El avión, operado por Vueling, despegó a las 20.40 de ayer y debería haber llegado a destino las 22.20; la aerolínea ha ofrecido a los afectados recuperar el dinero, o ser reubicados en un trayecto similar, pero con escala en Barcelona, el 1 de septiembre

Que te cancelen un vuelo siempre es motivo de indignación. Que dicha suspensión se produzca cuando el avión ya está en el aire le puede imprimir a esa sensación un matiz de temor. Que todo lo anterior ocurra a finales de agosto, un mes complicado por definición, transforma el conjunto en enfado. Y si, encima, no sólo impera la desinformación, sino que comandante de la aeronave y aerolínea a la que pertenece no se ponen de acuerdo a la hora de justificar semejante decisión… Ah, entonces se le abre la puerta a la pura y simple ira. Pues bien, todo lo anterior lo experimentaron las decenas de pasajeros que, en la tarde de ayer jueves, deberían haber viajado directamente del Aeropuerto de Asturias a la Terminal de París Orly, por cortesía de la compañía de bajo coste española Vueling. El avión despegó, cierto, pero menos de una hora después retornó a suelo asturiano, dejando a sus ocupantes en la tesitura de aceptar el reembolso, o ser reubicados en otro avión que irá a la capital francesa, sí… Pero el 1 de septiembre, y con escala en Barcelona. Y todo ello, sin que la empresa se haya prodigado en explicaciones; de hecho, los intentos de este periódico de contactar con ella no han dado resultado.
Según los relatos aportados por varios de esos pasajeros, hasta la hora de partida todo fue sobre ruedas. El avión, un Airbus A320 bimotor designado para ese trayecto VY8618, se separó del finger de la Puerta 7 a las 20.30 horas para, diez minutos después, cumpliendo con el horario, echar a rodar por la pista y emprender el vuelo. La llegada a París tendría que haberse producido a las 22.20; sin embargo, eso nunca ocurrió. Apenas media hora después del despegue el comandante notificó por megafonía que, debido a un problema técnico, la aeronave debía volver a Asturias, en cuyo aeropuerto aterrizó tras haber completado sólo 57 minutos en el aire. Sorprendidos, molestos e, incluso, algo temerosos, los afectados recogieron sus pertenencias y corrieron a los mostradores, a exigir explicaciones, compensaciones y, sobre todo, soluciones. Al fin y al cabo, entre esa marabunta no escaseaban quienes se disponían a empezar sus vacaciones, o aquellos que retornaban a casa de ellas, con la mirada puesta en reincorporarse a sus puestos de trabajo. Un caos. Los empleados de Vueling, desbordados, poco pudieron hacer en esos instantes iniciales.

Por fin, tras dos horas de espera, muchos nervios, un enfado general y unas cuantas escenas tensas, las informaciones comenzaron a fluir desde la aerolínea hasta las cuentas de correo de los perjudicados, aunque sin que fuesen demasiado esclarecedoras… Si el comandante se refirió a motivos técnicos, la empresa justificó la cancelación por «razones de índole operacional«, sin entrar en más detalles, y planteó esas dos alternativas antes mencionadas: recuperar el dinero de los billetes o, en caso de tener paciencia, volar de Asturias a Barcelona y de la ciudad condal a París el próximo lunes, saliendo a las 9.20 horas y no llegando a territorio galo hasta las 18.25. A la espera de que se esclarezcan las causas reales del incidente, y mientras son varios los pasajeros que ya ponderan interponer reclamaciones, de justicia es reconocer que, debido al mal tiempo, varios vuelos debieron ser suspendidos ayer en distintos puntos de España y de Europa… Aunque las anulaciones, por parte de Vueling, tampoco son una rareza en la historia aeronáutica de Asturias. ¿Podría ser lo que se halle detrás de este todavía misterioso acontecimiento?