El ganadero riosellano, de 60 años y muy conocido en el municipio, fue hallado sin vida el pasado viernes cerca de su domicilio de Cuevas del Agua; los primeros testimonios apuntaron a que dos atacantes perpetraron el crimen, aunque todas las líneas están abiertas

Conmoción, preguntas sin respuesta, teorías al aire… Hasta que es resuelto, todo crimen suscita lo anterior en el imaginario colectivo. Y la trágica muerte a golpes del ganadero riosellano José Antonio Otero Toraño, ocurrida el pasado viernes, 12 de septiembre, en su domicilio de Cuevas del Agua, no es una excepción. Tanto es así que, dada la gravedad del hecho y las múltiples líneas de investigación abiertas, la jueza titular del Juzgado de Instancia de Cangas de Onís, encargada del caso, ha dictado el secreto de sumario sobre las investigaciones, que todavía siguen en curso. Por ahora, no consta que se haya descartado ninguna posibilidad, aunque las pesquisas se centran en el entorno más cercano del difunto.
Otero, de 60 años y muy conocido en el municipio por sus actividades ganaderas y turísticas, fue hallado sin vida a la salida de la vivienda, con múltiples golpes, particularmente en la cabeza, que le provocaron la muerte. En el momento del suceso se encontraban con la víctima su pareja y su cuñada; de hecho, fue esta última la que dio aviso a las autoridades, afirmando que fueron dos hombres desconocidos los que perpetraron el fatal ataque. No obstante, fuentes consultadas por este medio aseguran que, por el momento, ese punto no ha podido ser confirmado. Al margen de lo anterior, y a la espera del resultado de la investigación, Otero fue enterrado en el cementerio de Xuncu, en Ribadesella, el domingo.