La situación afecta a calles como Azorín, Miguel de Unamuno o Gutiérrez Mellado, y nutre la sensación general de abandono que también alimentan la escasa iluminación navideña, o la ansiada conexión del barrio con Nuevo Roces, aún sin ejecutar

Ah, el otoño… La estación de la melancolía, para muchos. Con sus cielos plomizos, su hojarasca cubriendo los suelos, su lluvia persistente… Y sus cortos días, con la luz no haciendo acto de presencia hasta bien avanzadas las mañanas. Algo, eso último, que muchos ciudadanos disfrutan que se compense gracias a la labor del alumbrado público. Sin embargo, en Montevil no parece que esté ocurriendo. Y es que los lugareños del barrio gijonés, apoyados por la Asociación Vecinal ‘El Roble’, han alzado la voz para denunciar que la iluminación urbana de varias calles del lugar lleva, al menos, dos noches consecutivas sin ser encendida, con la consiguiente incomodidad e, incluso, inseguridad que tal carencia entraña. Un hecho por el que piden al Ayuntamiento explicaciones y reacciones. Por el momento, las mismas no han llegado.
Según el testimonio aportado por los habitantes de Montevil consultados por este periódico, la ‘zona cero’ del problema extiende sus tentáculos a arterias como Azorín, Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Gutiérrez Mellado, así como varias de las calles colindantes a las cuatro anteriores. En todas ellas, las farolas permanecen apagadas desde hace días, una situación que, afirman en el barrio, el Gobierno gijonés conoce, dada la frecuente presencia de patrullas de la Policía Local, que recorren la zona y, por tanto, no son ajenas a la oscuridad «como boca de lobo» reinante. «La seguridad ciudadana es importante, sobre todo, cuando se trata del centro de la ciudad o de Somió, pero en otros casos puede esperar«, critican algunos de los afectados, convencidos de estar ante una nueva demostración de que en Gijón «hay clases y clases de barrios«.
Aunque sin entrar en esa última apreciación, Agustín Bermúdez, presidente de ‘El Roble’, sí confirma la inoperancia del alumbrado en las calles mencionadas, y amplía el efecto de la penumbra a otros puntos, como los alrededores de Les Cigarreres o el parque Patricio Adúriz, en el que «entre que no encienden las luces, y que los árboles no se podan, está todo a oscuras«. No debería ser así, desde luego; sobre todo, recalca Bermúdez, porque «hace poco nos cambiaron las luminarias, aunque en algunas zonas han puesto iluminación de apenas un metro de altura, y no se ve apenas». De ahí que al presidente no le coja por sorpresa el que varios de sus representados sientan que Montevil es uno de esos barrios abandonados de la urbe; y no sólo por lo del alumbrado público. Al fin y al cabo, concluye, «las luces de Navidad tampoco es que se noten mucho y, aparte, llevamos años peleando por mejoras como la conexión con Nuevo Roces por Antonio Marchado, o porque cubran la pista polideportiva del instituto. Son demasiadas cosas».