Por siempre ligado a diversas discotecas y restaurantes de Gijón, la vida del veterano empresario se extinguió este martes, a los 97 años; en el recuerdo colectivo quedan su «compromiso, cariño y fidelidad»

Crespones negros, reales o metafóricos, decoran este miércoles decenas de solapas en Gijón en general, y en el Real Grupo de Cultura Covadonga (RGCC) en particular. Emilio Garciablanco del Val, archiconocido hostelero de la ciudad y, a la sazón, socio número uno de la entidad deportiva, con cuya rama de piragüismo estuvo profundamente vinculado, fallecía este martes, a la venerable edad de 97 años, tras una larga vida vinculada tanto al colectivo grupista, como a la urbe en la que desarrolló su actividad profesional. Una pérdida a la que, sin embargo, sobrevive un legado marcado por la mezcla de «compromiso, cariño y fidelidad» que demostró durante su casi centenaria existencia.
Discotecas como la Rocamar y la Oasis, salas de fiesta como la Parque del Piles, y restaurantes como La Boroña nacieron y crecieron gracias al talento para los negocios de Garciablanco, y en paralelo a su papel en el Grupo, en el que se dio de alta el 1 de agosto de 1948. Durante las décadas siguientes se desempeñó en el terreno del piragüismo, llegando a convertirse en un habitual de las competiciones grupistas. De ahí que la entidad haya querido trasladas su «más sentido pésame a su familia y allegados», por medio de un comunicado hecho público en su página web.