«Cuando Barbón da una rueda de prensa, pienso en mi Nacho y me digo que siempre nos quedarán las peluquerías»
Lo que te digo, que han salido las peluqueras a manifestarse en la Plaza Mayor. Reclaman que el Estado les reduzca el IVA al 10%. Y con toda la razón. La peluquería ha sido a la clase obrera lo que el psicoanálisis a la intelectualidad burguesa. Y como en todo ha habido clases, resulta que a las peluqueras el Estado les está calzando un rejón que no tiene razón de ser. Chica, han hecho por rebajarnos la ansiedad lo que no está escrito. Ríete tu del diazepam y el lexatin. Mejor un poco de laca y a funcionar.
Sócrates afirmaba que se practicaba mejor la filosofía paseando que sentado en la academia. Hoy, la mayéutica socrática la practica un peluquero mejor que un Habermas cualquiera, mientras te decolora el cabello, te recorta el flequillo o te arregla las puntas. Y como te digo una cosa te digo la otra: entre la silla de una peluquera y el diván de una psicoanalista las diferencias sólo se pueden medir por la calidad del pelo.
Uno ha visto en las peluqueras, además de unas psicoanalistas estupendas, unas feministas a pie de obra. En las peluquerías se practica la solidaridad como en pocos sitios. Al ritmo de un corte de tijeras se desmenuzan los problemas de nuestra vida cotidiana. Ni Paulo Coelho ni Albert Espinosa. Quita, quita. Nadie mejor que mi Nacho, ese sí que me comprende. En cuanto entro por la puerta ya esta enchufando la maquinilla y me trasquila la barba bien perfiladita. Y no veas qué arte. Ni un jardinero en Versalles. Y no es que uno salga con la imagen nueva, después de una manita de chapa y pintura; es que uno sale con la autoestima por las nubes dispuesto a conquistar el Instagram a base de selfies. Chúpate esa, Kortajarena.
Y no es por ponerme estupenda, que también, pero en la peluquería se pone en marcha la cosmética de nuestro alma, se ordenan nuestras prioridades y tenemos esa sensación falsa de ser todas ricas y famosas que nos da una perspectiva real de nuestras mentiras piadosas. Por eso las celebrities están siempre con ese fulgor que desprende el polvo de estrellas. A nosotros nos toca bregar con los niños, el curro, los amantes, el matrimonio, la letra, la hipoteca y el resto del vecindario. Para cuando buscas un poco de ese polvo ya no tienes ganas de nada. Pero las celebrities no lo entienden, porque ellas viven en el limbo de los dioses. Nuestro limbo es Telecinco y la Isla de las Tentaciones.
«Me cuentan en el Ayuntamiento que todos los días hay una concentración en la Plaza Mayor«
Hubo un tiempo en que ser peluquera estaba mal visto, como cuando decías que te ibas a hacer una FP. Entonces, decir que te hacías un curso de fontanería era decir que te sacabas un título en fracaso. España es muy clasista. Pero hoy ser peluquera es lo más. De fashionista a servicio esencial. Y todo por el mismo precio. A mí me gusta que la peluquería haya subido en la escala social, aunque no sabemos muy bien quién la dibuja.
Bueno, te voy dejando, que Nacho me espera en una hora. Hay que ponerse guapo para la próxima mani, que esta la Plaza Mayor que no da más de sí. Le he dicho que me deje el flequi como el Kortajarena. Y después al gym, antes de que Barbón venga con la cuarta ola y lo cierre. No sé tú, pero cuando da una rueda de prensa pienso en mi Nacho y me digo que siempre nos quedarán las peluquerías.