Las 14 agrupaciones se reunieron con el presidente de Divertia, Oliver Suárez, aunque aseguran que todavía no hay una solución concreta
Después de semanas de protestas, las catorce charangas del Antroxu gijonés se reunieron este lunes con el presidente de Divertia, Oliver Suárez, para tratar de desbloquear la situación que les impide ensayar desde el verano. Pese a que califican el encuentro como “más ágil” que las gestiones previas, reconocen que siguen sin una solución definitiva y que el problema continúa en manos de la concejalía de Medio Ambiente.
“Ha sido mucho más ágil que lo que ha sido hasta ahora, ya que hasta ahora había sido absolutamente nulo, pero no tenemos una solución todavía”, explicó Bruno Álvarez, integrante de la charanga Xareu nel Ñeru, al término del encuentro. Según relató, desde Divertia se comprometieron a remitirles de inmediato cualquier respuesta que llegue desde el área de Medio Ambiente, de quien dependen los permisos de ensayo. “Ellos se comprometieron a que en cuanto les llegue la contestación, nos la van a remitir, pero esa contestación tiene que llegar por parte de Medio Ambiente”, añadió.
El escollo principal sigue siendo la autorización ambiental necesaria para que las charangas puedan ensayar en los patios de colegios y centros sociales. “Dicen que eso no está dentro de su ámbito y que cada vez hay menos tolerancia a toda actividad, que puede ser por eso que estén midiendo más las concesiones”, señaló Álvarez. Aun así, las agrupaciones salieron del encuentro con una “relativa calma”, confiando en que pronto podrán retomar los ensayos.
“Lo que sacamos en claro es que hay diálogo, que ya por lo menos es un gran avance”, valoró el portavoz, aunque con evidente resignación por la falta de resultados inmediatos.
A la reunión, celebrada en la Casa de la Palmera, acudieron representantes de las 14 charangas que integran el Antroxu gijonés, un hecho que subraya la unidad del colectivo ante un problema que arrastran desde hace años. “Fuimos todas las charangas”, confirmó Álvarez. “Estamos igual que estábamos prácticamente”, resumió.
La reunión concluyó con la puesta sobre la mesa de una alternativa para retomar los ensayos. Mientras se concreta una sede definitiva, la empresa municipal ha ofrecido utilizar de forma temporal el recinto ferial Luis Adaro, comprometiéndose a asumir el coste del alquiler y garantizando que las agrupaciones podrían volver a ensayar “a partir de mañana martes”. La propuesta responde al deseo de las charangas de alejar su actividad de las zonas residenciales, aunque choca con su rechazo a concentrar a las 14 formaciones en un mismo espacio. En cualquier caso, esta posibilidad tendría carácter transitorio, ya que Divertia trabaja en el alquiler de un emplazamiento estable “situado a una distancia razonable y bien comunicado mediante transporte público”.
Catorce charangas unidas
La reunión se produjo tras la protesta del domingo frente al Ayuntamiento, en la que los grupos antroxeros reclamaron poder comenzar los ensayos que deberían haber arrancado ya en septiembre. Bajo el lema “¡Queremos ensayar!”, denunciaron los retrasos en la concesión de permisos y la falta de comunicación institucional.
En el manifiesto leído durante la concentración, las charangas recordaron que son “el alma festiva de Gijón”, y lamentaron “la falta de respuesta, respeto y compromiso” por parte del Ayuntamiento. Reclamaron permisos estables y garantizados para poder preparar los espectáculos del Carnaval, tanto en el Teatro Jovellanos como en las calles de la ciudad.
Las agrupaciones insisten en que no buscan confrontación, sino colaboración. “Queremos trabajar conjuntamente con el Ayuntamiento, no de espaldas”, reivindicaron en su comunicado. La falta de ensayos, aseguran, pone en riesgo la calidad y la continuidad del Antroxu gijonés, una de las citas culturales más queridas por la ciudadanía.
Es que meses escuchando el estruendo que provocan, sin saber lo que era, mirando los calendarios a ver si era por un partido de fútbol, alguna celebración local, …, varios fines de semana seguidos, hasta que me los encontré creando ese estruendo que crean con los tambores al lado del trabajo, en el aparcamiento de Jesús Gil, en el polígono de Roces, … No podíamos casi ni oírnos hablar dentro de la nave. Y en las oficinas ya no digamos.
Esta gente tiene una nula consideración y un total desprecio por los derechos de los demás, por la tranquilidad y el derecho al descanso de los ciudadanos. Si quieren meter ruido y montar charangas que se vayan a la región de España dónde son típicas. Si allí les aguantan el estruendo, pues bien por ellos.