
«Cae Flex y lo primero que aparece es un aparcamiento “temporal”. Gijón, siempre rápida en repetir sus errores»

En los últimos días habrán visto en la prensa que la antigua fábrica de Flex, en la avenida Príncipe de Asturias, ya es historia: derribada, despejada y convertida en un nuevo solar. Es por ello que la alcaldesa anunció la creación de un aparcamiento temporal en esa misma parcela. Nada original, es una demanda ya antigua de las asociaciones del barrio y otras formaciones políticas, que clamaban por su derribo y posteriormente por aprovechar la parcela para aparcar. La celeridad, probablemente fruto de la necesidad imperiosa de llevarse algún tanto, viene después de una temporada de proyectos fallidos y algún abucheo. Pero es obvio que esto va a contentar a los vecinos y vecinas que lo reclamaban, sin duda.
Pero, ¿Cuál es la necesidad real de ese aparcamiento? ¿Cuáles son los problemas de fondo? ¿Qué conversación de fondo se está evitando sistemáticamente? En mi opinión, levantar un aparcamiento temporal no solo soluciona un problema: perpetúa otros. Así que vamos por partes y bajemos un poco al detalle, porque la gestión del espacio en la calle para los diferentes modos de moverse, no es un tema sencillo y por tanto, razonar sobre él, requiere atención a muchos otros detalles que muchas veces son contraintuitivos.
Sobre el aparcamiento
Siempre recomiendo a quien quiera entender la movilidad de Gijón acudir al documento de diagnóstico del actual Plan de Movilidad. Es, nos guste o no, una de las radiografías más precisas que tenemos. Ahí aparece ya un dato básico: en La Calzada existen aproximadamente unas 5.000 plazas de aparcamiento, con ocupación muy alta y rotación baja (pág. 261). Dicho de forma menos técnica: aparcar es una odisea en determinadas horas porque falta garaje en los edificios, hay mucha densidad de viviendas, y sobre todo mucha gente que aparca y no lo usa a diario, tiende a no mover el coche en días.
Eso sí: el problema es distinto de día y de noche. Durante la jornada laboral desciende la presión (aunque entra más gente de fuera a trabajar o visitar el barrio), mientras que al caer la tarde, la zona se llena de vehículos de residentes que, literalmente, duermen allí.
Es cierto que con la Ecomanzana se perdieron plazas, el entonces concejal, Aurelio Martín, manifestó en diferentes medios que unas 160, que luego se compensaron parcialmente en calles cercanas (con un saldo final negativo de aprox 75). Este mismo equipo municipal había logrado un acuerdo con Carrefour y Yelmo para aprovechar las muchas plazas privadas que este centro comercial tiene y están totalmente infrautilizadas en el barrio a día de hoy (en torno a 300). A un precio de 35, 40€ al mes aprox, cubiertas, amplias y sin maniobras imposibles. Algunas voces criticaron que “se regalaba dinero público a empresas privadas”, pero… ¿alguien cree seriamente que un aparcamiento municipal subterráneo sería gratis? ¿O que costaría menos? ¿O que ofrecería más comodidad?. Es absurdo pero al final, como muchos otros muchos asuntos en la ciudad, quedó pa prau. Gracias a esa medida se mantenía, o incluso aumentaba, la disponibilidad total de plazas, mientras se liberaba espacio público antes monopolizado por vehículos. Un espacio que, dicho sea de paso, ahora permite, tras su reforma, que un carro de bebé pase por zonas donde antes había que hacer auténticas maniobras para moverse.
¿Renunciaríamos hoy a los espacios peatonales o semipeatonales generados por la Ecomanzana para volver a rellenarlo todo de coches? Si la respuesta es “sí”, intenten no reírse demasiado fuerte.
Será por perres…

La corporación actual anuncia ahora 150 plazas nuevas sobre la parcela recién demolida. Coste aproximado: cerca de 200.000€. Sí, doscientos mil euros para algo que se presume temporal. En esto somos maestros, será por perres: ya tenemos otros asfaltados “provisionales” o afianzados, como en la calle Martín, en la calle Mariano Medarde y también se asfaltó y reordeno el del Mata Jove.
La pregunta clave es: ¿resuelve esto el problema del aparcamiento?
