo de Asturias, al abrigo del viento y de la presencia de la siempre previsible lluvia. El mitin se acabó celebrando, al pairo, en el paseo de Begoña, donde fue necesario instalar un escenario al efecto. ¿Los motivos? Pocos días antes de la prevista intervención de Feijoo en el querido Tendayu, había hecho lo propio el señor Santiago Abascal delante de centenares de seguidores. Descubierta la citada ‘anomalía’ por los rectores del Partido Popular ovetense, el inconveniente de repetir en el mismo recinto y la posibilidad de una incómoda comparación, se convirtió en insalvable pese a los intentos de los responsables feriales de garantizar la pulcritud y el perfecto estado de revista del lugar en cuestión. No hubo manera.
El temor al ‘contagio’ pudo con todo. Lo dicho, el presidente del PP, seguramente sin enterarse de nada de lo relatado, acabó pasado frío, al igual que sus incondicionales, en el paseo de Begoña, y con evidente riesgo de pillar un constipado de órdago capaz de cortarle la campaña. Cosas de la política y, por qué no decirlo, también del aseo y de la limpieza. Parece que, a tenor de los hechos relatados, Gijón necesita muchos más puntos limpios como el de la Feria de Muestras. Ni se les ocurra su desguace.