
«Ahí están. Ahí estuvimos. Un instante en el que afloraron todas las emociones acumuladas en estos años intentando conocer algo más que sus nombres»

Uno de los objetivos de este viaje, a más de 8.000 kilómetros de casa, era, tal y como conté en el primer artículo, seguir el rastro de la historia de Elvira Shatayeva y su equipo, llegando hasta aquí 51 años después de la tragedia que acabó con sus vidas.
Gracias al relato de Arantxa López en ‘Cuerdas Rebeldes’, y a una búsqueda posterior en blogs rusos y otras fuentes, pude reconstruir una pequeña narración de lo que sucedió entre finales de julio y el 7 de agosto de 1974, y del funeral que tuvo lugar un año después.
El mismo 7 de agosto de 2025, en una pequeña loma de la pradera Edelweiss, encontramos el reducido cementerio donde descansan las ocho alpinistas. El paso del tiempo se hace visible en sus tumbas: algunas deterioradas, cercadas por piedras, marcadas por la intemperie. Apenas un pequeño ramo de flores silvestres secas sobre el monolito, y unas ofrendas típicas nepalesas, seguramente dejadas por algún montañero que, por azar, dio con este lugar sin indicaciones. Porque no hay información ninguna que te lleve hasta aquí.
Ahí están. Ahí estuvimos. Un instante en el que afloraron todas las emociones acumuladas en estos años intentando conocer algo más que sus nombres.
En la imagen de ese momento, unos niños observan mientras cuidan de las vacas que pastan en la pradera. Quizás pensaban quién sería esa mujer que acariciaba una a una las tumbas de otras mujeres que, para ellos, ya forman parte del paisaje habitual de sus vidas.
Leí las placas que aún resisten, recolqué las piedras que las rodean, pronuncié sus nombres en voz alta y les di las gracias por abrir las huellas que hoy otras podemos pisar.
Ellas dieron el primer paso con el silencio del mundo. Nosotras lo daremos diciendo sus nombres, para que el olvido no sea la nieve que borre sus huellas.
Ahora que encaramos la parte final de este viaje, en el que pondremos todo de nuestra parte para pisar la cumbre que ellas pisaron 51 años atrás, tenemos la obligación de conocer las historias detrás de sus nombres, de esta tierra que nos acoge y de que sus huellas no se borren nunca.
Traducción de alguna de las inscripciones que quedan visibles:
El coraje y la fuerza, la sensibilidad y la bondad las dejaste para nosotros… y también la tristeza.
Irina
A la hada de las cumbres, llena de sol y de vida, a una persona de generosidad y amor infinitos.
Volodia. Alpinista, Maestra del Deporte de la URSS. Elvira Shatayeva
Último adiós.