Del tren, que cubría la ruta entre Llamaquique y San Juan de Nieva, comenzó a salir una densa humareda, combinada con un fuerte olor a quemado; el convoy tuvo que ser inmovilizado, y sus pasajeros, reubicados en el siguiente servicio

Trenes averiados, conductores ausentes, incidencias en las vías o en las catenarias, demoras persistentes, servicios suspendidos… Sin querer hacer leña del árbol caído, lo cierto y verdad es que, desde hace unos años, el servicio de Cercanías que RENFE presta en Asturias, tanto en su red de ancho ibérico como en la de métrico, está salpicado por múltiples y frecuentes problemas, para indignación de los miles de pasajeros que, diariamente, necesitan de esa forma de transporte. Sin embargo, el último hecho registrado ha sido de un cariz muy distinto al de los ejemplos anteriores… Esta misma mañana, pasadas las 7.40 horas y con un retraso acumulado de varios minutos, el convoy de ancho ibérico que cubría la línea entre Llamaquique y San Juan de Nieva irrumpía en la estación de Avilés con el último de sus tres coches envuelto en una nube de humo blancuzco, que se había extendido al interior y que iba acompañada de un fuerte olor a quemado. Por precaución, la operadora pública optó por inmovilizar el tren allí y reubicar a los viajeros en el siguiente, pero eso no diluyó el mal trago vivido, acrecentado por el desconocimiento del alcance real de la avería.
Según han relatado a este diario varios de los usuarios del convoy -que partió de Llamaquique a las 6.56 horas, y debería haber alcanzado San Juan a las 7.41-, los problemas comenzaron entre las paradas de Nubledo y Los Campos, ambas dentro del término municipal de Corvera, a pocos minutos de llegar a destino. De pronto, «empezamos a notar un humo y una peste muy fuertes«, que llegaron a penetrar en los vagones; incluso, ya en Avilés, ese ‘aroma’ era perceptible en los andenes de la cercana estación de autobuses. Sin saber lo que estaba pasando, no pocos pasajeros, admiten, estuvieron «a punto de tirar del freno de emergencia«. No obstante, cierto viajero, que se identificó como operario de RENFE, tranquilizó a los más inquietos, explicándoles que el preocupante humo podía deberse «al contacto del agua de lluvia con el sistema de frenado«. Convencida o no, la concurrencia volvió a sus asientos y esperó pacientemente la llegada a Avilés; una vez allí, todos los ocupantes del Cercanías fueron invitados a abandonarlo, incluidos aquellos que confiaban en llegar a San Juan, mientras que quienes aguardaban para trasladarse a Oviedo tuvieron que esperar por la siguiente circulación. El convoy, por su parte, ya ha sido llevado a los talleres, y se investigan las causas de la incidencia, según confirman fuentes oficiales de RENFE.