
POR LUIS MANUEL MADIEDO HONTAÑÓN, CATEDRÁTICO DE INSTITUTO Y ABOGADO
«Algún CEO de multinacionales se da cuenta y aprovecha las oportunidades, como ha ocurrido con el ‘Tallerón’ de Duro Felguera, ahora en manos de INDRA. Y eso, en vez de ser un ejemplo a seguir, se convierte en algo anecdótico»

Nuestro Principado de Asturias parece no estar en su mejor momento.
Encabezamos las estadísticas de envejecimiento de la población; somos de los que menos crecemos económicamente en España; a nivel político, el peso de Asturias cada día se vuelve más irrelevante. Basta ver el asunto del peaje del Huerna como último síntoma.
Y, mientras, los miembros de nuestra clase política se siguen metiendo el dedo en el ojo mutuamente por cuestiones menores; importantes y menores, que no es incompatible.
Ahora resulta que Asturias quiere convertirse en una potencia turística al modo de Baleares o la Costa del Sol, aprovechando el asunto del cambio climático.
También la cultura de la sidra, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y nuestra gastronomía serán fundamentales unidas a lo anterior, para garantizar nuestro futuro a medio plazo.
Que nada sobra y todo aporta es obvio, y también lo es que nuestra región no puede renunciar a su tradición industrial, que la hizo encabezar los niveles de renta per cápita en España y ser foco de inmigración interior, como el País Vasco o Cataluña.
Se crean polígonos industriales que continúan desiertos; las conexiones con el principal puerto industrial de la región, el puerto del Musel, en Gijón, siguen, al día de hoy, a nivel del tercer mundo. Algún CEO de multinacionales se da cuenta y aprovecha las oportunidades, como ha ocurrido con el ‘Tallerón’ de Duro Felguera, ahora en manos de INDRA. Y eso, en vez de ser un ejemplo a seguir, se convierte en algo anecdótico.
Mientras, la alcaldesa de Gijón declara que prefiere cerrar la boca ante la evidencia del desinterés del Gobierno de España, y Canteli apuesta porque siga la fiesta, amparado en su capitalidad, que siempre le mantendrá a flote, según sus cálculos.
Seamos serios y apostemos por una Asturias industrial, que hoy en día no es sinónimo en absoluto de una Asturias contaminada y enferma. Al contrario.
Como decía al inicio, todo aporta: nuestros quesos, nuestro paraíso natural, nuestra sidra, nuestra gente, nuestro clima en la costa… Y todo ello no es suficiente.
Creemos una ‘súperConsejería de Industria’, y atraigamos inversiones. Tenemos lo necesario: infraestructuras, suelo de localización y recursos humanos preparados.
No perdamos más ocasiones para salir de la decadencia.