La respuesta es sencilla: no. Porque el equilibrio siempre se restablece: si das más espacio, más coches vendrán a ocuparlo, como así está ocurriendo en la mayoría de ellos, salvo que estén muy alejados de las viviendas, sean inseguros, etc. Buscamos aparcar cerca de casa, si no el uso del coche, salvo obligación, ya no compensa tanto.
Además, se insiste en no abordar la raíz del problema: la rotación. Si además tenemos coches abandonados, permisividad en el aparcamiento ilegal, nada de eso se toca. Así que el problema simplemente se mueve de aquí para allá… pero nunca desaparece. Tampoco queremos oír hablar de otras medidas estructurales como que una ZBE bien implementada, no el fraude que tenemos entre manos, sí reducirían el tráfico de paso y el aparcamiento innecesario. Pero para eso hace falta planificación, datos y voluntad. Tres recursos escasos en esta ciudad.
La contaminación (y lo que no queremos asumir)
Donde no hay debate es que la contaminación ambiental es uno de los problemas más graves del barrio. Y las fuentes también. La industrial es la principal en la mayoría de las zonas del barrio, pero sería un error relativizar la del tráfico, que es una fuente que se extiende por toda la ciudad, allí donde lo haya. Los contaminantes de los vehículos llegan a los pulmones de forma directa y producen efectos sanitarios inmediatos: ingresos, crisis asmáticas, enfermedades cardiovasculares. Está estudiado hasta la saciedad.
A esto se suma un fenómeno bien documentado: la sinergia entre emisiones industriales y tráfico. Las partículas que las industrias emiten al aire se depositan… hasta que pasa el tráfico y las vuelve a levantar. Y el tráfico de la avenida Príncipe de Asturias no es precisamente menor: miles de coches y motos al día y, sobre todo, camiones.
Los camiones son, efectivamente, uno de los mayores contribuyentes al deterioro ambiental de la zona colindante al aparcamiento. No solo por emisiones: también por ruido, vibración, desgaste del asfalto, dispersión de partículas procedentes de neumáticos, frenos y firme. Ahora bien, no contar con el resto de vehículos sería igual de absurdo: la clave no es su tamaño, sino su cantidad. Y también su velocidad: hay tramos donde se alcanzan los 70 u 80 km/h a pocos metros de las ventanas donde vive la gente de esa avenida. Seguro que la ciudad, aparte del Puerto y las correspondientes industrias, pueden hacer un poco más de lo poco que se está haciendo por reducir está situación.
El impacto del asfalto.
No hace falta un máster en ingeniería ambiental para imaginarlo. Cada nueva superficie impermeable acumula polvo, partículas y residuos. Y cada coche que entra y sale vuelve a levantar o a aportar todo ese material. Resultado: más polvo, más partículas y peor calidad del aire. A esto se suma el efecto isla de calor: más asfalto + más coches + más radiación solar = más calor acumulado. Este otoño, con las olas de calor tardías, ya lo vimos: las temperaturas eran notablemente superiores y los episodios donde había que activar el protocolo se iban sucediendo con diferencia de días.
¿Incluirán al menos árboles o vegetación en este aparcamiento? ¿Alguna zona verde? No parece que la idea vaya por ahí o al menos no se ha comentado, pero sería lo mínimo para evitar que la zona sea una tostadora urbana, donde se acumule el polvo de dichos contaminantes.
Urgente es que haya vivienda, no más aparcamiento.
Lo más sorprendente de toda esta historia, es que la parcela de la antigua Flex es una de las mayores oportunidades para generar vivienda, en una zona, que como en todo Gijón, la necesidad es real. Y, sin embargo, se descarta con el argumento de que “llevará mucho tiempo” y es preferible, mientras tanto, gastarse todo ese dinero en algo que es temporal.
Además, no hace mucho que el Principado se ofrecía a desarrollar vivienda en la ciudad. Y sería una magnífica ocasión para construir un edificio de vivienda asequible, con garaje público subterráneo gestionado municipalmente, añadiendo plazas para el barrio y sin sacrificar espacio en superficie para otros usos.
La Calzada, como muchos otros barrios de Gijón, no necesitan otro aparcamiento provisional. Necesita visión de futuro: más vivienda, más transporte público, más comercio local, menos ruido, menos partículas en suspensión, menos asfalto y más espacio público de calidad. Más barrio, más verde y más vida.