La Fundación, encargada de la gestión del espacio análogo que opera en Oviedo, firma con el Ayuntamiento de Gijón un contrato por dos años, prorrogable a tres, y ya ha empezado a prestar los servicios de recogida y atención de animales

Una nueva era comienza para el Centro de Protección Animal de Gijón. O para el Albergue de Animales de Serín, si se prefiere la designación coloquial y, en la práctica, más conocida por la inmensa mayoría de los vecinos. Menos de veinticuatro horas después de que este martes se formalizase el contrato con el Ayuntamiento de la ciudad, la Fundación Protectora de Animales de Asturias se ponía manos a la obra a las nueve de la mañana del miércoles para sacar adelante los servicios de recogida y cuidado de animales perdidos y abandonados dentro de las fronteras del municipio. Una labor titánica en la que es la ciudad más poblada y pet friendly del Principado, quién osaría dudarlo, pero que los recién llegados encaran con dos inapreciables elementos a su favor: la experiencia acumulada tras tres años administrando el Albergue de Animales de Oviedo, y la inmensa ilusión que les embarga al asumir este nuevo desafío que se prolongará, en ausencia de contratiempos, por dos años, prorrogables a uno más.
«Mira que han sido días grises, de lluvia y de cierta pena, pero tenemos muchas ganas de trabajar y de encontrar familiar que se lleven a estos animales a sus hogares, para que no tengan que pasar el invierno aquí«, confiesa Alejandra Mier, secretaria de la Fundación y, por descontado, el rostro y la voz al frente del equipo que ya empuña el timón del centro gijonés. Un equipo integrado por un total de ocho profesionales, a razón de cinco personas especializadas en recogida y cuidado, otra centrada en la gestión de adopciones y la visibilización en redes, una más dedicada a labores veterinarias, y la última, la propia Mier, que asume las responsabilidades administrativas. En sus manos está ahora el bienestar de 110 perros y 32 gatos… Si bien, afortunadamente, esos dos totales pronto descenderán. Al fin y al cabo, relata con orgullo la secretaria de la Fundación, «hay cuatro perros y un gato que en breve saldrán de las instalaciones, porque ya han sido adoptados«. Y es que, en efecto, ese es el objetivo último: que «sólo nos queden jaulas vacías. Un centro como este realiza una labor fundamental, pero no debería ser necesario; las mascotas deberían estar en casa, felices con sus dueños«.
«Los gijoneses quieren mucho a los animales, y deberá tener un refugio bien chulo y moderno»
No obstante, como el idealismo no nubla el lado pragmático de Mier, y es más que probable que espacios como el Albergue de Serín sigan teniendo que existir, lo ideal es que su función pueda hacerse en las mejores condiciones… Y, en ese sentido, son varios los frentes que el equipo entrante va a tener que atender. A la espera de que el Consistorio inicie la anhelada construcción del nuevo complejo, de casi 5.000 metros cuadrados y que se ubicará frente al actual, el actual, erigido en 1997, se ha quedado pequeño y, sobre todo, peligrosamente obsoleto. «En su día estas instalaciones fueron pioneras y muy modernas, pero los años han pasado y el mundo de la protección animal ha evolucionado«, reflexiona Mier. Así, los edificios en los que se hallan las jaulas carecen de una orientación al sur, por lo que «no reciben luz solar directa«, y muchos de los espacios y equipos están deteriorados por el uso y el envejecimiento. Ese último punto se vuelve dramático en el caso de la red sanitaria, pues «ni los desagües, ni la fosa séptica, ni las canalizaciones funcionan correctamente«. Por eso, la esperanza de Mier y sus compañeros es que, hasta que el futuro albergue sea una realidad, se tomen medidas para corregir tales inconvenientes. Al fin y al cabo, «los gijoneses quieren mucho a los animales, y deberían tener un refugio bien chulo y moderno«.
Claro, que esa pelota está en poder del Ayuntamiento. Por parte de la Fundación, la prioridad ahora es transformar en resultados prácticos los 593.577,6 euros por los que se ha adjudicado el contrato -un precio bastante cercano a los 593.695,69 establecidos como presupuesto base de licitación-; máxime teniendo en cuenta que la suya fue la única oferta que concurrió al proceso… Algo que Mier, por su parte, entiende. «Gestionar un albergue como este muy duro; no sólo porque sea un trabajo de veinticuatro horas, 365 días al año, sino porque se ven escenas muy impactantes«, detalla. Sirva como ejemplo que ella misma conoce «a compañeros de otras protectoras, que adoran los animales y que están súper comprometidos, pero que no se ven con fuerzas para ver las desgracias que nos encontramos aquí«. Eso sí, recuerda que, para revertir tales dramas, la pieza maestra la tienen los propios vecinos de Gijón. «Nuestra ilusión, repito, es encontrarnos una jaula vacía… Y, para lograrlo, es la gente la que debe recoger a estos animales y darles un hogar«.





