Con el cierre de la temporada de baños, decenas de gijoneses y un buen puñado de visitantes regresan con sus canes al principal arenal de la ciudad; tanto los dueños de mascotas como los últimos bañistas recuerdan la necesidad de un respeto mutuo

Adiós, verano de 2025. Hasta siempre. Fueron unos meses para el recuerdo, de merecidas vacaciones o simple asueto para miles de afortunados, de buen tiempo un buen puñado de días… Pero todo lo bueno se acaba, obviamente. Ahora bien, si, oficialmente, el otoño hizo su entrada el pasado 22 de septiembre, el fin oficioso del estío en Gijón se producía este miércoles, 1 de octubre, con el cierre de la temporada de baños. Y, con la retirada del grueso de los bañistas… ¿Quiénes ha vuelto a tomar el control de la playa de San Lorenzo? Sí, en efecto… ¡Los perros! Desde ayer decenas, si no cientos, de canes, acompañados y vigilados por sus dueños, vuelven a correr libres por el que es el principal arenal urbano de la ciudad… Con una condición no negociable: que lo hagan entre las escaleras 2 y 8 del Muro, a fin de no molestar a aquellas personas que todavía quieran disfrutar de las aguas del Cantábrico.

Esta misma mañana, bajo un sol más propio de épocas veraniegas que de etapas otoñales, y pese al frescor que ha dominado el arranque del jueves, mascotas y humanos festejaban el poder disfrutar, juntos, de esa extensa franja a orillas del mar. Carreras, juegos, risas y un buen puñado de felices reencuentros, protagonizados por ambas especies, marcan el día, como ya sucediese ayer. Y todo ello, en convivencia con ese remanente de bañistas que, impertérritos ante el progresivo enfriamiento que suele acompañar este punto del año, siguen gozando del placer de los chapuzones. Precisamente en aras de que esa sana convivencia se preserve, unos y otros recuerdan la necesidad de atender a unas mínimas normas de respeto mutuo, como no invadir las zonas acotadas para cada colectivo, recoger en tiempo y forma las deposiciones caninas y vigilar la interacción de los perros con los niños.
Puro sentido común, ¿verdad?