Durante las horas finales de la tarde de este sábado una siniestra pátina de ese color oscureció buena parte de la región; en ciudades como Gijón, Avilés y Oviedo el efecto, con el alumbrado urbano aún apagado, fue fantasmagórico
Toda tragedia, sea del tipo que sea, acostumbra a dejar como legado imágenes dignas de pasar a la historia. El izado de la bandera estadounidense sobre el monte Suribachi de Iwo Jima, en 1944… La niña quemada por el napalm en Vietnam, en 1972… El mar de ruinas en que se convirtió el World Trade Center de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001… Pues bien, en ese sentido, la marea de incendios forestales que desde hace días asola Asturias no se queda atrás. Y a las ya icónicas estampas de los equipos de bomberos luchando denodadamente contra las llamas se han sumado, este sábado, otro tipo de estampas que difícilmente se olvidarán. En Gijón, Avilés, Oviedo… En decenas de ubicaciones a lo largo y ancho del Principado el cielo de la tarde quedó teñido por una pátina naranja, obra del humo latente y del polvo sahariano en suspensión, que se tornó en lúgubre oscuridad a partir de las ocho. El resultado, a la vista de las fotografías que acompañan este texto, fue incuestionablemente fantasmagórico…
«Parece una película», comentaba cierta hostelera del avilesino barrio de El Pozón, contemplando desde la puerta de su negocio como, a las ocho y cuarto y con el alumbrado urbano aún apagado, ya parecía noche cerrada… Con un inquietante tono anaranjado, eso sí. Siendo efecto de la combinación de humo y polvo, los faros de los coches apenas podían penetrar con sus haces de luz esa neblina, multiplicando el ya de por sí tenebroso conjunto. Escenas similares registraron varios vecinos de la capital del Principado y de Gijón. En esta última ciudad, de hecho, el fenómeno fue muy comentado por los miles de visitantes de la Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA), que hoy celebra su jornada final. Por su parte, en la plaza de toros de El Bibio hubo espectadores que, divertidos, comentaron que la de ayer fue «la primera corrida nocturna» de la historia de la Feria de Begoña, a tenor de la lobreguez naranja que se cernió sobre el coso, confundiéndose con la noche. Huelga decir que decenas de miles de smartphones captaron lo ocurrido…
El otro síntoma de lo que está sucediendo en los focos activos es el hollín. Aunque más centralizado en áreas cercanas a los incendios que el humo, sobre vehículos estacionados, en ropa tendida o contra los zócalos y terrazas se acumularon restos de hollín y ceniza, que los propietarios se apresuraron a limpiar. Y todo ello, a estas horas y aunque con menor intensidad, parece continuar…