Luis Díaz, gerente de Gijón Impulsa, hace balance de la presencia en FIDMA, del 25º aniversario del Parque Científico Tecnológico y los retos de futuro de la ciudad en materia de innovación y desarrollo económico

Gijón Impulsa cumple más de tres décadas acompañando a emprendedores y empresas de la ciudad. Desde la gestión del primer vivero en Cristasa hasta la actual red de programas, subvenciones y espacios en el Parque Científico y Tecnológico, la entidad municipal ha crecido al ritmo de un ecosistema emprendedor en constante transformación. En el marco de la FIDMA, donde han celebrado 25 años de presencia con proyectos emergentes, miGijón ha conversado con su gerente, Luis Díaz, sobre los aprendizajes de estos años, la llegada de la Universidad Europea, la consolidación de la Milla del Conocimiento y el despegue de la economía azul como motor estratégico para el futuro de Gijón.
Acaba FIDMA, con dos tandas de emprendedores en el stand de Gijón Impulsa. ¿Qué balance hacen de esta edición?
El feedback ha sido muy positivo, aunque hay que tener en cuenta que el impacto de una feria no se mide solo en la semana que dura, sino meses después. Quien vende producto obtiene resultados inmediatos; quien ofrece servicios, los verá a posteriori. Además, este año celebramos el 25º aniversario de nuestra presencia en la feria y lo vinculamos al 25º aniversario del Parque Científico Tecnológico, que se conmemora en octubre. Para ello lanzamos un concurso en el que pedimos a la gente que imagine, con ayuda de la inteligencia artificial, cómo será el parque dentro de otros 25 años.
Precisamente, ¿en qué punto se encuentra hoy el Parque Científico Tecnológico?
En el enclave original de Cabueñes prácticamente no queda suelo: apenas dos parcelas de mil metros cada una. Por eso está en marcha la ampliación, que prevemos finalice entre finales de octubre y noviembre. De hecho, ya se ha anticipado una primera venta de terreno a la Universidad Europea.
La llegada de la Universidad Europea supone un hito, ¿cómo valoran su desembarco?
Es muy significativo que hayan elegido Gijón para abrir sede en el norte de España. Significa que nos ven como una ciudad de oportunidades y que consideran que el tejido empresarial de la zona necesita del talento que una universidad privada puede generar. Es una apuesta que refuerza la idea de que en Gijón existen posibilidades de crecimiento.
Usted lleva en Gijón Impulsa desde 2004. Con esa perspectiva, ¿qué evolución destacaría?
El cambio ha sido radical. Gijón Impulsa nació en 1992 como un servicio para gestionar Cristasa, un hotel de empresas en El Cerillero. Hoy disponemos de más de 25.000 metros de oficinas, talleres, naves, centros de servicios, laboratorios, salas de reuniones… además de programas de capital riesgo, subvenciones y servicios para emprendedores y empresas consolidadas. Lo único que siempre nos queda pendiente es llegar a todos los proyectos que nacen en la ciudad. Hacemos mucho, pero no llegamos a todos los emprendedores, y nos gustaría ampliar esa base.
La “Milla del Conocimiento” es ya una marca de referencia. ¿Qué valor tiene?
Es uno de los conceptos mejor acuñados de Gijón, porque refleja un ecosistema en el que empresas, centros de investigación, universidad y ciudadanía se relacionan y proponen soluciones a retos sociales y empresariales. En realidad ya no es una milla, porque sigue creciendo, y se ha consolidado como un elemento diferencial de la ciudad.
¿Y cómo está Cristasa, el germen de todo esto?
Hoy en Cristasa predomina el área de industrias culturales y creativas, con un nivel de ocupación del 75-78%. Eso nos sitúa por encima de la media de viveros en Asturias. Lo importante es que siempre tengamos algún espacio disponible: no se trata de alcanzar el 100% de ocupación, sino de poder dar cabida a nuevos proyectos cuando surgen.
En 2004 ya experimentaban con co-working, mucho antes de que se pusiera de moda.
Así es. Lo primero que hicimos fue montar una mesa grande para 10 o 12 personas en la que los emprendedores trabajaban de forma compartida. Ese fue nuestro primer espacio de co-working, aunque entonces no lo llamáramos así.
El turismo también entra en la estrategia de Gijón Impulsa, con proyectos como Naval Azul. ¿Qué supone?
El turismo es un sector muy potente, y Naval Azul —como llamamos al proyecto— será uno de los grandes hitos de los próximos años. Gijón ya concentra centros de referencia internacional en el ámbito marítimo y oceánico: el Instituto Oceanográfico, la Escuela Náutico-Pesquera, el Centro Jovellanos, la Facultad de Marina Civil… La economía azul ya representa un porcentaje importante de nuestra economía, y con una infraestructura física que aglutine a todos estos actores tendrá aún más proyección.
¿Qué papel jugará Gijón Impulsa en esa economía azul?
Nuestro rol es trabajar el contenido, mientras Urbanismo e Infraestructuras ponen el soporte físico. Hemos elaborado un estudio sobre la economía azul y hemos creado un think tank que ya está haciendo propuestas. Queremos identificar los siguientes hitos estratégicos para que este sector se consolide como motor económico. Estamos muy ilusionados, porque creemos que la economía azul nos diferencia, genera empleos de calidad y ofrece oportunidades de futuro para la ciudad.