Un millar de personas se manifestaron ayer contra dichos espectáculos, entendidos como una forma de maltrato animal, en el último día de la Feria de Begoña; la comitiva incluyó a personas y colectivos de otras regiones, y a varias fuerzas políticas
Salvo en el caso de ediciones extremadamente raras, a menudo reservadas a los coleccionistas más exquisitos, toda moneda de curso legal, en cualquier parte del mundo, cuenta con una ‘cara’ y, en oposición, con una ‘cruz’. Esa coexistencia material lleva siglos convertida en una metáfora útil en la vida cotidiana, al resumir que todo hecho cuenta con su opuesto lógico. Y, como viene siendo habitual desde que el actual Gobierno municipal de Foro la recuperase, en el verano de 2023, la Feria Taurina de Begoña volvió a tener ayer domingo, en su última jornada de este año, su esperable y lógica contestación. Impelidas por un clamor común contra el maltrato animal, cientos de personas, casi un millar según diversas estimaciones -cerca 1.500 a juicio de la Asociación ‘Asturies Antitaurina’; en cualquier caso, un número sensiblemente inferior al de las dos ediciones precedentes-, marcharon desde la plazuela de San Miguel hasta las inmediaciones de la plaza de El Bibio para exigir una nueva supresión de los eventos taurinos que, en esta ocasión, sea definitiva. Y, esta vez, el componente gijonés y asturiano contó con refuerzos procedentes de otras regiones de España.
Una delegación del colectivo Animalien Askatasuna Nafarroa (Libertad Animal Navarra), llegada del País Vasco, y otra de Santander Antitaurina, que arribó a Gijón desde la vecina Cantabria, se sumaron a una comitiva que, como estaba previsto, partió poco después de las cuatro y media de la tarde, enfilando la calle Marqués de Casa Valdés hacia los alrededores del coso local. No hubo que lamentar incidentes durante el trayecto, cubierto en poco más de media hora y dominado por consignas tan variopintas como «Tauromaquia, ni arte, ni cultura«, «Moriyón, cómplice de esta aberración«, o la oficial de la convocatoria hecha desde ‘Asturies Antitaurina’, «Asturies ensin tortura«. En ese ambiente, uno de los detalles más comentados fue la sorprendente profusión de banderas nacionales, atribuida, según varios testigos y participantes, a un intento por evitar la apropiación de la enseña española por parte de fuerzas tradicionalistas y de derechas. Por fin, bajo la atenta mirada de los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, y con uno de los helicópteros de dicho cuerpo oteando desde el aire, la manifestación llegó a su destino.
Tampoco en las proximidades de El Bibio se produjeron altercados, si bien el tono de los mensajes se volvió más duro… Y halló cierta contestación por parte de quienes aguardaban la hora de acceder al coso para presenciar las últimas corridas de la Feria de este año. De hecho, ya durante la marcha algunos particulares protaurinos, asomados a las ventanas de sus viviendas, dedicaron comentarios despectivos a quienes integraban la marcha, clima que cobró gravedad al llegar a destino destino. A las recriminaciones emitidas por los manifestantes, los aludidos respondieron con gestos despectivos, alguna que otra risa e, incluso, en el caso de los más osados, haciendo pases a los concentrados con capotes imaginarios, como si de toros ante un diestro se tratasen. Ahora bien, la tensión no pasó de las meras palabras y gesticulaciones… Algo que agradecieron especialmente los representantes de los partidos políticos presentes en la concentración. Entre estos últimos fue posible distinguir a los portavoces municipales de Izquierda Unida (IU), Javier Suárez Llana, y de Podemos, Olaya Suárez, y a miembros de fuerzas como el Partido Animalista con el Medio Ambiente (PACMA), Somos Asturies o Sumar.