Vecinos y usuarios del espacio comercial celebran su entrada en servicio, pero alertan de problemas por los accesos actuales, y reclaman la construcción más puntos de entrada y salida que alivien la presión sobre la nueva rotonda interior

Ya es un hecho incontestable: Gijón cuenta con una nueva gran superficie comercial. O, por ajustar el discurso a la realidad, ha visto ampliado un espacio ya existente, su emblemático Alcampo, al que se han ido sumando un negocio tras otros hasta convertirse, al fin, en el flamante complejo Ronda Roces, inaugurado el pasado viernes en una ceremonia oficial seguida ayer domingo por una colorida holi party. Tiendas de electrónica, de productos para animales, restaurantes y, por supuesto, el mencionado supermercado conforman una variada oferta comercial y hostelera que ya hace las delicias de cientos de clientes, que está multiplicando las visitas… Y que, precisamente por ello, comienza a dejar ver sus primeras costuras. Con el aumento de la oferta y de la afluencia de público, los accesos disponibles se están revelando insuficientes, tendentes a provocar retenciones y, a mayores, no todo lo seguros que deberían ser. Una situación ante la que decenas de voces se están alzando para reclamar una profunda mejora de la movilidad.
Según coinciden prácticamente todos los comentarios expresados hasta la fecha, el primer punto de fricción se halla en la nueva glorieta construida en el camino del Fondo de Porceyo, dentro del recinto, entre el centro comercial y la rotonda elevada de incorporación hacia y desde la AS-II. Esa pequeña glorieta -que algunos ya apodan coloquialmente «la rotondina»- centraliza todo el tráfico de entrada en el Ronda Roces, toda vez que el camino directo que permitía ir desde la AS-II hasta la gasolinera ha sido suprimido. El efecto es fácil de imaginar: de pronto, ya se quiera ir a esa estación de servicio, al espacio comercial o, incluso, a los negocios ubicados fuera del mismo, pero en las cercanía, es imprescindible tomar esa ‘rotondina’, lo que es caldo de cultivo para embotellamientos. Además, el que en la misma desemboque, también, la pequeña carretera construida para dar servicio al restaurante MacDonald’s no ayuda a aliviar la presión… Con el añadido de que la estrechez de los carriles, advierten algunos usuarios, facilita posibles colisiones. La única alternativa sería el camino directo que se encuentra en el extremo occidental, pero que pocos usuarios optan por tomar, bien por desconocimiento, bien por falta de costumbre.

Eso, a la hora de entrar, pero es que para salir de la superficie en cuestión la cosa empeora. Sin ruta de abandono en la mitad occidental del complejo, todo el tránsito para volver a la AS-II tiene que pasar obligatoriamente por la ‘rotondina’, ya de por sí sobrecargada por la circulación que penetra en el Ronda Roces. Y conviene recordar que, en las horas puntas, se puede hablar de cientos de vehículos… Por último, a todo lo anterior conviene añadir la situación de los aparcamientos, prácticamente los mismos que había cuando Alcampo era el único negocio en la zona. Por ahora, pocos comentarios se han hecho sobre la disponibilidad de plazas -aparentemente no problemática-, pero varias personas sí que han llamado a crear una nueva zona de estacionamiento más próxima a los establecimientos recién abiertos, para evitar tener que aparcar en plazas muy alejadas de dichos equipamientos. No obstante, se trata de una petición secundaria… La principal es apostar por más y mejores accesos que alivien la presión del tránsito sobre los actuales, y que minimicen tanto los inconveniente como el riesgo de accidentes.
Si quisieran hacer peor el acceso no podrían, es insuperable.